EL VALOR DE
UNA ORACIÓN EN LA PRESENCIA DE DIOS.
SEÑOR...
...Ayúdame a
decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el
aplauso de los débiles.
Si me das
fortuna, no me quites la razón.
Si me das
éxito, no me quites la humildad.
Si me das
humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre
a ver la otra cara de la moneda, no me dejes inculpar de traición a los demás
por no pensar igual que yo.
Enséñame a
querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes
caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso
Más bien
recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que
perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas
el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera
a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor
para perdonar.
¡Señor...si
yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides de mí !
No es cuanto
oras.. Sino cómo oras y a quién oras lo que determina el valor de la oración.
Si te diriges al Padre y tu oración es libre de egoísmos, vanidades o falsas
ilusiones, entonces tendrás una oración de calidad.
Si lo
afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor. Éxodo 22:23
Entonces
clamó el pueblo a Moisés, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó. Núm. 11:2
Entonces
clamó Sansón a Dios, y dijo: Señor, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te
ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los
filisteos por mis dos ojos. Jueces 16:28
Como cada
año, Señor, hacemos un recuento de nuestros días vividos, las cosas buenas, las
cosas malas. Pero en esta ocasión lo único que puedo hacer es ver todas
aquellas cosas que sucedieron, las que hice bien, las que hice mal a través de
tu Misericordia. Solo tu Misericordia
hace posible vivir plenamente cada instante de mi vida. La verdad no me costó
mucho verla, pues desde que abrí los ojos a cada día, ya estaba ahí tu
Misericordia. Y cada noche al cerrar los ojos, tu Misericordia me arrullaba.
Un canto de
alabanza, un himno de gratitud brotan de lo más profundo de mi corazón porque
tu Misericordia me rodea, me sostiene y me alienta. No tengo ningún temor para
empezar el nuevo año... Tu Misericordia es inmutable.
Las cosas
que me alteraron, las que me asustaron,
las que me alegraron son las cosas que tu Misericordia infinita permitió para
que yo aprendiera a confiar en Ti.
Las que
vengan, por avasalladoras que lleguen a ser, estarán contenidas en tu Amor que
vale más que cualquier cosa.
Eso sí, tengo
que pedirte perdón, porque he abusado de tu Misericordia y he cometido muchas
faltas, pero aun así, es más la alegría de haberme sentido perdonada, protegida
y amada por ti.
Me
desesperé, lloré, me enojé... pero al final siempre, sin falta,
estuvo tu Misericordia para consolarme y amarme.
Aprendí a
decir, con más o con menos fe, pero aprendí a decir: Jesús en Ti confío.
Así termino
este año, así comienzo el que viene: Jesús, en Ti confío.
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