TRES
PRINCIPIOS CONCERNIENTES A LO INADECUADO DE LAS HOJAS DE HIGUERA.
ASI PARECE
QUE FUNCIONAN LAS RELIGIONES. Génesis
3: 1.
Esto nunca
ha cambiado. La religión humana siempre tuvo muchísimo en común con las hojas
de higuera. Permítame mencionar al menos tres cosas en común.
3:1 Pero la
serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto?
3:6 Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella.
3:7 Entonces
fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
3:8 Y oyeron
la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre
y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del
huerto.
Las hojas de
higuera son el intento ceremonial del hombre de eludir el rendir cuentas
1. las hojas
de higuera son el intento ceremonial del hombre de eludir el rendir cuentas.
El hombre no
quiere admitir que hay algo en el que está mal, o que es pecaminoso, así que se
cubre con ceremonias religiosas y rituales. Personalmente, creo que hay
personas que tratan a la iglesia como si esta fuera hojas de higuera –se
esconden dentro de la iglesia. Y la mayoría de las iglesias dicen: “Esta bien,
no hay problema, pueden esconderse aquí. No le vamos a hablar de Dios, del
pecado y de la redención o la culpa…aquí están seguros.”
¿Usted
piensa que puede esconderse de Dios en la iglesia?
¿Piensa que
puede esconderse de Dios en algún lado?
David dijo,
en el Salmo 139, versículo 8 al 12,
“Si subiere
a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí
tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun
allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las
tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las
tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te
son las tinieblas que la luz.”
«MI VIDA...
ESTÁ HECHA UN DESASTRE»
Mi vida está
hecha un desastre es la afirmación que muchas personas pueden decir hoy:
Razones: El adulterio, el alcohol, la
prostitución, la delincuencia, la drogadicción, la vagancia.
Todos estos
son problemas comunes en el ser humano. Esto es lo que llamamos Pecado, algunos
lo llaman debilidad, o dicen le fallé a mi familia, me equivoqué; pero no, esto
es Pecado.
HISTORIAS
REALES DEL HOMBRE COMÚN.
«Mi vida
últimamente está hecha un desastre.... Tuve problemas con mi esposa, [y]
estamos a principios de un divorcio.... He [adquirido] el hábito de la bebida
casi todos los días, y en una de estas tantas borracheras... robé unos equipos
de comunicación de un amigo. Se los devolví, pero no puedo vivir en paz con mi
conciencia....
»Sé que ese
es el precio de hacer las cosas malas. ¡Cómo me gustaría [conocer] un poder
divino que entre en mí y me ayude a cambiar definitivamente!»
Uno no puede
eludir rendir cuentas con Dios. El día va a llegar. Uno no puede esconderse
detrás de sus hojas religiosas.
Las hojas de
higuera son el intento desesperado de salvar una conciencia culpable
2. En
segundo lugar, las hojas de higuera son el intento desesperado de salvar una
conciencia culpable.
La verdad es
que, la humanidad, según romanos capítulo 2, es consiente, el hombre es consciente
de que Dios lo creo. La conciencia le susurra que es pecador y que está desnudo
ante Dios.
El hombre
sabe que está desnudo y está lleno de vergüenza. “voy a prender una vela, a
ungirme con aceite…donar dinero…derramar agua sobre mi cuerpo. Por favor, que
alguien calle esta vergüenza que siento.
La religión
es el método más popular que el hombre tiene para silenciar una conciencia
culpable.
Las hojas de
higuera son el intento egocéntrico del hombre de impresionar a otros e ignorar
a la verdadera piedad.
3. En tercer
lugar, las hojas de higuera son el intento egocéntrico del hombre de
impresionar a otros e ignorar a la verdadera piedad.
Si
adelantamos la película de la historia humana llegamos al siglo primero, donde
la religión iniciada por Adán y Eva floreció. Se trata de la religión de las
apariencias piadosas y actividades piadosas sin pureza en el corazón o una
relación personal con Dios.
Jesucristo
dijo lo siguiente de los líderes judíos de su época en Mateo 23, versículos 5
al 7,
“Antes,
hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus
filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; 6y aman los primeros
asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7y las
salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.”
Las palabras
de Cristo penetran y cortan esos delantales de hoja de higuera, llenos de
orgullo religioso y piedad y Él dice, en el versículo 28 del mismo capítulo,
“Así también
vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por
dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.”
A los ojos
de los hombres, la persona religiosa se las sabe todas. Si Dios puede
impresionarse con alguien, esta impresionado con el judío fiel. Pablo dio todas
las razones por las cuales es así. Estaban orgullosos de tener la Ley, o el
Torah, eran personas morales, y hablaban con respeto de Dios y conocían su
voluntad. Enseñaban la verdad del Torah y sus pautas morales a otros. Todo
sonaba muy bien; parecían tener todo resuelto en un sistema.
Pero Pablo,
bajo la inspiración del Espíritu Santo, les quita la máscara y deja en
descubierto que sus labios adoraban a Jehová, pero sus corazones estaban lejos
de Él. Y Pablo anticipa la respuesta que ellos darían.
LA CARA DE
LA CULPABILIDAD. Salmo 32: 5- 6.
32:5 Mi
pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije:
Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú
perdonaste la maldad de mi pecado.
32:6 Por
esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado;
Había una
vez un niño de 8 años que instintivamente contestó el teléfono de su casa y
susurró, "Hola". La voz del otro lado dijo, "Sí bueno, ¿Se
encuentra tu mamá en casa?" el niño contestó: "Sí, pero está
ocupada," "¿Está tu papá en casa?" "Sí pero también está
ocupado…" "Bueno, ¿Hay algún
otro adulto en tu casa con el que pueda hablar?" "Sí, hay un policía
y un bombero" "¿Podría hablar con uno de los dos?" "No,
ellos también están ocupados" "¿Bueno, y qué están haciendo todos que
están tan ocupados?" Hubo una pausa muy larga y después el niño contestó,
"Me están buscando".
Cuando somos
culpables, instintivamente corremos a escondernos; creo que esa respuesta está
tejida en nuestros genes. Esconderse fue exactamente lo que hizo Adán y Eva
cuando Dios salió a buscarlos después de que ellos habían comido del fruto prohibido.
Sin embargo, esconderse no es la mejor opción para tratar con nuestra
culpabilidad ya que la culpabilidad no se soluciona cuando la escondemos, la
negamos, o la cubrimos.
La próxima
vez que se sienta culpable dele gracias a Dios que aún puede sentir. Digo eso
porque cuando ese sentimiento de culpabilidad deja de existir en el alma del
ser humano, significa que hemos llegado a ser insensibles, y las personas
insensibles llegan a ser cada vez más capaces de adquirir actitudes y
actividades destructivas hacia los demás.
Ese
sentimiento de culpabilidad es bueno porque tiene el potencial de mantenernos
humanos. Por otro parte, la culpabilidad puede devorarnos de adentro hacia
fuera; asesinando la paz y nuestra libertad para funcionar. Ese tipo de culpabilidad
por lo regular está asociado con algún error gigantesco o una falta mayor que
cometimos en el pasado.
Cuando la
culpabilidad toma dominio de nuestras almas nos sofocará nuestra vida. Así que
cuando ese tipo de culpa inunde su vida el único antídoto es La Gracia de Dios.
Como puede
ver, Dios comprende nuestras faltas y nuestros errores. Y aun cuando Dios se
entristece con nosotros. Él está dispuesto a perdonar todas nuestras faltas y a
enmendar nuestros corazones rotos. Lo único que hay que hacer es pedírselo.
Y cuando lo
hace, Dios intercambia nuestra culpabilidad por su Gracia. Así que la próxima
vez que peque, que se equivoque o que falle, pídale perdón a Dios y Jesucristo
le garantiza que Dios estará deseoso de perdonarlo.
CONFESAR ES
VERDADERAMENTE CONFESAR.
“Si
confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
¿Qué
significa “confesar sus pecados”? No significa el que usted simplemente admita
su pecado. Hay mucha gente que admite sus pecados, pero nunca han confesado sus
pecados. Si le pregunta a la gente: “¿Sabe que usted es un pecador (o
pecadora)?” Mucha gente responde: “Sí, lo sé. Todos hemos pecado.” Pero esas
personas no están confesando sus pecados; todo lo que están haciendo en
solamente admitiéndolos. Y hay una diferencia. La palabra “confesar” en una
amalgamación de dos palabras que quieren decir: “estar de acuerdo”. El confesar
sus pecados es estar de acuerdo con Dios en lo que Él dice que es el pecado.
Lea Proverbios
28:13: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se
aparta alcanzará misericordia”. Pídale a Dios que le revele su pecado.
Confiéselo, arrepiéntase y reciba su perdón.