PARA SUS
TIEMPOS DIFÍCILES EN LAS MANOS DEL SEÑOR ESTÁN LOS TIEMPOS.
“SU GRACIA
ES SUFICIENTE PARA MI.”
En tu mano
están mis tiempos… (Salmo 31:15).
Cuando el
pastor sudafricano Andrew Murray visitaba Inglaterra en 1895, empezó a sentir
dolores de una antigua lesión en la espalda. Mientras se recuperaba, su
anfitriona le comentó sobre una mujer que estaba atravesando un gran problema,
y quería saber si él la podía aconsejar. Murray respondió: «Entréguele este
papel que he estado escribiendo para alentarme a mí mismo. Quizá le resulte
útil».
Esto es lo que escribió: En los momentos
difíciles, di primero: “Dios me trajo aquí. Es por su voluntad que estoy en
este aprieto. Descanso en esto.”
Luego di:
“Él me sostendrá en su amor y me dará gracia para comportarme como su hijo.”
Después di:
“Él convertirá la prueba en una bendición, enseñándome lecciones. Quiere que
aprenda y que experimente su gracia.”
Por último:
A su tiempo y manera, me sacará de esta situación. Estoy aquí: por designación
de Dios, bajo su cuidado, su guía y para su tiempo».
Nuestro
deseo es la solución instantánea, la reparación inmediata, pero algunas cosas
requieren cierto tiempo; solo podemos aceptarlas. Dios nos sostendrá en su
amor, y podemos descansar en su gracia.
Oremos así:
Querido Señor, no es fácil soportar los momentos de enfermedad y sufrimiento.
Consuélame y ayúdame a confiar en ti.
Autor:
Escritores de Nuestro Pan Diario.
UNA GRACIA
SUFICIENTE.
Y para que
la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un
aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; respecto a lo
cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate
mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:7-10
Deshágase de
la idea que el contentamiento requiere bienestar. El contentamiento es posible,
no importa lo terrible que puedan ser nuestras circunstancias. Cuando estuvo
bajo arresto domiciliario, Pablo escribió: “He aprendido a contentarme con lo
que tengo. Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y
en todas las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la
hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad. ¡Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece!” (Filipenses 4:11-13).
De nuevo nos
encontramos con lo mismo. ¿Se dio cuenta? El secreto del contentamiento de
Pablo era saber que la fortaleza de Cristo se perfeccionaba en su debilidad. Lo
entendió de verdad. . . ¡y qué liberador se le volvió este concepto!
El tema del
sufrimiento es delicado. No es fácil tratarlo, porque sé que estoy escribiendo
a personas que lo han conocido con una profundidad que yo nunca he
experimentado. Tampoco quiero dar la impresión de que soy un modelo en cuanto a
cómo enfrentarlo. Para ser sincero con usted, son incontables las veces que no
sé cómo responder adecuadamente a la adversidad. Es mucho más fácil escribir un
capítulo sobre la adversidad, que modelar esas cosas que se ven tan bien por
escrito. A veces caigo en el auto conmiseración, tengo un quebrantamiento de
corazón y mi espíritu decae. Por tanto, si esa es su experiencia en este
momento, puedo identificarme con usted.
Mi deseo es
que usted y yo nos aferremos a la gracia y que cultivemos la firmeza en medio
de nuestro sufrimiento, al igual que Pablo. Y, de paso, que nos independicemos
de la frenética búsqueda de la felicidad tan generalizada en nuestra cultura.
La felicidad es un subproducto del contentamiento. Después que Pablo descubrió
eso, vivió de esa manera. Yo todavía no he llegado completamente a eso; y lo
más probable es que usted tampoco. Por eso, seguimos adelante, creciendo y
aprendiendo, recordando que el Señor debe crecer, y nosotros menguar.
La próxima
vez que usted escuche que tocan a su puerta la queja porque piensa que tiene
poco, la autocompasión, la insatisfacción, los anhelos de tener más o poseer
otra posición antes de abrirla repita
estas palabras para usted mismo: “Su gracia es suficiente para mí”.
Escrito por
el Pastor Charles R. Swindoll.
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