LA MEJOR
MANERA DE COMUNICARNOS CON DIOS.
1. LA
ACTITUD DE CONFIAR EN DIOS.
Salmo 34:8:
“Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él.”
El Señor
Jesucristo nos da las Bienaventuranzas o Beatitudes: actitudes que deben ser.
Éstas no son trivialidades, sino actitudes que tratan con el carácter del
creyente. Su reputación es lo que otros piensan de usted, más el carácter es lo
que Dios sabe de usted. Las Bienaventuranzas no dicen: “Bienaventurado es lo
que usted tiene”, ni: “Bienaventurado es lo que usted hace”, sino:
“Bienaventurado lo que usted es”.
¿Qué es lo
que la mayoría de las personas en el mundo están haciendo? Están buscando la
felicidad. Si usted busca la felicidad, nunca la encontrará. Sin embargo, si se
pone en paz con Dios, la bienaventuranza lo encontrará.
¿Ha estado
buscado su valor en lo que tiene o en lo que usted hace? Confiéselo ante el
Señor y medite en las actitudes que debe tener según Mateo 5:3-11.
2. LA
PRIORIDAD EN MI VIDA ES MI PASTOR Y MI TOTAL DEPENDENCIA DE ÉL.
En ocasiones
escuchamos que la gente le dice a los jóvenes: “Ganen todo el dinero que
puedan, siempre y cuando lo hagan honestamente.” Éste no es un buen consejo. Si
usted gana todo el dinero que puede, va a estar ganando dinero cuando debería
estar haciendo otra cosa. Usted va a estar ganando dinero cuando debería estar
a solas con Dios. No estamos hablando en contra de ganar dinero, sino que
simplemente necesitamos detenernos y poner prioridades en nuestras vidas.
¿Sabe lo que
pensamos que Dios hace con algunos de nosotros? Él nos hace descansar. Nosotros
no lo haremos a menos que Él nos haga descansar.
Por qué no
se detiene ahora mismo y ora: “Señor Jesús, no tienes que hacerme descansar.
Prefiero bajar la velocidad. ¡Deseo estar quieto y saber que Tú eres DIOS!
Muéstreme cómo hacerlo”
3. VIDA
PLENA EN PRESENCIA DE JESUCRISTO.
Nuestro
amoroso Dios nos concede el privilegio de tener comunión con Él, algo que debe
ser nuestra prioridad diaria. Buscarle a Él primero es un mandamiento de Cristo
(Mt. 6:33) que nos beneficia de muchas maneras. Y debemos tener cuidado porque
podemos ser tentados a olvidar que tenemos ese privilegio que pertenece a la
vida abundante en Él. Nuestra vida será plena y abundante, y estaremos
satisfechos solo cuando estemos en comunión con Jesucristo.
“Llegue mi
clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra”
(Sal. 119:169).
Llegamos a
la última estrofa del Salmo (vv. 169-176). Un tesoro lleno de enseñanzas para
nuestra vida, en cada circunstancia y en cada ocasión. Quiero tomar esta final
como el resumen de todo el contenido, cerrando la reflexión como el secreto
para una vida plena.
Primeramente,
esa vida debe estar comprometida con la oración (vv. 169-170). La oración fue
la tónica del Salmo. En ocasiones pidió ayuda sobre los enemigos (v. 153),
otras aliento en la prueba (v. 153b), pidiendo ayuda para entender las razones
por las que se produce (Stg. 1:5). La oración será en ocasiones un clamor que
sube delante de Dios (v. 169a); otras un ruego: “dame entendimiento” (v. 169b);
a veces un diálogo con Dios, que es la oración (170a). En esto seguimos el
ejemplo del Señor, y obedecemos Su mandamiento que nos insta a “orar sin
cesar”. La razón para orar es la promesa de Dios: “Clama a mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer.
33:3). En segundo lugar, una vida plena es aquella en que la alabanza se
manifiesta (v. 171). En cada momento hay razones para alabar a Dios, Él ha
mostrado “su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros” (Ro. 5:8). Sus misericordias son nuevas proveyendo una salvación
segura, el aliento en cada circunstancia adversa, la restauración en las caídas
y la suprema esperanza de gloria, que es Cristo en nosotros (Col. 1:27). Hoy
tenemos razones para alabarle. Ningún problema es mayor que Su gracia.
En tercer
lugar, se nos llama a una vida de dependencia (v. 173). Necesitamos sustento y
socorro, no hay recursos en nosotros, pero Su mano está siempre pronta para
socorrernos. Debo entender que, separado de Él, nada puedo hacer (Jn. 15:5).
Debemos oír Su advertencia: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Es el tiempo para
volvernos en dependencia a Dios y decir delante de Él, como el antiguo himno:
Por fe yo voy, sintiendo mi flaqueza”. También la vida plena se desarrolla en
la santificación (v. 174). Nuestra salvación se desarrolla en la santidad: “como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:15.16).
La penúltima base es amor por la Palabra. El Salmo nos enseñó que es fuente de
orientación (v. 24); de consuelo (v. 77); de esperanza (v. 92); de liberación
(v. 143). El secreto no está en conocer la Biblia, sino en vivir conforme a
ella. Finalmente, la vida plena es una vida de testimonio (v. 175)
Miro todo
esto y me doy cuenta que debo confesar delante del Señor que muchas veces
fracaso porque soy “como oveja extraviada” (v. 176). Quiero reconocer que no
siempre estoy en el camino correcto que Él me marca. Pero, sé también que es en
mi debilidad donde se manifiesta el poder de Dios. Por eso tengo una petición
que quiero expresar delante de Él: “busca a tu siervo”, de otro modo “sostén a
tu siervo”. Mi mayor bendición no es la de ser restaurado, sino la de ser
sostenido. Me doy cuenta, cada vez más, al cabo de mis años, que esta es mi
mayor necesidad. Señor, dame un corazón que ore siempre, mientras Tú me
sustentas en la gracia. Autor: Pastor Samuel Pérez Millos.
UN PASTOR
QUE NOS HACE DESCANSAR.
En ocasiones
escuchamos que la gente le dice a los jóvenes: “Ganen todo el dinero que
puedan, siempre y cuando lo hagan honestamente.” Éste no es un buen consejo. Si
usted gana todo el dinero que puede, va a estar ganando dinero cuando debería
estar haciendo otra cosa. Usted va a estar ganando dinero cuando debería estar
a solas con Dios. No estamos hablando en contra de ganar dinero, sino que
simplemente necesitamos detenernos y poner prioridades en nuestras vidas.
¿Sabe lo que
pensamos que Dios hace con algunos de nosotros? Él nos hace descansar. Nosotros
no lo haremos a menos que Él nos haga descansar.
Por qué no
se detiene ahora mismo y ora: “Señor Jesús, no tienes que hacerme descansar.
Prefiero bajar la velocidad. ¡Deseo estar quieto y saber que Tú eres DIOS!
Muéstreme cómo hacerlo”
4. SI USTED
AMA A DIOS, TODAS LAS COSAS LE AYUDARÁN A BIEN.
“Y sabemos
que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28.
Existió un
gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que él era muy extraño, otros,
lo veían sobrenatural. Eran mágicas las notas que salían de su violín, por eso
nadie quería perder la oportunidad de ver uno de sus espectáculos. Una noche,
un auditorio repleto de admiradores lo esperaba. La orquesta entró y fue
aplaudida, el maestro fue ovacionado, más cuando la figura de Paganini surgió
triunfante, el público deliró. Paganini colocó su violín en el hombro y lo que
se escuchó fue indescriptible. Breves y semibreves, fusas y semifusas, corcheas
y semicorcheas, parecían tener alas y volar al toque de sus dedos encantados.
De pronto, se escucha un sonido extraño, una de las cuerdas del violín se
rompió. El maestro paró, la orquesta paró, pero Paganini no se detuvo. Mirando
su partitura, continúo tocando dulces melodías. El maestro y la orquesta,
vuelven a tocar, pero antes que el público se serenara, otro sonido perturbador
llama la atención de los asistentes. Otra cuerda del violín se rompe. El
maestro y la orquesta paran nuevamente, solo Paganini no para. Como si nada
hubiese sucedido, él saca sonidos de lo imposible. El público atónito, exclama
Ohhh! Una tercera cuerda del violín se rompe; la respiración del público se
detiene pero Paganini continúa. Como si fuese un contorsionista musical, saca
todos los sonidos de la única cuerda de su violín destruido. El público se pone
de pie y aplaude eufórico. No es apenas un violinista genial, es el símbolo de
un guerrero, que continúa adelante frente a lo imposible.
En
determinados momentos, nos encontraremos en circunstancias similares, pero no
olvidemos que tan sólo son eso, circunstancias que no serán duraderas, pero que
antes de que se vayan de nuestras vidas, Dios permitirá que aprendamos algo de
ellas.
No veamos
nuestros problemas como castigos, pues Dios necesita cumplir su propósito en
cada uno de nosotros, y mediante ellos, quiere hacernos más fuertes y
enseñarnos a depender completamente de Él.
No os ha
sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla. 1 Corintios 10:13.
Autora:
Brisna Bustamante.
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