PORQUE NO ME
AVERGUENZO DEL EVANGELIO PORQUE ES PODER DE DIOS.
Todo empezó
este fin de semana que tuve la oportunidad de visitar la familia y en medio de
la conversación surgió una pregunta.
¿Cuál es
entonces la diferencia entre ustedes los cristianos y nosotros los católicos o
de otros grupos religiosos?
Esta misma
situación la podemos vivir en nuestros barrios, con nuestras familias o con
personas desconocidas y entonces, qué les diremos?
Aquí
presentamos algunas respuestas.
Los cristianos
debemos vivir el Evangelio de Jesucristo.
TODA UNA
VIDA CENTRADA EN EL EVANGELIO DE JESUCRISTO.
¿QUÉ ES EL
EVANGELIO?
Las Buenas
nuevas, las mejores Noticias de Dios para el hombre.
1:16 Porque
no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego
1:19 porque
lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
1:20 Porque
las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa.
1:21 Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido.Romanos1:16, 19-21.
ADAN Y EVA
CONOCIERON A DIOS, PERO NO LE GLORIFICARON.
22.Entonces
el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros,
conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar
también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Génesis 3:22 BLA.
¡! EL EVANGELIO
PUEDE TRANSFORMAR CADA SITUACIÓN DE TÚ VIDA!!
“¡! LLEGANDO
A SER LA PERSONA QUE DIOS QUIERE QUE SEAS!!”
UN CAMBIO
CENTRADO EN EL EVANGELIO.
1. UNA VIDA
PARA DIOS.
EL
PRINCIPIO.
No se trata
de mí. Se trata de Dios y de su Gloria.
El Apóstol
Pablo decía. 10:33 como
también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio
beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.1 Corintios 10: 33.
En el Salmo
115, leemos. 115:1 No a
nosotros, oh Jehová, no a nosotros,
Sino a tu
nombre da gloria,
Por tu
misericordia, por tu verdad.
115:2 ¿Por
qué han de decir las gentes:
¿Dónde está
ahora su Dios?
115:3
Nuestro Dios está en los cielos;
Todo lo que
quiso ha hecho.
115:4 Los
ídolos de ellos son plata y oro,
Obra de
manos de hombres.
Salmo 115: 1- 4.
La idea de
vivir para la Gloria de Dios va en contra de todo lo que se nos ha enseñado y
todo lo que queremos creer. Yo soy el Centro de mi universo. Veo todo y a todos
desde mi punto de vista. Así que mi instinto, si es que acaso pienso en Dios,
es pensar en Él con relación a mí. Por ejemplo, Dios es Justo…sí Su Justicia me
convence. Dios es Amor…si lo expresa de una forma aceptable para mí. El
resultado de esta disposición del corazón es que todos los días Dios es llevado
al banquillo de los acusados de la raza humana y por nuestros prejuicios, y es
obligado a dar cuentas por sus supuestos fracasos, crímenes y delitos.
Pero si debo
vivir mi vida en cada aspecto para la Gloria, el Honor y la Reputación de Dios,
entonces la vida solo se trata de mí en la medida en que yo me relaciono con
Él. Sin duda, esto me pone en el lugar correcto. Por supuesto, el Evangelio nos
asegura que no existe un lugar mejor para mí que este, pero aun así mi ego
patea y grita cuando es puesto en su sitio.
Cuando
comenzamos con la Gloria de Dios, Él se vuelve el punto de referencia. Solo
puedo entender la Justicia y el Amor con relación a Él.
Si tengo que
vivir mi vida para su Gloria, entonces yo no ocupo más el lugar decisivo en el
gran esquema de las cosas. Si toda mi vida se trata de Su Gloria se vuelve el gran Principio inmutable
a través del cual todo se evalúa.
¿SABEN LAS
PERSONAS QUIÉN ES VERDADERAMENTE EL SEÑOR JESUCRISTO?
Es muy
importante que nosotros tengamos plena claridad acerca de Jesucristo y lo que
significa para nuestra vida espiritual, porque de esa manera podemos hablar con
propiedad a quien nos demande información.
La Escritura
nos dice:
“Y Él es la
cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito de
entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).
Hay dos
comienzos en la creación: el primero ocurrió cuando Dios creó los cielos y la
tierra. Cuando Dios creó el primer comienzo, Él habló, y sin más esfuerzo, de
sus dedos salió este vasto e inconmensurable universo. ¡Qué sencillo fue para
Dios crear este universo! El segundo comienzo es cuando su criatura, el hombre,
se vuelve una nueva creación en Cristo (vea 2 Corintios 5:17). Cuando Dios nos
reconcilió por medio de su Hijo, se requirió cada gota de su sangre. No había
ninguna otra manera de ser salvo, aparte de la muerte de Jesús, el sacrificio
perfecto.
¿Qué
significa que Dios tenga preeminencia en su vida? Si usted le preguntara a su
vecino si Dios tiene preeminencia en su vida, ¿qué cree usted que diría? Más
aún: ¿saben ellos que Él es el Señor de su vida? Si no lo saben, ¿por qué no?
Las personas
hablan de conocer y de tener un Dios, pero en la práctica, en el modo de
hablar, de actuar, de servir y de vivir, parece que todo es diferente.
Parece que
conocieran otro Evangelio muy diferente.
Muchos de
nosotros que estamos orando por nuestros familiares, amigos y vecinos no salvos,
estamos pidiendo en nuestras oraciones en la forma equivocada. Estamos
diciendo: “Oh, Dios, ayúdales para que vean”. Pero ellos están ciegos y no
pueden ver.
En Segunda
Corintios 4:3 y 4 dice: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre
los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
Debemos
primero atar al “cegador”. No estamos en guerra contra carne y sangre. Estamos
en guerra contra Satanás mismo y nunca penetraremos en su casa, sino hasta que
primero lo atemos.
Pídale a
Dios que ponga a los cautivos libres. Que ocasione que ellos se arrepientan y
crean en su Hijo Jesucristo. Pídale que le dé a usted un espíritu de oración, y
que le otorgue Su valentía y pasión para testificar a los perdidos.
2. UNA VIDA
PARA OTROS.
EL
PRINCIPIO.
No se trata
de mí. Se trata de amar Dios y a los demás.
El amor a
uno mismo está de moda y es un buen negocio hoy en día. Una famosa compañía se
cosméticos vende sus productos pagándoles a las celebridades para que reciten
el lema de la empresa: “Porque tú lo vales”
Para otros
“Amarte a ti mismo es el más grande amor de todos”
“Amarse a
uno mismo es la más cruel de todas las esclavitudes: promete todo y no da nada”
“Amar a Dios y a los demás es la más liberadora de todas las libertades:
promete todo y nos da más de lo que podemos imaginar.”
En esta
identidad y propósito para vivir existe una simplicidad refrescante. Cuando
amamos a Dios y a los demás le damos la Gloria a Dios, pero es solo su Gracia
la que puede hacer esta gran obra en nosotros.
¡Gracias a
Dios por su Gracia que nos transforma en personas que lo aman a Él y a los
demás!
El verdadero
tesoro que cada uno tiene no es lo material, las posesiones o logros, hay algo
más importante: Dios, Él es quien pone en cada uno: amor, compasión, talentos,
habilidades, dones, etc. y éstos, no se pueden quedar sólo para nuestro
deleite, si no, lo tenemos que compartir con los necesitados.
La relación
íntima con Dios activa el amor hacia los demás. Somos canal de bendición, no
nos quedemos con el tesoro porque hay alguien necesitado que nos está
esperando.
AMAR PORQUE DIOS
NOS AMÓ PRIMERO.
Su amor es
incondicional y no depende de los éxitos de su criatura. Él te ama tal como
eres, está pendiente de tus necesidades, problemas, alegrías, proyectos. Eres
único para su corazón de Padre.
Porque Dios
es amor, en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió
a su hijo unigénito al mundo, para que vivamos para Él. En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y
envió a su hijo.
“Mirad cuál
amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” 1 Juan 3:1.
3. ¿QUE HACE
DIOS POR MÍ?
Aquellos que
suelen identificarse como ateos, como
indiferentes a los temas religiosos y
los intelectuales dicen ¿qué hace y qué me da Dios a mí?
RECIBIMOS DE
DIOS UNA GRACIA INMERECIDA POR MEDIO DE
JESUCRISTO SEÑOR Y SALVADOR.
GRACIA
INMERECIDA. Efesios 2: 1- 22.
Una vez una
mujer bañada en lágrimas se acercó cierto día a Napoleón a fin de solicitar una
gracia para su hijo.
El emperador
respondió que era imposible; se trataba de un joven soldado que había desertado
y aun traicionado; la justicia exigía pues, que fuera fusilado.
- No pido
justicia, explico la madre, abogo por una gracia.
- Señora, le
repito que su hijo no merece una gracia, confirmo Napoleón.
Pero ella
alegó, es por eso que pido gracia, pues si fuera inocente ya no podría
merecerla, es todo lo que pido.
- Bien, en
este caso le concedo la gracia. El emperador lo perdonó.
No podemos
ganar el favor de Dios a través de nuestros propios méritos, porque nadie
podría ser bastante bueno o hacer suficientes obras para alcanzar el nivel de
perfección exigido por Dios.
En cambio,
si apelamos a su infinita compasión, nunca seremos decepcionados. Él otorga
gratuitamente la salvación a quien se vuelve a Él.
Suplicarle
es reconocer que no podemos hacer nada por nosotros mismos, que nos sentimos
perdidos, es reconocer también que Dios existe y que Él es el Salvador.
Cuando
acudimos a su amor nunca es en vano, porque Él nos ama verdaderamente, con amor
eterno. Jeremías 31:3.
“Pero Dios,
que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos)”. Efesios 2:4-5.
LA GRACIA DE
DIOS NOS TRANFORMA DE GUSANOS A MARIPOSAS.
DE PECADORES
A TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO.
“¿No sabéis
que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1
Corintios 3:16).
4. YO
TAMBIÉN CUENTO PORQUE MIS OBRAS VALEN.
No faltan
los que digan que son generosos, que dan limosnas o que le sirven a la gente y
por esto creen tener el derecho de reclamar o recibir reconocimiento.
“Y
considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”
(Hebreos 10:24).
Un área en
donde los creyentes pueden esparcir la luz de Cristo, es en nuestro sistema
escolar. Tenemos una generación que carece de normas de lo que es bueno y de lo
que es lo malo. Todo es relativo. En las escuelas a nuestros niños se les
enseña que descienden de los animales. ¿Debe sorprendernos, por lo tanto, que
muchos actúen como animales? ¿Qué podemos hacer? Debemos encontrar, por medio
del amor, el camino de regreso.
“Haced todo
sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses
2:14-15).
Efesios
2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Si usted
piensa que llegará al cielo por medio de obras, le garantizamos que siempre se
preguntará si ha hecho suficiente. Usted no tendrá una salvación “que se
conoce”, sino una salvación “que se espera”. En lugar de estar erguido y
firmemente de pie como un signo de admiración, estará cabizbajo y dudoso como
un signo de interrogación. Y así estará hasta que entienda que la salvación es
exclusivamente por gracia. Suponga que todo el que quiera ser salvo, tenga que
correr alrededor de la cuadra. Algunos no pueden correr. ¿Cómo sería en el caso
que tuviera que leer un capítulo de la Biblia para ser salvo? Algunos no pueden
leer. Ahora bien, existe una cosa que asegura esa promesa y ésta es la gracia.
¿Con quién
puede usted compartir las Buenas Nuevas hoy? Piense en alguien y pídale a Dios
un amor valiente y una oportunidad divina para poder hacerlo.
Usted es
salvo porque Dios lo hizo todo. Él le llamó (lea Romanos 8:30) Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó.
Él le compró (lea 1 Corintios 6:20) Porque habéis sido comprados por
precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios.
Y Él lo guardará (lea Efesios 4:30). Y no contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
5. NOSOTROS
TAMBIÉN TENEMOS QUIEN NOS HABLE DE DIOS.
Efesios 2:8:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios.”
¿Cómo puede
usted decir si tiene o no el verdadero evangelio? El apóstol Pablo nos da tres
pruebas.
1. La
primera es el origen del evangelio. ¿De dónde proviene éste? Dios lo dio. Es
revelación directa y divina. El evangelio es legitimado por su origen.
2. La
segunda es por su salvación. Todo evangelio que no sea el evangelio de gracia
no es el verdadero evangelio. Usted no lo puede comprar, ni lo puede pedir
prestado, ni lo puede robar, ni se lo puede ganar. Éste fue comprado por Cristo
en la cruz. Es la obra sobrenatural de Dios.
3. La
tercera prueba es el tema. Éste debe ser la gracia de Cristo. Jesús es el tema.
Desde Génesis hasta Apocalipsis, toda la Biblia es acerca de Jesús.
¡Jesús es el
que era, es, y ha de venir!
6. DEJÉMOS
TANTO ATEÍSMO BARATO Y TANTO ORGULLO INNECESARIO Y SEAMOS HUMILDES.
“Igualmente,
jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos
de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”
(1 Pedro 5:5).
El ser
“revestidos”, en 1 Pedro 5:5, significa ponerse el delantal de un siervo, de un
esclavo. Básicamente hay que “amarrarse” el delantal del esclavo, y ser
humilde. ¿Por qué cree que Pedro utilizó esta figura idiomática? Creemos que
fue porque Jesús “se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una
toalla, se la ciñó”, y lavó los pies de los apóstoles. “Pero Pedro le dijo: No
me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás
parte conmigo” (Juan 13:8).
El acto fue
simbólico del hecho que, aunque somos salvos, caminamos en un mundo
contaminado, sucio, y necesitamos venir a Jesús diariamente para que nos limpie
de nuestros pecados, nos restaure y nos refresque. Además, usted no puede mirar
con arrogancia a alguien, cuando le está lavando los pies.
¿Tiene usted
una familia? ¿Por qué no realizar la ceremonia del “lavado de los pies” a los
suyos, este fin de semana, para demostrar a su familia cuán en serio está
viviendo aquello de ser “revestido” de humildad delante de Dios?
DIOS TIENE
UN PLAN PARA SUS HIJOS.
DIOS NOS
SALVÓ Y NOS LLAMÓ SEGÚN SU PROPÓSITO Y SU GRACIA.
“Quien nos
SALVÓ y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según
el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).
Usted
conocerá la gloria y el honor que Dios ha preparado para usted, sólo cuando
conozca a Jesús como su Salvador y Señor personal. El hombre fue coronado con
gloria y cargado con culpa, pero puede ser cambiado por GRACIA. Cuando usted es
SALVO, Dios no lo pone únicamente de regreso a lo que era antes de ser perdido.
Usted ha ganado mucho más en Jesús que lo que perdió en Adán (su vieja
naturaleza). Adán podía perder su relación con Dios. Usted nunca podrá perder
su relación con Dios. Ni siquiera los ángeles comprenden el extraordinario gozo
de un PECADOR SALVADO por GRACIA. ¡Y lo mejor está aún por venir!
SU AMOR ES
INCONDICIONAL.
Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. - Juan 3:16.
La biblia
relata que uno de los malhechores que estaba colgado junto a Jesús lo insultaba
diciendo: - Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Respondiendo
el otro, lo reprendió, diciendo: - ¿Ni siquiera estando en la misma condenación
temes tú a Dios? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos
lo que merecieron nuestros hechos; pero éste ningún mal hizo.
Y dijo a
Jesús: - Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.
Entonces
Jesús le dijo: - De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
La respuesta
que tuvo Jesús superó las esperanzas de este hombre, porque le dijo: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”. Posiblemente el malhechor esperaba una
salvación futura, pero Jesús le prometió llevárselo ese mismo día.
Este acto
refleja la gracia de Dios, que es su amor, su favor inmerecido para con este
pecador y para todo aquel que lo reconoce como su Salvador.
Lo que
ninguna persona ha sido capaz de hacer hasta ahora, Dios lo hizo por todos
aquellos que recibimos su Palabra con un corazón arrepentido y humillado. Él
borra nuestras faltas: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí
mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25) y nos ofrece el
privilegio de empezar una nueva vida. No tiene más en cuenta nuestros pecados,
sino que los olvida; y por su gracias, a menudo borra algunas consecuencias:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
GRACIA
INMERECIDA Y PERDÓN.
La Biblia
está llena de historias impresionantes
de amor, guerras, alimento que
llueve del cielo, el sol se detiene, multitudes alimentadas con cinco panes y dos peces, ciegos que vuelven a
ver, muertos que resucitan y muchas más.
Hay relatos de perseverancia, de amor, de compasión de rectitud, de
coraje, de fe, de arrepentimiento, de perdón y salvación.
Todas las historias nos enseñan algo pero hoy
vamos a recordar a aquellos hombres y mujeres que fallaron, se
equivocaron, desobedecieron, pecaron, o
hasta se rindieron. Gente que, aun habiendo andado con el Maestro, no hizo lo
que debía.
Todas estas
historias son perfectamente aplicables a nuestras vidas, en un momento u otro,
unas más que otras posiblemente, pero todas tiene algo para cada uno de nosotros.
Tal vez te has identificado con Jonás
tratando de huir del llamado de Dios o Sansón permitiendo que tus fuerzas se vayan al involucrarte con cosas del mundo
o quizás la parábola del Hijo pródigo sea la que más se aplique a tu vida y
quién sabe, hasta podrías haber sido como Judas ó Pedro en algunas
oportunidades. Sin duda alguna hay muchos relatos y personajes en los que nos vemos reflejados.
Pero sin
importar con quién te identificas o cuál es tu historia, lo más importante es
el fin que le des a tu historia.
Muchos de
los hombres y mujeres que fallaron se arrepintieron, pidieron perdón y
retomaron el rumbo de sus vidas y cambiaron la historia de la humanidad. No
están en la Biblia por casualidad, sino para enseñarnos que Dios tiene un plan
con nuestras vidas y que sin importar qué hicimos Él quiere perdonarnos.
¿Te
equivocaste? ¿Fallaste? Bueno, no esperes más para pedirle perdón a Dios y
cumplir el propósito que Él tiene para
tu vida.
Recuerda
que Dios siempre está presto a
perdonarnos y a darnos una nueva oportunidad. Si no fuera así, hace mucho que
la humanidad habría desaparecido, el pecado habría terminado con nosotros. Si a
Dios le interesara castigarnos y darnos la espalda, ¿qué sentido tendría la
muerte de Jesús en la cruz? Él decidió dar su vida por nosotros aun sabiendo de nuestras imperfecciones y de
nuestros errores. ¿Qué otra prueba de su
inmenso amor?
“Señor,
Señor, si tuvieras en cuenta la maldad, ¿quién podría mantenerse en pie? Pero en ti encontramos perdón, para que te honremos”
Salmos 130:3-4
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