DEMOS TODA
LA IMPORTANCIA A LA LEY DIVINA, LA PALABRA DE DIOS.
“Más el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no
siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en
lo que hace” (Santiago 1:25).
Santiago
1:23 y 24 pinta la imagen de un hombre apresurado. Tiene muchas cosas en su
mente. Él se da un vistazo muy casual y sale rápidamente. Si la Biblia es como
un espejo, entonces este hombre sólo mira fugazmente la Palabra sin, en
realidad, aplicarla a su vida. Muchos creyentes son esta clase de estudiantes
bíblicos. Son como un mosquito saltando de aquí para allá, en vez de ser como
abejas que profundizan y permanecen lo suficiente para extraer la dulzura de la
flor. En contraste, el hombre del versículo 25 profundiza en la Palabra. Es
alguien que se deleita en la Palabra de Dios, que aplica la Palabra de Dios, y
que ama y atesora la Palabra de Dios.
Es usted
así? ¿O sólo mira “de pasadita” la Palabra de Dios, y prosigue a realizar las
cosas que tiene que hacer, de acuerdo a una lista, porque cree que son más importantes? ¿Cómo
saberlo? Fácil. Invierta una hora en la Palabra de Dios, no una, sino dos o
tres veces esta semana. Eso será un
comienzo.
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