lunes, 29 de marzo de 2010

UN LIDER DE DIOS PARA EL SIGLO XXI- V

Un líder de Dios para un tiempo como este
2da. de Timoteo (Quinta Parte)

En el escrito anterior vimos “las características de un líder”. En este quinto y último escrito veremos el perfil de un "líder de integridad".
Un líder con prácticas pecaminosas en su vida deshonra a Dios; deshonra la verdad que predica y deshonra al pueblo que le ministra.

Un líder de integridad:

1. Es un hombre que no tenga nada que ocultar; nada que probar; nada que temer, ni nada que callar.
2. Es la misma persona en la luz y en la oscuridad.
3. No pretende tener virtudes o cualidades que no están presentes en el corazón.
4. Vive enfocado en el carácter y no en su reputación.
5. Mantiene su palabra. Cuando promete algo lo cumple y lo cumple en el plazo que se le ha pedido. Un líder de integridad no falta a sus compromisos y cuando falta hace lo indecible para hacer restituir el daño.

La falta de integridad implica un doble estándar; un doble ánimo o una falta a la palabra dada. Una falta de integridad muchas veces implica el decir una cosa hoy y otra mañana. El aparentar tener un carácter santo cuando otros saben que no lo tienes.

Ahora recuerda algo: el tener integridad no es lo mismo que ausencia de debilidades.Un líder puede ser íntegro y aún así tener debilidades. La debilidad del líder tiene que ver con su humanidad y no con su integridad.

Uno de los mitos acerca del liderazgo es que los grandes líderes de Dios no pueden darse el lujo de fallar y que por tanto NO pueden tener debilidades. En una ocasión Moisés acusa a Dios de tratarlo mal y se desilusiona tanto con ese mal trato de Dios para con El que le dice: si me vas a tratar así, te ruego que me mates. Por otro lado, Elías en un momento dado estaba tan cansado que le pidió a Dios que le quitara la vida también (1 Reyes 19:4). Ahora notemos que Moisés no salió a hablar mal de Dios con otros; ni le dijo a los demás una cosa y a Dios otra.

Un líder de integridad sabe donde ir cuando su carne flaquea. El no va a buscar el descanso que el mundo le puede ofrecer. El va directamente donde Dios y cuando va no trata de racionalizar las cosas con Dios, ni de dibujárselas o diluirlas. El habla con Dios y en su integridad le dice a Dios las cosas como son.

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