jueves, 18 de septiembre de 2014

VELAD EN ORACIÓN PORQUE EL DÍA SE ACERCA..

VELAD EN ORACIÓN PORQUE EL DÍA SE ACERCA.
“Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).
G. Campwell Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca recuesto mi cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi mañana final haya llegado. Nunca comienzo a trabajar sin pensar que Él puede interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”

Cada noche, al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada día al ir a nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día pudiera ser el último día de trabajo para nosotros. Debemos estar apercibidos para Su regreso.

¿Está usted orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su regreso y orando: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Si éste fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo invertiría su tiempo? ¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir cualquier momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!
EL SEÑOR DICE QUE VIENE PRONTO!  ESTEMOS ALERTA!
“He aquí Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).
La diferencia entre las personas no es que unas tienen más tiempo que otras. La diferencia es si usan el tiempo sabiamente. Usted dice: “Bueno, sólo estoy matando el tiempo.” El “matar el tiempo” es cometer suicidio por grados. Se está matando usted mismo porque usted + tiempo es igual a vida. Ahora, eso no significa que usted va a estar ocupado cada minuto. Hay necesidad de tener un balance en la vida. Chequear con Dios primero antes de hacer planes y añadir actividades en su agenda. Asegúrese de que está haciendo lo que Dios quiere que usted haga. Cuando Jesús llegó al final de su vida, ¿sabe lo que Él dijo? “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4).
¿Tiene usted una clara idea de lo que Dios quiere hacer por su intermedio hoy? Si no la tiene, pídasela ahora mismo. Deje que Él le guíe con su Espíritu y su Palabra a descubrir Su voluntad en su vida.
TODOS NECESITAMOS DE LA ORACIÓN.
(Ora) por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar (Efesios 6:19-20).

Amo al Apóstol Pablo. Él era un perseguidor fanático de los cristianos — hasta que un día cuando él viajaba en el Camino a Damasco y Jesús lo bajó de su “soberbia” y restregó su cara en la tierra. A partir de aquel día he aquí que  él se hizo un seguidor fanático y radical de Cristo.

Si decimos que somos  seguidores de Cristo, entonces también hemos tenido alguna clase “de la experiencia del Camino a Damasco,” aunque posiblemente no tan dramática como Pablo. De todos modos, esto nos bajó de nuestra soberbia y de nuestras propias búsquedas y objetivos y nos giró para perseguir los objetivos de Dios. Sin duda si usted es algo como yo, usted se sintió  encendido(a) a hacer lo mismo inmediatamente después de experimentar su conversión.

¿Pero y cuando el tiempo pasó? ¿Y cuando la persecución vino, cuando la gente criticó o se burló de usted, cuando amigos y seres queridos se volvieron contra usted, cuando usted experimentó problemas financieros o  de salud? ¿Se encontró usted lanzando un grito a Dios para la liberación, pidiéndole alivio? De ser así, y si esa liberación y alivio no vinieron cuando usted pensó que si debería, quizás su pasión por perseguir Sus objetivos se ha enfriado.

¿Ve usted un contraste aquí? ¡La mayor parte de nosotros, cuándo los procesos vienen (y mientras vivimos en este mundo, ellos vendrán!) queremos que Dios nos rescate de ellos y nos restaure a una vida fácil, cómoda. Pablo no oró así; él nunca ni  mencionó un deseo para ser liberado de la prisión. En cambio pidió a creyentes del mismo tipo orar por él, para que él “hablara vigorosamente” mientras seguía  predicando el evangelio y llamando la gente al arrepentimiento. Sabía que era así como  él “debería de hablar.” En otras palabras, él no vio ninguna razón de dejar de hacer lo que él había estado haciendo antes de que él fuera arrestado – hablando claramente, vigorosamente y poderosamente de Cristo, en cada oportunidad  que él consiguió.

Los creyentes en otros países que con regularidad son perseguidos por su fe a menudo oran como Pablo lo hizo. En vez de pedir la liberación de las pruebas por las que están pasando, ellos piden a otros orar por ellos para que ellos permanezcan fuertes y fieles en medio de esas pruebas. Por lo consiguiente, su pasión por Cristo no mengua en los tiempos duros,  mejor dicho se vuelve más fuerte.

 ¡Que esto sea lo mismo con nosotros, mis queridos amigos(as)!
AHORA LEA, MEDITE, Y DE LA GLORIA A NUESTRO DIOS Y PADRE Y A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR LA ORACIÓN MÁS EXRAORDINARIA QUE HIZO POR TODOS NOSOTROS.
Juan 17:1-26 17:
1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
17:2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
17:4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
17:5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
17:6 He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
17:7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;
17:8 porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
17:9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
17:10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
17:11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
17:12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
17:13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
17:14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17:15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
17:16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
17:18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
17:20 Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
17:21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
17:22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
17:23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
17:24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
17:25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
17:26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.


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