jueves, 23 de noviembre de 2017

LA MEJOR MANERA DE COMUNICARNOS CON DIOS. NOVENA PATE.

31. DIOS NOS DIO VIDA NUEVA PARA ANDAR EN VIDA NUEVA. Salmo 36:9: “Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.”
Jesús tiene una vida que la tumba no pudo retener. Aun cuando Él llevó sus pecados al sepulcro y los dejó allí, ¡Jesús salió de aquella tumba vivo, resucitado y victorioso! Cuando Jesús resucitó, usted resucitó con Él. Los creyentes no son simplemente buenas personas, son nuevas criaturas. Tenemos el mismo poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos. Hemos salido del sepulcro de la vieja vida. Nuestro viejo amo NO tiene ya ningún poder sobre nosotros. La vieja deuda NO tiene ninguna otra multa que nosotros tengamos que pagar.
Cuando Jesús salió de aquella tumba, nosotros salimos con Él y hemos sido resucitados para andar en vida nueva.
¿Anda usted con la ropa fúnebre de su vieja vida? ¡Quíteselas, mi amigo (a)! ¡Jesús vino a darle nueva vida! ¡Crea que usted es ahora una nueva creación en Cristo!.
32. SOMOS LUZ EN MEDIO DE LA OSCURIDAD.
“Este es el mensaje que oímos de Jesús y que ahora les declaramos a ustedes: Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Por lo tanto, mentimos si afirmamos que tenemos comunión con Dios pero seguimos viviendo en oscuridad espiritual; no estamos practicando la verdad”. - 1 Juan 1:5-6.
Este texto lo escribe Juan, el discípulo amado de Jesús, aquel que cuando todos huyeron y se escondieron porque Cristo estaba siendo crucificado, se quedó a su lado e inclusive se encargó de cuidar de la madre de su maestro. Juan puede hablar de comunión e intimidad con Jesús, Juan estuvo en los momentos más importantes de su vida mientras estuvo en la tierra Juan caminó con él, habló con Jesús, aprendió de El e inclusive le tocó después de su resurrección.
Este mismo Juan nos está recordando por medio de este verso que aquella persona que dice conocer a Jesús, que se hace llamar discípulo o que recibe el nombre de Cristiano pero tiene áreas en su vida ocultas a la luz de Cristo, sencillamente no está siendo honesto con Dios, ni consigo mismo.
La única forma en que podemos escapar a una oscuridad espiritual, a situaciones caóticas, circunstancias que preferimos esconder o que nos avergüenzan, no es por medio de prácticas religiosas, ni a través de caretas que aparentan una perfección falsa, sino debido a una comunión real, genuina e íntima con Jesús.
Jesucristo es luz, toda su vida en la tierra fue clara, nítida, nada hizo Jesús a escondidas o a espaldas a Dios, ni de los hombres. El desea que nuestra vida sea igual; transparente y honesta. No sólo con las personas a nuestro alrededor, sino con nosotros mismos pero sobre todo con El. A los hombres podemos engañarlos, es fácil vivir de pretensiones y mantener un estatus ante las personas pero esto no deja más que un rastro de insatisfacción, amargura e inconformidad.
No es posible vivir de manera plena cuando aún hay oscuridad en nuestras vidas, porque tarde o temprano llegamos a ser esclavos de la misma.
El propósito de Jesús es que practiquemos la verdad, porque eso trae luz a nuestra vida y nos hace libres. Su Luz nos da la plenitud que nuestra alma tanto desea.
Decide hoy vivir en la luz de Cristo, permite que El entre a tu vida y alumbre aquellas áreas que por tanto tiempo te han quitado tu libertad y transparencia. Recuerda que no depende de ti sino de la intimidad que estés dispuesto(a) a experimentar con tu Señor.
Autor(a). Dilean Canas.
33. UNA VERDADERA TRANSFORMACIÓN EN CRISTO.
LA TRANSFORMACIÓN DE ROSSANA.
Por Carlos Rey.
Rossana era una niña italiana muy atractiva pero descuidada. Todo el día andaba por las calles descalza, despeinada, con la ropa hecha jirones, y nunca se lavaba la cara ni las manos. Tenía una amiga a la que llamaba «su mejor amiga». Era una bella estatua de mármol que había en el parque. Para Rossana, la estatua representaba una niña de su misma edad y porte. Todos los días Rossana la contemplaba y, en su inocencia infantil, conversaba con ella y le contaba todo lo que tenía que ver con su vida.
Un día Rossana observó que la estatua estaba bien peinada y tenía las manos limpias. A fin de parecerse a su amiguita de mármol, corrió a su casa, se lavó y se peinó.
Otro día notó que la estatua calzaba lindos zapatos blancos, y recordó que en su casa ella tenía un par de zapatos nuevecitos. Así que fue a su casa y se puso medias y zapatos.
El día siguiente Rossana observó que el vestido de su amiguita, la estatua, estaba pulcro y elegante, mientras que el de ella estaba hecho jirones. De modo que volvió a su casa y se puso el mejor vestido que tenía.
Cuando regresó al parque el próximo día, notó los hermosos aretes y el bonito anillo que tenía la estatua, y como en su casa ella tenía esas pequeñas joyas, fue y se las puso.
Así, sin darse cuenta, Rossana fue transformándose, copiando de su amiga, la estatua del parque, sus vestidos, sus adornos y su pulcritud. En menos de una semana la niña había cambiado de aspecto a tal grado que le hubiera sido imposible ocultar su hermosura de haber querido hacerlo, pues resplandecía como una mañana de primavera.
Si bien Rossana se dedicó a imitar a su amiga, que no era más que la estatua de un parque, con mucha más razón debemos nosotros empeñarnos en imitar a Jesucristo, el Hijo de Dios, que es nuestro Creador, sobre todo los que decimos ser cristianos.
En nuestra cultura iberoamericana muchas personas se consideran cristianas, pero muy pocas comprenden el sentido original de ese adjetivo. Durante el primer siglo, los que se llamaban cristianos se identificaban de ese modo con Cristo, su Señor y Maestro. Lo hacían no sólo para indicar que eran seguidores de Cristo, sino también para indicar su deseo de imitarlo a Él en todo, hasta en la muerte.
Lamentablemente en el transcurso de los siglos la pureza del significado del adjetivo «cristiano» se ha diluido al extremo de definirse como «expresión indeterminada para referirse a una persona cualquiera»,1. Como «hermano o prójimo» y, en sentido coloquial, como «persona o alma viviente».2. ¡Con razón hay en la actualidad tantos presuntos cristianos que en nada se parecen a Cristo!
Es hora de que volvamos a las raíces del cristianismo. Imitemos a Cristo como lo imitaba el apóstol Pablo.3. De hacerlo así, San Pablo nos asegura que «todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, [seremos] transformados a su semejanza con más y más gloria...».4.
1       Diccionario de uso del español de María Moliner (Edición Electrónica, Versión 2.0).
2       Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (Vigésima Segunda Edición).
3       1Co 11:1.

4       2Co 3:18.

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