ESTAMOS
VIVIENDO EN EL SIGLO DONDE LOS HOMBRES DECIMOS EXHALTACIÓN SÍ PERO HUMILLACIÓN
NO.
LA PALABRA
DE DIOS DICE: HUMILLAOS
BAJO LA PODEROSA MANO DE DIOS.
1 Pedro
5:6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa
mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;”
Para el ser
humano la humillación no es uno de sus términos favoritos, no se considera un
tema de moda y jamás se verá como un capitulo en los muchos libros de
superación que se escriben actualmente. De pronto porque humillarse significa,
renunciar al ego, es sinónimo de darse por vencido o sencillamente implica
aceptar a otro como superior a sí mismo. Este tema en vez de alegría parece
traer vergüenza y de cierto modo va en contra de todo lo que la sociedad actual
le propone al hombre. Donde este no sólo tiene la capacidad de “triunfar” en
todo lo que se proponga, sino que puede llegar a ser “grande” y “superior” a
los demás.
Sin embargo,
cuando vamos al que todo lo sabe y todo lo conoce, al gran creador y único y
sabio Dios, parece que Él ve la humillación de una forma diferente. Para Dios
este es el método más rápido para llevar a cabo en nosotros los planes
preciosos que tiene para nuestras vidas. Cuando reconozco su soberanía y me
entrego a Él, entonces Él me exaltará en el momento preciso, pero será para su
gloria y no la mía.
Jesús es el
mayor ejemplo de humillación, no sólo porque lavó los pies de sus discípulos
(como cualquier siervo solía hacerlo en su época), sino porque siendo igual a
Dios no tomó esto como algo a que aferrarse, sino que se entregó no sólo para
ser víctima de burlas, azotes y castigo, sino que aun hasta la misma muerte fue
por amor a nosotros. Por este acto máximo de humillación, también Dios lo
exaltó a lo sumo y estableció que toda rodilla se doblará y toda lengua
confesará que Jesús es el Señor para la Gloria del Padre. (Filipenses. 2:1-8)
Cuando
entiendes que la Humillación, lejos de ser una ofensa es el principio de tu
exaltación, ya no lo verás cómo el mundo lo ve. Por el contrario, Como ser
humano será uno de tus mayores triunfos ante los ojos de Dios. Es verdad que no
es algo fácil, por eso sólo los valientes se atreven a reconocer la grandeza y
soberanía de Dios y únicamente los osados podrán gozar de una plenitud bajo la
poderosa mano de su hacedor. El descanso y paz que sobrepasa todo entendimiento
será para aquellos que se atrevan a rendir sus vidas, familias, presente y
futuro en las manos del altísimo.
No te
sorprendas cuando Dios te guie a hacer algo que en tu humanidad te parezca
ilógico, es más, es muy probable que todo lo que Dios nos pida suene ilógico,
pero debes recordar que sus pensamientos no son nuestros pensamientos y sus
caminos no son nuestros caminos. Solo confía, y ríndete ante esa poderosa mano
que reina con poder, que hizo los cielos y la tierra y que no se ha cortado
para salvar y libertar a sus hijos.
Jeremías
29:11-12, "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,
dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Autora. Dilean
Canas.
Santiago
4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará.”
¿Alguna vez
se ha preguntado qué es la humildad? La verdadera humildad no es pensar
negativamente acerca de sí mismo. Es estar de acuerdo con lo que Dios dice
acerca de usted. La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y
humilla a una persona sin rebajarla. Somos lo que somos por Cristo.
En esta
vida, usted no estará sin pecado, más cuando se encargue de éste, usted se
acercará a poder liberarse del pecado. Sin pecado no vivirá, pero sí sin culpa.
Si usted confiesa su pecado y ora a Dios pidiendo perdón, vivirá libre de
culpa.
¿Posee una
Biblia con concordancia? Haga un estudio acerca del tema de la humildad.
Comience con Filipenses 2:5-11.
Romanos
12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que
piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno.”
¿Trata usted
de ser el mejor o hacer lo mejor? El perfeccionista tiene que ser el mejor.
Tiene que ser el número uno. No puede aceptarse a sí mismo. La gracia de Dios
exalta a una persona sin enorgullecerla, y humilla a una persona sin
degradarla. La persona que se esfuerza por lograr la excelencia dice: “Soy lo
que soy por la gracia de Dios.”
¿Se valora
usted por lo que hace o por lo que es? Usted puede escoger. Puede escoger verse
como Dios le ve o puede escoger verse como el mundo le ve. ¿La opinión de quién
escuchará el día de hoy?
¿Existe
alguien en su vida cuya opinión le es profundamente importante? En lugar de
definir quién es usted basándose en esa opinión, mídase a sí mismo con las
normas de Dios expuestas en su palabra.
Gálatas 4:7:
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y sí hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo.”
¿Es usted
salvo? Entonces usted es un santo. Sabemos lo que está pensando: “Pero yo no
puedo decir eso, puesto que Cristo quiere que sea humilde.” Déjenos explicarle
lo que es la verdadera humildad: es aceptar lo que Dios dice acerca de usted. Y
Dios asegura que usted es un santo. Ahora bien, eso no lo convierte en una
persona sin pecado, sino que lo hace una persona justificada, perdonada. Ante
los ojos de Dios (y eso es lo único que cuenta) usted es un santo. Dios lo ve
como una persona perfecta porque Él lo ve cubierto con la justicia de su Hijo.
¡Gloria a Dios por su inefable amor hacia nosotros!
Párese
frente a un espejo y diga en voz alta: “Yo soy un santo.” Disperse las Buenas
Nuevas a su familiares y amigos creyentes, que ellos también son santos.
“La soberbia
del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios
29:23).
¿Ha enseñado
a alguien a manejar? ¿Qué es la primera cosa que les enseña? Si usted es como
lo fue el pastor Rogers, antes de enseñar a sus hijos lo que es encendido, el
acelerador o las señales direccionales, les enseña dónde está el freno.
Ahora,
suponga que su alumno dice: “¡Yo no quiero saber del freno! ¡Quiero saber del
acelerador!” Usted seguramente responderá: “Olvídate del acelerador. Antes de
que puedas ir, debes saber cómo frenar.”
Ponga esto
en el plano espiritual. Si le pidiésemos que se someta a Dios, y contesta: “No
estoy interesado en la sumisión. ¡Lo que quiero es la victoria!”
Amigo (a),
Dios no va a derramar su poder en usted, hasta cuando Él no vea en usted un
espíritu de sumisión.
Si usted
está físicamente apto, arrodíllese y dóblese en reverencia a Dios. Permita que
esta posición de humildad transforme su espíritu en una total entrega y
sumisión al Todopoderoso Dios.
“Igualmente,
jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos
de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”
(1 Pedro 5:5).
El ser
“revestidos”, en 1 Pedro 5:5, significa ponerse el delantal de un siervo, de un
esclavo. Básicamente hay que “amarrarse” el delantal del esclavo, y ser
humilde. ¿Por qué cree que Pedro utilizó esta figura idiomática? Creemos que
fue porque Jesús “se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una
toalla, se la ciñó”, y lavó los pies de los apóstoles. “Pero Pedro le dijo: No
me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás
parte conmigo” (Juan 13:8).
El acto fue
simbólico del hecho que, aunque somos salvos, caminamos en un mundo
contaminado, sucio, y necesitamos venir a Jesús diariamente para que nos limpie
de nuestros pecados, nos restaure y nos refresque. Además, usted no puede mirar
con arrogancia a alguien, cuando le está lavando los pies.
¿Tiene usted
una familia? ¿Por qué no realizar la ceremonia del “lavado de los pies” a los
suyos, este fin de semana, para demostrar a su familia cuán en serio está
viviendo aquello de ser “revestido” de humildad delante de Dios?
Empiece hoy
activamente a organizar sus pensamientos y traerlos en obediencia a Cristo 2
Corintios 10:5. Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo,
Use
Filipenses 4:8. Por lo
demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Úselo como
un filtro por el cual usted pasa todo pensamiento.
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