jueves, 4 de octubre de 2018

DAR GRACIAS A DIOS POR LO BUENO Y LO DIFÍCIL EN TODO MOMENTO.


DAR GRACIAS A DIOS POR LO BUENO Y LO DIFÍCIL EN TODO MOMENTO.
“¡! De antemano, Gracias Señor!!”
Se nos ha enseñado, desde pequeños, que cuando alguien nos da algo o hace algo por nosotros debemos decir “gracias” como parte de las normas de urbanidad y buenos modales.
 Nadie va a decir gracias antes de ver si lo que la otra persona tiene para nosotros es bueno.
 Sin embargo, cuando estamos esperando algo de parte de Dios, lo primero que deberíamos hacer es dar gracias por aquellas coas que vendrán, creyendo que ya ocurrió aquello que estamos pidiendo, dando por hecho que Dios ya respondió nuestra oración.
 No es fácil decir gracias cuando uno ha recibido una noticia devastadora y no vez que algo positivo pueda surgir de eso, cuando te dicen que tienes una enfermedad irreversible ni cuando perdiste tu trabajo hace meses y no has encontrado otro. En esas circunstancias no agradecemos, esperamos que Dios haga algo, le recordamos nuestra situación de forma constante y hasta llega un momento en el que nos conformamos con un “Aunque sea”, ya no importa lo que queríamos, sino que apelamos a que Dios nos dé “alguito, lo que sea”. Dejamos de buscar lo mejor, sólo queremos salir de esa situación.
 La fe es el requisito indispensable en la vida cristiana. Nuestra mente siempre está en constante batalla con nuestra fe. Pero lo importante es tener la certeza de que Dios tiene algo grande para nosotros, que esa oración que hicimos ya fue contestada.
 Tener un corazón agradecido y acercarnos a Dios con sinceridad y llenos de fe, hace que la mano de Dios se mueva en nuestro favor. No necesitas oraciones largas y rebuscadas, basta con que tengas fe.
 El evangelio de Marcos, en el capítulo 5, nos relata el caso de una mujer que estaba enferma por mucho tiempo. Había visitado médicos y gastado todo lo que tenía pero no mejoraba. Entonces, cuando se acercó a Jesús y tocó el manto y fue sana. La fe de esta mujer era tan grande que Jesús mismo preguntó quién había tocado su manto porque poder había salido de Él. En ese momento la pregunta sonaba un tanto absurda, considerando que la multitud lo estaba apretando.
 Si esta mujer no hubiera estado segura de que Jesús podía sanarla, entonces no se hubiera acercado. Recordemos que Jesús estaba en medio de una multitud, seguramente no fue nada fácil llegar hasta Él. Y aun cuando lo hubiera tocado, si no hubiera creído, no habría pasado nada.
 Cree y da gracias por aquello que pediste y que Dios ya te dio. No te rindas, sigue orando con fe pero también alégrate porque Dios ya te respondió. Prepárate cada día más para recibir lo que Dios tiene para ti. Recuerda que en cualquier momento Dios puede sorprenderte.
 “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Efesios 5:20.
 Autora: Ana María Frege Issa.
Coordinadora Call Center.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
SEÑOR GRACIAS POR LA SALVACIÓN.
Salmos 25:2: “Dios mío, en Ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.”
¿Ha notado que ciertas personas se avergüenzan en los restaurantes si inclina su rostro y menciona a Jesucristo al dar gracias por la comida? Ellos se frotan la frente o acomodan sus cejas. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué se avergüenzan? Creemos que es porque no saben lo que se están perdiendo al no conocer a Jesucristo. Verá, la salvación es un regalo grandioso. Dios mandó a su Hijo a morir por nosotros. Él resucitó de entre los muertos por nosotros. Él ascendió al cielo por nosotros. ¡Él regresará por nosotros! ¿Cómo podemos avergonzarnos de esto?
La próxima vez que vaya a un restaurante, permita que su oración por los alimentos sea una oportunidad para evangelizar a su amigo no creyente.
SEÑOR GRACIAS POR SU CORRECCIÓN Y DISCIPLINA.
Hebreos 12:6: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”
Cuando era niño (a), ¿alguna vez le dieron una paliza inmerecida? Quizás en ocasiones su mamá o su papá andaban con ganas de dar palizas, y le daban a todo el que le pudiesen poner la mano encima. ¡Qué ofensa! No hay nada peor para un niño (a) que darse cuenta: “Me pegaron y no lo merecía.” ¿No es algo chistoso? En aquellos tiempos nunca nos detuvimos para pensar en todos las otras ocasiones que sí merecíamos la paliza y no la recibimos. Nuestro Padre es misericordiosamente amoroso y bondadosamente sabio para darnos siempre lo que necesitamos en nuestras vidas. Y a veces necesitamos su mano amorosa de consuelo y a veces su mano de disciplina.
Dele gracias a Dios que su mano de misericordia se la extiende cuando usted no lo merece. Y que su mano de disciplina la extiende cuando sí.
SEÑOR GRACIAS POR TODO LO QUE NOS DAS, TODA PROVISIÓN, LA SALUD.
Primera Crónicas 16:8: “Alabad a Jehová, invocad su nombre, dad a conocer en los pueblos sus obras.”
Si usted es un hijo de Dios, usted debe agradecerle diariamente a Él todo momento de su vida, sin importar lo que le pase.
¿Alguna vez le ha agradecido a Dios por el agua que toma? ¿Sabía usted que en diversos países subdesarrollados las personas no cuentan con agua potable para beber? Millones de personas mueren anualmente a causa de enfermedades relacionadas con el agua contaminada.

¿Alguna vez le ha dado gracias por usar una ayuda auditiva? Algunas personas desearían tener dicho dispositivo.
¿Le ha dado gracias a Dios por ese examen que va a tomar hoy? Hay muchos que anhelarían poder costearse sus estudios universitarios.
¿Le ha agradecido a Dios su próximo aliento?
Lo que sea parezca ser una prueba hoy en su vida... ¡agradézcaselo a Dios! Y cuando quieran filtrarse pensamientos de descontento o murmuración, desarráiguelos al darle gracias a Dios.
GRACIAS SEÑOR, POR SU LLAMADO A SER PARTE DE SU OBRA EVANGELIZADORA.
"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).
¿Alguna vez ha visto una competencia de triatlón? Un programa televisivo presentó una que involucraba 2.4 millas de natación, 112 millas de ciclismo y 26.2 millas corriendo. Una joven mujer lideraba el grupo, pero de pronto, sólo a unos pocos metros de la línea de llegada, ella se cayó. Sus piernas parecían fideos. Esta atleta trató de ponerse de pie y caminar, pero cayó otra vez. Ella terminó la carrera en agonía; literalmente se arrastró hasta la línea de llegada, pero no llegó en primer lugar. Si estos hombres y mujeres se entregan a esta agotadora y dura prueba atlética para ganar una corona corruptible, Dios no quiere que nosotros seamos menos que los fuertes y espirituales atletas que Dios nos llamó a ser. Estamos hablando de muerte y vida, cielo e infierno, y la gloria de Dios.
¿Cómo le va en la carrera? ¿Es usted lo suficientemente fiel para correr, aunque las cosas se pongan difíciles? ¿Se unirá a Pablo diciendo Filipenses 3:13-14? Pida a Dios que le haga fuerte y fiel hasta el fin.
GRACIAS SEÑOR POR CADA TAREA QUE PONES EN MIS MANOS, QUIERO SER OBEDIENTE Y LO HARÉ CON AMOR Y SIN MURMURAR.
“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14-15).
¿Sabe cuál es el problema, con muchos de nosotros, cuando obedecemos a Dios? Murmuramos acerca del asunto mientras lo efectuamos. Y Dios toma nota de esa clase de actitud, porque “obediencia a medias” no es obediencia de ninguna manera. Recuerde: Dios mira el corazón, no la obra (vea 1 Samuel 16:7). ¿Sabe por qué murmuramos? Porque hemos desviado nuestros ojos del Calvario. Jesús no murmuró en su camino hacia la cruz. No lo hizo. ¿Agradece usted a Dios por las pérdidas en su vida? ¿O sólo lo hace cuando hay ganancias? ¿Cuándo se siente más cerca de Dios: durante las pruebas o durante los tiempos de calma?
¿Por qué debe dar gracias?
“Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20).
TODO ES PARA LA GLORIA DE NUESTRO PADRE CELESTIAL Y POR MEDIO DE JESUCRISTO EL SEÑOR.

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