lunes, 9 de diciembre de 2013

EL VALOR DE UNA ORACIÓN EN LA PRESENCIA DE DIOS

EL VALOR DE UNA ORACIÓN EN LA PRESENCIA DE DIOS.
SEÑOR...
...Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.

Si me das éxito, no me quites la humildad.

Si me das humildad, no me quites la dignidad.

Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.

Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.

No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso

Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.

Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.

Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.

Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.

¡Señor...si yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides de mí !

No es cuanto oras.. Sino cómo oras y a quién oras lo que determina el valor de la oración. Si te diriges al Padre y tu oración es libre de egoísmos, vanidades o falsas ilusiones, entonces tendrás una oración de calidad.

Si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor. Éxodo 22:23

Entonces clamó el pueblo a Moisés, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó. Núm. 11:2

Entonces clamó Sansón a Dios, y dijo: Señor, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Jueces 16:28
Como cada año, Señor, hacemos un recuento de nuestros días vividos, las cosas buenas, las cosas malas. Pero en esta ocasión lo único que puedo hacer es ver todas aquellas cosas que sucedieron, las que hice bien, las que hice mal a través de tu Misericordia.  Solo tu Misericordia hace posible vivir plenamente cada instante de mi vida. La verdad no me costó mucho verla, pues desde que abrí los ojos a cada día, ya estaba ahí tu Misericordia. Y cada noche al cerrar los ojos, tu Misericordia me arrullaba.

Un canto de alabanza, un himno de gratitud brotan de lo más profundo de mi corazón porque tu Misericordia me rodea, me sostiene y me alienta. No tengo ningún temor para empezar el nuevo año... Tu Misericordia es inmutable.

Las cosas que  me alteraron, las que me asustaron, las que me alegraron son las cosas que tu Misericordia infinita permitió para que yo aprendiera a confiar en Ti.

Las que vengan, por avasalladoras que lleguen a ser, estarán contenidas en tu Amor que vale más que cualquier cosa.

Eso sí, tengo que pedirte perdón, porque he abusado de tu Misericordia y he cometido muchas faltas, pero aun así, es más la alegría de haberme sentido perdonada, protegida y amada por ti.

Me desesperé,  lloré,  me enojé... pero al final siempre, sin falta, estuvo tu Misericordia para consolarme y amarme.

Aprendí a decir, con más o con menos fe, pero aprendí a decir: Jesús en Ti confío.

Así termino este año, así comienzo el que viene: Jesús, en Ti confío.

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