viernes, 15 de junio de 2012

EL AMOR DE NUESTRO PADRE CELESTIAL: UN SOLO AMOR CON DOS REACCIONES


El escritor Mark Guy Pearce estaba leyendo un libro cuando oyó que uno de sus hijos regañó al otro, diciéndole:
—Tienes que portarte bien. Debes ser bueno, o papá no te amará.
Pearce los llamó a ambos y le dijo al primero:
—¡Hijo, eso no es cierto!
—Pero papá —replicó el muchacho—, no creo que tú nos sigas amando si somos malos.
—Los seguiré amando tanto si son buenos como si son malos —explicó el padre—. Cuando son buenos, los amo con un amor que me hace feliz; cuando son malos, los amo con un amor que me pone triste.
Lamentablemente hay muchos padres que no son como Pearce. En vez de asegurarles a sus hijos que su amor es incondicional, les enseñan con sus acciones que es todo lo contrario: un amor que depende del comportamiento del hijo. Más lamentable aún es que los psicólogos han llegado a la conclusión que los hijos forman su concepto de Dios el Padre celestial conforme al concepto que tienen de su padre terrenal. Es decir, si un hijo está convencido de que su padre en la tierra no lo quiere sino sólo cuando se porta bien, y que por lo tanto tiene que merecer su amor, a ese hijo le va a costar mucho trabajo creer que Dios es un padre diferente. ¡Y eso a pesar de lo mucho que quisiera tener un padre con las cualidades de Dios!
¿Qué clase de padre, entonces, es Dios? En lo que tiene que ver con nuestra conducta, es un padre que, como Pearce en la anécdota, nos ama entrañablemente si somos buenos y si somos malos, con un amor que lo hace feliz cuando somos buenos y triste cuando somos malos. Sólo que el amor de Dios, a diferencia del de Pearce, es perfecto, y Él nunca deja de amarnos perfectamente, pues lo hace por naturaleza. Es un amor paternal perfecto dirigido hacia hijos imperfectos, como lo somos nosotros.
Jesucristo mismo fue modelo de ese amor en su actitud hacia el apóstol Pedro. Cuando Cristo quiso saber si sus discípulos de veras lo conocían, fue Pedro quien respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente»,1 y con eso hizo feliz a su Maestro. Pero la noche en que Cristo fue traicionado y juzgado injustamente, también fue Pedro quien negó haberlo conocido, con lo cual entristeció a su Maestro. Sin embargo, después de su resurrección Cristo se esforzó por mostrarle a Pedro que lo amaba igual que antes, así como Pedro aún lo amaba a Él. Y luego Cristo volvió a invitarlo a que lo siguiera como al principio.2
Determinemos que de hoy en adelante nuestro amor será como el amor que le mostró Pearce a su hijo, que no hacía más que seguir el ejemplo de Jesucristo, que a su vez estaba siguiendo el ejemplo del Padre celestial.

1Mt 16:15‑16
2Jn 22:15‑19

jueves, 14 de junio de 2012

«MARQUÉ Y DAÑÉ LA VIDA DE MIS HIJOS»CONSECUENCIAS DEL DIVORCIO:


Me divorcié, marqué a mis hijos, deshice once años de [matrimonio], y todo por egoísta.... Ahora ella me dice que los abandoné y que destruí su vida (aun cuando fue un divorcio por mutuo consentimiento), y que marqué y dañé la vida de mis hijos. No digo nada; sólo me quedo en silencio....
Me casé de nuevo dos años después de mi divorcio. Ahora tengo siete años de casado con un hijo.... Pero llevo una culpa que me aflige y me castiga todos los días.... Ahora la comunicación con mis hijos está muy distante. No he sido el padre que debo ser en ningún sentido. No me siento bien. Todos los días me retumba la culpa de muchas maneras... pero no sé qué hacer. Creo que [si hago] algo, perderé a mi esposa y a mi hijo, y [causaré] más dolor...
CONSEJO
Estimado amigo:
Hay dos pasos que debe dar a fin de librarse del sentido de culpa: pedir perdón y hacer restitución. ¿Les ha pedido perdón a sus hijos? ¿Le ha pedido perdón a su ex esposa? Hay que ser un hombre valeroso para tener la humildad necesaria para pedir perdón. ¿Tiene usted suficiente valor para hacerlo?
A no ser que su ex esposa y sus hijos sean seguidores de Cristo y comprendan el perdón, es probable que no estén listos para perdonarlo. Lamentablemente para ellos, el dolor que sienten bien pudiera llevarlos a desear hacerlo sufrir a usted, y al negarse a perdonarlo ellos pudieran convencerse de que así usted recibiría su merecido. No hay modo de que sepan que usted ya está sufriendo el tormento de la culpa. Y es posible que no comprendan que el negarse a perdonarlo les hará más daño a ellos que a usted. El negarse a perdonar, la amargura y el resentimiento no hacen más que causar mayor infelicidad y más dolor emocional.
Sin embargo, ya sea que ellos lo perdonen o no lo perdonen, a usted le corresponde pedirles que lo hagan. Es posible que le respondan con palabras hirientes y con acusaciones que podrían causarle mucha molestia. De todos modos, el primer paso que debe dar para librarse del sentido de culpa es pedirles perdón.
El segundo paso, la restitución, durará el resto de su vida. No es algo que se hace una sola vez; es un continuo cambio de actitud y de conducta con relación a aquellos a quienes ha perjudicado. Si para pasar tiempo con sus hijos usted tiene que ver a su ex esposa, entonces  sea amable y respetuoso con ella. No le diga nada cuando ella lo critique y se queje.
Hay un muro de separación entre usted y sus hijos debido al dolor emocional que ellos sienten. Es a usted a quien le corresponde derrumbar ese muro al interesarse en la vida que llevan, asistir a las actividades y celebraciones en las que participan, y comunicarse a menudo con ellos. No importa si responden o no en seguida de una manera positiva. Si uno de ellos está participando en un juego de béisbol, vaya a ver el juego y anímelo desde las graderías. Si hay una actividad escolar, asista a ella. Si uno de ellos tiene una necesidad económica, ayúdelo conforme a sus posibilidades. No deje de hacer lo debido, y verá que tarde o temprano ellos corresponderán a sus atenciones.
Hable con su esposa actual acerca del sentido de culpa que lo aflige. Explíquele que sus hijos no merecían que usted los abandonara, y que usted era el responsable de esos hijos antes de conocerla a ella. Asegúrele que no hay razón alguna por la que ella debiera sentirse amenazada por la atención que usted les brinde a sus hijos, y que bien puede acompañarlo a cualquier actividad a la que usted asista. Si ella lo ama, le importará a tal grado lo que usted siente que le brindará apoyo emocional.
Dios no es como nosotros en el sentido de que siempre nos perdona cuando le pedimos perdón. Él no guarda rencor ni nos recuerda nuestro pasado. Pero sí espera que cambiemos de actitud y de comportamiento a fin de no repetir ninguna conducta destructiva.
Le deseamos lo mejor,

lunes, 11 de junio de 2012

LA FIDELIDAD DE DIOS EN EL PROCESO

"Roma no se construyó en un día." Escuché esto una y otra vez, debo haberlo oído cientos de veces en mi niñez, y la frase había empezado a disgustarme. Yo era joven e impaciente, con ansias de alcanzar mis metas. Pero ese fragmento de consejo siempre permanecía, como  un recordatorio contundente que las buenas cosas llevan tiempo y las cosas grandes exigen más tiempo todavía. A la larga finalmente estoy descubriendo que lo que dicen en cuanto a Roma es verdad. Y hablando de Roma, las palabras de Pablo a los creyentes del primer siglo que vivían allí son más ciertas que nunca: “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romano 8:25). Dos palabras sobresalen al meditar en ese pensamiento: “esperamos. . . aguardamos. Y en esta área de la espera es que tenemos problemas. En cuanto a esto, varios ejemplos vienen a la mente.
- Criar hijos, pocos procesos exigen más paciencia, nosotros los padres, a menudo sentimos que repetimos instrucciones hasta perder el aliento. Muchas noches caemos en la cama y clamamos: “¡No funciona, Señor! ¿Por qué no podemos ver alguna mejora?” Y así, “esperamos. . . aguardamos.” Lo tomamos por fe, y sabemos que algún día la perseverancia rendirá sus frutos.
- Aceptar la derrota o fracaso, nuestro mundo está orientado hacia el triunfo; pero nuestro carácter se fortalece y cambia cuando tenemos que trepar la cima de un fracaso o derrota, mucho más que cuando flamea la bandera de la victoria. El dolor sigue siendo un maestro maravilloso, un profesor estricto pero fiel, si dejamos de lado y abandonamos el orgullo. Y así, de nuevo, “esperamos. . . aguardamos” en medio de nuestra derrota o fracaso, sabiendo que Dios está produciendo en nosotros una obra agradable.
- Vernos jóvenes, estoy completamente a favor de mantener la mente joven, el cuerpo fuerte y la percepción aguda, pero simplemente no puedo entender el enorme afán que hay en algunos de pretender y no aceptar que estamos envejeciendo. La última vez que lo examiné observe lo siguiente, la Biblia honra la edad (vivida en Cristo y con sabiduría) y habla con respeto de las canas. Cándidamente, es vigorizante pensar que estamos mucho más cerca de contemplar a nuestro Señor cara a cara: una verdad que “esperamos. . . aguardamos.”
Por lo tanto, si tiene problemas con sus hijos, está aceptando una derrota, o tiene que enfrentar alguna realidad en cuanto a la etapa de la vida en la que se encuentra, ¡Anímese! Mejor todavía, ¡Tranquilícese! Usted, como la Roma antigua, está todavía siendo edificado, esta en proceso de construcción. La buena noticia es que usted, si dejo de lado el orgullo está ganando sabiduría en el proceso. Así que, compañeros romanos, sigamos esperando, sigamos aguardando, y con anhelo esperemos la fidelidad de Dios en el proceso.
Autor: Charles Swindoll

Sea un modelo positivo a su edad
- Consideré cada año de vida como una etapa diferente, no inferior. (Ec. 3:1, 11a)
- Reconozca  las ventajas de sus años vividos en Cristo, y decida con la sabiduría adquirida ayudar a otros, no se encierre en sí mismo/a  (Job 12:12 - Is. 32:8).
- Acepte los cambios físicos que le están ocurriendo y anhele cambios espirituales. (Is. 40:31 – 2 Co. 4:16)
- Haga una evaluación del propósito en su vida (Col 1:10). Si aun no lo ha hallado, persevere en su comunión y tiempo de oración.
- Colóquese metas para nuevos desafíos, especialmente espirituales. (1 Co. 11:1 – Ef.  5:1)
- Esfuércese por demostrar amor sincero en las relaciones interpersonales. (1 Co.  13:4–7)
- Concéntrese en demostrar amor a los demás de manera creativa. (Jn. 13:34)
- Decida aprovechar lo mejor posible el tiempo que Dios me da. (Sal. 90:12 – Ef. 5:16)
- Escuche la dirección de Dios diariamente en su devocional y a través de los mensajes en su iglesia. (Pr. 16:9)http://www.elrongroup.org/imagehttp://www.elrongroup.org/imagenes/clip_image003_0028.jpgnes/clip_image003_0028.jpg

LA BIBLIA ES : El TESORO ESCONDIDO


Don Julio Gómez Arbizú hacía un viaje a caballo por el campo. Al ocultarse el sol, pidió posada en una casa que estaba a la vera del camino. La casa tenía aspecto de pobreza. No había muebles, y la alimentación era escasa. Todo daba la impresión de suma indigencia.
La señora de la casa era joven, y sin embargo en su rostro se veían las huellas de una vida llena de sinsabores. No era de extrañarse. Su esposo era un borracho empedernido que la maltrataba una y otra vez.
Mientras el visitante miraba el aspecto de aquel hogar, vio una vieja y olvidada Biblia que estaba en un rincón. Al despedirse, le dijo a la familia: «Hay en esta casa un tesoro que los puede hacer ricos.»
Después que el forastero partió, los dueños de la casa comenzaron a buscar lo que a su juicio tendría que ser una joya o una vasija llena de oro. Hasta hicieron hoyos en el piso, pero todo sin resultado.
Un día la señora levantó la Biblia olvidada, y encontró escrita en la guarda esta nota: «Lea Salmo 119:72.» En ese pasaje de los Salmos encontró la siguiente afirmación: «Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata.» La señora, recordando las palabras del visitante, se preguntó: «¿Será éste el tesoro del que habló el forastero?»
Así que le comunicó al resto de la familia lo que pensaba, y empezaron a leer la Biblia. Con eso, un gran milagro comenzó a efectuarse. El borracho se convirtió en un hombre trabajador. El color volvió a las mejillas de la señora. La armonía desplazó el resentimiento, y la felicidad retornó al hogar.
Cuando el forastero visitó de nuevo la casa, había desaparecido de ella todo indicio de tristeza. En su lugar reinaba la paz. Con el corazón rebosante de gratitud, la familia le dijo: «Encontramos el tesoro, que se ha convertido en todo lo que usted nos dijo.»
Lo cierto es que la Biblia es el Libro por excelencia. Produce resultados positivos en la vida de quienes lo estudian con fe y con devoción.
¿Con cuánta frecuencia leemos nosotros la Biblia? ¿Hemos leído la historia de Abraham? ¿Hemos experimentado la satisfacción que produce la lectura de los Salmos? ¿Hemos seguido la vida de Cristo? Si no hemos leído la Biblia, hemos hecho caso omiso del mensaje más importante para nuestra vida.
Leamos la Biblia. En ella encontraremos tesoros que cambiarán nuestra vida. Leámosla con sinceridad y fe. Dios, mediante su Santa Palabra, quiere hablarnos. Leamos ese tesoro que hace rico a todo el que lo descubre.

miércoles, 30 de mayo de 2012

VALORES PARA HOY: LA GENEROSIDAD Y LA GRATITUD


Nació y se crió en la pobreza. Sus padres eran trabajadores esforzados, y le inculcaron virtudes como gratitud, respeto, cortesía y honor. También le legaron conceptos de vida como generosidad e integridad, y esmero en el estudio y en el trabajo. Vivió todos sus días en su país natal de Suecia, y murió a los ochenta y cinco años de edad.
¿Quién era esta persona? Era Holger Nisson, que a una temprana edad puso en práctica los valores heredados de sus padres.
Consiguió trabajo en una cervecería y, debido a su integridad y su dedicación, con el paso de los años llegó a ser socio de la empresa y posteriormente dueño absoluto. Fue frugal, ahorrativo y ordenado. Al morir, dejó una respetable fortuna de tres millones de dólares.
¿Cómo distribuyó Holger Nisson su fortuna? La dejó toda a los trescientos habitantes de su pequeña aldea, Kracklinge. Cada habitante, entre los dieciocho y sesenta y cinco años de edad, recibió diez mil dólares. «Dios dejó una herencia para todos —expresó Nisson en su testamento—. Yo también deseo dejar la mía para todos.»
Entre todas las virtudes que el ser humano puede tener, las que más satisfacción producen son la generosidad y la gratitud. La persona que es agradecida sabe recrearse con el sol de la mañana, sabe apreciar los favores del día y sabe disfrutar del descanso en la noche. Tal persona vive en armonía con todos.
Y la persona que agradece cada favor que se le hace es también una persona que sabe dar. Ya sea que tenga mucho o poco, el dar es, para ella, su mayor satisfacción. Esta es la persona que le ha encontrado el verdadero sentido a la vida.
Quizá sea así porque fue Dios quien le enseñó al hombre estas virtudes. El pasaje de la Biblia que más se cita trata sobre este gran don de Dios: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
A todos nos conviene adoptar como práctica diaria estas dos grandes virtudes: el dar y el agradecer. Son virtudes que vienen de Dios. Fue Él quien nos enseñó a dar, entregando en sacrificio vivo a su propio Hijo. A nosotros nos toca, ahora, corresponder dándole nuestra vida.
Comencemos hoy mismo a expresar nuestra gratitud. En profundo agradecimiento digamos: «Gracias, Señor, por darnos tu Hijo. Te entrego todo mi corazón, toda mi voluntad y todo mi ser.»

sábado, 26 de mayo de 2012

DESPUÉS DE INICIAR EL CAMINO HACIA DIOS NO HAY MARCHA ATRÁS

SIN MARCHA ATRÁS En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto. - Éxodo 16:6 La primera vez que la vi, me enamoré, era hermosa, elegante, limpia, radiante; en cuanto divisé la “berlina Ford Thunderbird 1962” en el estacionamiento de automóviles usados, su brillante exterior y su mortífero interior me atrajeron. Sabía que era el coche para mí; así que, me despojé de 800 dólares y compré mi primer auto. Pero dentro de mi apreciada posesión acechaba un problema. Pocos meses después de comprar mi auto, repentinamente empezó a mostrarse raro en cuanto a la dirección en que podía conducirlo, me dejaba avanzar, pero no podía retroceder; ¡No tenía marcha atrás! Aunque no tener marcha atrás es un problema para un automóvil, a veces, es bueno que nosotros nos parezcamos un poco a mi viejo T-Bird. Es necesario que sigamos avanzando, sin posibilidad de poner la vida marcha atrás. En nuestro andar con Cristo debemos negarnos a retroceder, Pablo lo dijo con sencillez: «… prosigo a la meta…» Filipenses 3:14. Quizá el pueblo de Israel podría haber usado la caja de cambios de mi T-Bird. En Éxodo 16, leemos que corrían peligro de poner la vida marcha atrás. A pesar de los numerosos milagros que Dios había hecho, anhelaban volver a Egipto y no confiaban en que Dios podía guiarlos para seguir adelante. Es necesario que nos mantengamos avanzando en nuestro andar con Cristo, ¡No retrocedamos; miremos hacia delante; sigamos adelante!! Reflexión: Cuando enfrentes una crisis, confía en Dios y sigue avanzando. Pasos prácticos para la Perseverancia Un humorista dijo: “Mire la estampilla de correos”, su utilidad consiste en la habilidad de pegarse a algo hasta que llegue a su destino. Uno de los más grandes inconvenientes del cristiano es la falta de perseverancia. He conocido muchas personas con grandes ideas, pero con poco valor para perseverar; ser perseverante no es fácil, y sobre todo en seguir la Voluntad de Dios, pero te digo con el Señor tampoco es imposible. Tenemos grandes testimonios de personas que por contar con perseverancia en una visión lo han logrado, ¿Te gustaría desarrollar el hábito de la perseverancia? ¡A mi en lo personal Si! Te daré algunos consejos: 1. No te preocupes por el dinero, capacidad o equipo con el que cuentas al momento de iniciar una visión o tarea; sólo necesitas una cantidad inagotable de perseverancia y determinación. Aprende a vivir sin excusas y deja a un lado las ambiciones materiales. Persiste en las cosas celestiales, donde tiene que estar nuestro tesoro. 2. No existe perseverancia sin determinación, la visión no muere… simplemente dejamos de llevarlas a cabo porque dejamos de vivir por fe y creer que Dios puede hacerlo. 3. Conviértete en un luchador del futuro, porque esa es la actitud para vencer a la mediocridad y desánimo, que seguro te darán una fuerte guerra, una fuerte lucha interna para que “tires la toalla” en cualquier área de la vida cristiana. 4. Colócale pasión al llamado y plan de Dios para tu vida, esa pasión se alimenta cerrando tus ojos físicos y abriendo los ojos espirituales que deben estar en Cristo, porque es ahí donde encontramos la fortaleza para ver, para creer y para hacer. 5. Cuida tus pensamientos y los sentimientos que guardas dentro en tu mente y corazón, porque de eso depende la energía que necesitas para ejercitar el músculo de la perseverancia y constancia. Renueva tu manera de pensar cada día con la Palabra de Dios. 6. No dejes de esperar, nunca dejes de confiar en Dios, no dejes de soñar, no dejes de vivir por fe, recuerda que nada mejor que vivir dependiendo de Dios, quien siempre nos da las mejores cosas a Su tiempo. 7. Resiste la desesperación, el desánimo, la avaricia y comparación, no olvides tener un círculo de amigos o de hermanos en la fe que te ayuden a abonar y regar tu visión. Tu familia en la fe es muy importante, tus hermanos en Cristo son importantes porque es ahí donde está una gran parte de la fortaleza, estas serán quienes te empujen o te detengan cuando sea necesario. No permitas que nada impida, congregarte en tu iglesia local.

sábado, 19 de mayo de 2012

«EL LENGUAJE DEL CUERPO»


Fue una tarea tediosa: extensa y minuciosa. Consumió largas jornadas de trabajo y un gran despliegue de talento natural y científico. Pero el éxito coronó tan arduos y tan prolongados esfuerzos. La doctora Galina Lebedinskayaf, del Laboratorio de Reconstrucción Antropológica de Moscú, presentó, al fin, su obra de arte.
Era un rostro humano, reconstruido en plástico, a partir de una calavera. Los que habían conocido en vida al ser humano de la calavera dijeron que el parecido era realmente asombroso.
«Muchas personas piensan —explicó la antropóloga soviética— que todas las calaveras son idénticas y carecen de individualidad. Pero cada uno de los huesos humanos contiene una rica información que se puede descifrar y traducir en el lenguaje del cuerpo.»
Los logros de aquel Instituto Científico de Reconstrucción Antropológica llegaron a ser muy útiles en la identificación de cadáveres antiguos y de calaveras de las que hacía tiempo se habían borrado los rasgos físicos del rostro.
Fue notable ese trabajo de reconstrucción de la doctora Lebedinskayaf. A partir de entonces puede tomarse una calavera, que para nosotros los legos en la materia no tiene nada de atractivo, y descubrir en esos huesos angulosos, en esos orificios horribles y en esos dientes cariados el bello rostro que antes se apreciaba. A esa ciencia se le llamó «reconstrucción antropológica».
Algo parecido a esto, pero en una escala moral y espiritual, es lo que hace Jesucristo con el corazón humano. Él toma corazones convertidos en calaveras —corazones deformes, descarnados, depravados, secos y muertos—, y los reconstruye con suma paciencia. De corazones corrompidos, desfigurados y estropeados pasan a ser corazones enteramente nuevos. Representan al ser humano con sus rasgos originales, pero hermosamente perfeccionados y regenerados.
Si bien, partiendo de una calavera, los científicos pueden rehacer un rostro, aunque sea de material plástico, con mayor razón Cristo, partiendo de un corazón muerto, puede hacer una persona completamente nueva. Nueva, justa, recta y buena. Porque, como dice el apóstol Pablo, «cuando estábamos muertos en pecados», Dios «nos dio vida con Cristo».1 «Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!»2
Pongamos nuestro corazón en las manos de Cristo. Dejemos que Él lo reconstruya. De hacerlo así, llegaremos a ser personas nuevas, dignas de los más altos designios de nuestro Creador.

1Ef 2:5
22C 5:17