lunes, 1 de octubre de 2018

ESTAMOS VIVIENDO EN EL SIGLO DONDE LOS HOMBRES DECIMOS EXHALTACIÓN SÍ PERO HUMILLACIÓN NO.


ESTAMOS VIVIENDO EN EL SIGLO DONDE LOS HOMBRES DECIMOS EXHALTACIÓN SÍ PERO HUMILLACIÓN NO.
LA PALABRA DE DIOS DICE: HUMILLAOS BAJO LA PODEROSA MANO DE DIOS.
1 Pedro 5:6  “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;”
Para el ser humano la humillación no es uno de sus términos favoritos, no se considera un tema de moda y jamás se verá como un capitulo en los muchos libros de superación que se escriben actualmente. De pronto porque humillarse significa, renunciar al ego, es sinónimo de darse por vencido o sencillamente implica aceptar a otro como superior a sí mismo. Este tema en vez de alegría parece traer vergüenza y de cierto modo va en contra de todo lo que la sociedad actual le propone al hombre. Donde este no sólo tiene la capacidad de “triunfar” en todo lo que se proponga, sino que puede llegar a ser “grande” y “superior” a los demás.   
Sin embargo, cuando vamos al que todo lo sabe y todo lo conoce, al gran creador y único y sabio Dios, parece que Él ve la humillación de una forma diferente. Para Dios este es el método más rápido para llevar a cabo en nosotros los planes preciosos que tiene para nuestras vidas. Cuando reconozco su soberanía y me entrego a Él, entonces Él me exaltará en el momento preciso, pero será para su gloria y no la mía.
Jesús es el mayor ejemplo de humillación, no sólo porque lavó los pies de sus discípulos (como cualquier siervo solía hacerlo en su época), sino porque siendo igual a Dios no tomó esto como algo a que aferrarse, sino que se entregó no sólo para ser víctima de burlas, azotes y castigo, sino que aun hasta la misma muerte fue por amor a nosotros. Por este acto máximo de humillación, también Dios lo exaltó a lo sumo y estableció que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor para la Gloria del Padre.  (Filipenses. 2:1-8)
Cuando entiendes que la Humillación, lejos de ser una ofensa es el principio de tu exaltación, ya no lo verás cómo el mundo lo ve. Por el contrario, Como ser humano será uno de tus mayores triunfos ante los ojos de Dios. Es verdad que no es algo fácil, por eso sólo los valientes se atreven a reconocer la grandeza y soberanía de Dios y únicamente los osados podrán gozar de una plenitud bajo la poderosa mano de su hacedor. El descanso y paz que sobrepasa todo entendimiento será para aquellos que se atrevan a rendir sus vidas, familias, presente y futuro en las manos del altísimo.
No te sorprendas cuando Dios te guie a hacer algo que en tu humanidad te parezca ilógico, es más, es muy probable que todo lo que Dios nos pida suene ilógico, pero debes recordar que sus pensamientos no son nuestros pensamientos y sus caminos no son nuestros caminos. Solo confía, y ríndete ante esa poderosa mano que reina con poder, que hizo los cielos y la tierra y que no se ha cortado para salvar y libertar a sus hijos.
Jeremías 29:11-12, "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Autora. Dilean Canas.
Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará.”
¿Alguna vez se ha preguntado qué es la humildad? La verdadera humildad no es pensar negativamente acerca de sí mismo. Es estar de acuerdo con lo que Dios dice acerca de usted. La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y humilla a una persona sin rebajarla. Somos lo que somos por Cristo.
En esta vida, usted no estará sin pecado, más cuando se encargue de éste, usted se acercará a poder liberarse del pecado. Sin pecado no vivirá, pero sí sin culpa. Si usted confiesa su pecado y ora a Dios pidiendo perdón, vivirá libre de culpa.
¿Posee una Biblia con concordancia? Haga un estudio acerca del tema de la humildad. Comience con Filipenses 2:5-11.
Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
¿Trata usted de ser el mejor o hacer lo mejor? El perfeccionista tiene que ser el mejor. Tiene que ser el número uno. No puede aceptarse a sí mismo. La gracia de Dios exalta a una persona sin enorgullecerla, y humilla a una persona sin degradarla. La persona que se esfuerza por lograr la excelencia dice: “Soy lo que soy por la gracia de Dios.”
¿Se valora usted por lo que hace o por lo que es? Usted puede escoger. Puede escoger verse como Dios le ve o puede escoger verse como el mundo le ve. ¿La opinión de quién escuchará el día de hoy?
¿Existe alguien en su vida cuya opinión le es profundamente importante? En lugar de definir quién es usted basándose en esa opinión, mídase a sí mismo con las normas de Dios expuestas en su palabra.
Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y sí hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
¿Es usted salvo? Entonces usted es un santo. Sabemos lo que está pensando: “Pero yo no puedo decir eso, puesto que Cristo quiere que sea humilde.” Déjenos explicarle lo que es la verdadera humildad: es aceptar lo que Dios dice acerca de usted. Y Dios asegura que usted es un santo. Ahora bien, eso no lo convierte en una persona sin pecado, sino que lo hace una persona justificada, perdonada. Ante los ojos de Dios (y eso es lo único que cuenta) usted es un santo. Dios lo ve como una persona perfecta porque Él lo ve cubierto con la justicia de su Hijo. ¡Gloria a Dios por su inefable amor hacia nosotros!
Párese frente a un espejo y diga en voz alta: “Yo soy un santo.” Disperse las Buenas Nuevas a su familiares y amigos creyentes, que ellos también son santos.
“La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29:23).
¿Ha enseñado a alguien a manejar? ¿Qué es la primera cosa que les enseña? Si usted es como lo fue el pastor Rogers, antes de enseñar a sus hijos lo que es encendido, el acelerador o las señales direccionales, les enseña dónde está el freno.
Ahora, suponga que su alumno dice: “¡Yo no quiero saber del freno! ¡Quiero saber del acelerador!” Usted seguramente responderá: “Olvídate del acelerador. Antes de que puedas ir, debes saber cómo frenar.”
Ponga esto en el plano espiritual. Si le pidiésemos que se someta a Dios, y contesta: “No estoy interesado en la sumisión. ¡Lo que quiero es la victoria!”
Amigo (a), Dios no va a derramar su poder en usted, hasta cuando Él no vea en usted un espíritu de sumisión.
Si usted está físicamente apto, arrodíllese y dóblese en reverencia a Dios. Permita que esta posición de humildad transforme su espíritu en una total entrega y sumisión al Todopoderoso Dios.
“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).
El ser “revestidos”, en 1 Pedro 5:5, significa ponerse el delantal de un siervo, de un esclavo. Básicamente hay que “amarrarse” el delantal del esclavo, y ser humilde. ¿Por qué cree que Pedro utilizó esta figura idiomática? Creemos que fue porque Jesús “se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó”, y lavó los pies de los apóstoles. “Pero Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo” (Juan 13:8).
El acto fue simbólico del hecho que, aunque somos salvos, caminamos en un mundo contaminado, sucio, y necesitamos venir a Jesús diariamente para que nos limpie de nuestros pecados, nos restaure y nos refresque. Además, usted no puede mirar con arrogancia a alguien, cuando le está lavando los pies.
¿Tiene usted una familia? ¿Por qué no realizar la ceremonia del “lavado de los pies” a los suyos, este fin de semana, para demostrar a su familia cuán en serio está viviendo aquello de ser “revestido” de humildad delante de Dios?
Empiece hoy activamente a organizar sus pensamientos y traerlos en obediencia a Cristo 2 Corintios 10:5. Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
Use Filipenses 4:8. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Úselo como un filtro por el cual usted pasa todo pensamiento.

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