ALIMENTARNOS
DE LA PALABRA DE DIOS.
“Desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación". 1 Pedro 2:2
Hace poco,
estaba padeciendo un terrible resfriado y perdí el apetito. Podía pasar todo el
día casi sin comer. Me bastaba con beber agua, pero sabía que no podría
sobrevivir mucho tiempo así. Tenía que recuperar el apetito porque mi cuerpo
necesitaba alimentarse.
Cuando los
israelitas volvieron del exilio en Babilonia, su apetito espiritual estaba
debilitado, ya que se habían alejado de Dios y sus caminos. Para que la gente
recuperara la salud espiritual, Nehemías organizó un seminario bíblico, y
Esdras fue el maestro.
Esdras leyó
del libro de la ley de Moisés desde el amanecer hasta el mediodía, para
alimentar al pueblo con la verdad de Dios (Nehemías 8:3), y todos escucharon
atentamente. Es más, su apetito por la Palabra de Dios se despertó de tal
manera que los jefes de familia, los sacerdotes y los levitas se reunieron al
día siguiente con Esdras para estudiar la ley de manera más detallada, porque
querían entenderla mejor (v. 13).
Cuando nos
sentimos separados de Dios o espiritualmente débiles, podemos hallar alimento
espiritual en su Palabra. «Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual
no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pedro 2:2). Pídele
al Señor que renueve tu deseo de tener comunión con Él, y empieza a alimentar
tu corazón, alma y mente en su Palabra.
Reflexionemos:
Al alimentarnos de la Palabra de Dios, nos mantenemos fuertes y saludables en
Él. Así el pecado no nos engaña, estamos firmes ante la tentación, somos
conscientes de la presencia de Dios y el regreso de Cristo.
Autor:
Escritores de Nuestro Pan Diario.
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