CUANDO
PASAMOS DE SABIOS A INCENSATOS.EL REY SALMÓN PERDIÓ SU RUMBO CON DIOS.
2 Crónicas 1:1-12.
ABUSANDO DE LA GENEROSIDAD DE DIOS.
Los
sacrificios de Salomón y sus sueños; la acumulación de carros militares y gente
de a caballo; Salomón edifica el templo
El rey
Salomón empezó su reino en sumisión a « . . . Jehová su Dios» (II de Crónicas
1:1). «Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea. . . allí estaba el
tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el
desierto. . . . Subió, pues, Salomón. . . al altar de bronce que estaba en el
tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos. Y aquella noche
apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que Yo te dé» (1:3-7).
En I de Reyes tenemos un detalle más completo de este evento. «Y se le apareció
Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que
quieras que Yo te dé. . . . Cuando Salomón despertó, vio que era sueño. . . »
(I de Reyes 3:5,15). En este sueño, « . . . Salomón dijo a Dios . . . Dame
ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque
¿quién podrá gobernar a este Tu pueblo tan grande?» (II de Crónicas 1:8-12).
Por medio de este sueño el Señor le estaba revelando a Salomón que su más
grande necesidad era obedecer la Palabra de Dios.
Siguiendo
los sacrificios en Gabaón, Salomón empezó a acumular gran cantidad de « . . .
carros y gente de a caballo» (1:14; 9:25; I de Reyes 4:26). Sin embargo, Dios
había dado mandato que el rey « . . . no aumentará para sí caballos, ni hará
volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha
dicho: No volváis nunca por este camino» (Deuteronomio 17:16). Pero Salomón,
aun así, se casó con la hija del Faraón (I de Reyes 11:1). Otra vez él profanó el
nombre de Dios, quien había dicho: « . . . Ni tomará para sí muchas mujeres,
para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en
abundancia» (Deuteronomio 17:17). Salomón ignoró estos tres mandamientos. Pero
su más seria negligencia fue su indiferencia en cumplir el cuarto mandamiento
dado a los reyes de Israel: «Y cuando se siente sobre el trono de su reino,
entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, del original que
está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él
todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para
guardar todas las Palabras de esta Ley y estos estatutos, para ponerlos por
obra» (17:18-19).
En sí, no
hay mucha diferencia si nos hacemos famosos o no, o poderosos, o ricos. Pero,
lo más importante para cada uno de nosotros es el reconocer que Dios como
nuestro Creador tiene el derecho para reclamar nuestra sabiduría y nuestra
habilidad, y nuestro uso de ellas. «Como todas las cosas que pertenecen a la vida
y a la piedad nos han sido dadas por Su divino poder, mediante el conocimiento
de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia» (II de Pedro 1:3).
En Dios está
la verdadera Fuente de la sabiduría.
1:7 El
principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Los
insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Salomón
despreció a Dios, no lo Honró, no lo Respetó, no se comportó como un Sabio,
sino como un Necio.
Dios nos
pide Sumisión, Obediencia, Guardar la Palabra y ponerla por Obra.
1:25 Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:25.
Santiago
1:23 y 24 pinta la imagen de un hombre apresurado. Tiene muchas cosas en su
mente. Él se da un vistazo muy casual y sale rápidamente. Si la Biblia es como
un espejo, entonces este hombre sólo mira fugazmente la Palabra sin, en
realidad, aplicarla a su vida. Muchos creyentes son esta clase de estudiantes
bíblicos. Son como un mosquito saltando de aquí para allá, en vez de ser como
abejas que profundizan y permanecen lo suficiente para extraer la dulzura de la
flor. En contraste, el hombre del versículo 25 profundiza en la Palabra. Es
alguien que se deleita en la Palabra de Dios, que aplica la Palabra de Dios, y
que ama y atesora la Palabra de Dios.
¿Es usted
así? ¿O sólo mira “de pasadita” la Palabra de Dios, y prosigue a realizar las
cosas que tiene que hacer, de acuerdo a una lista, porque cree que son más importantes? ¿Cómo
saberlo? Fácil. Invierta una hora en la Palabra de Dios, no una, sino dos o
tres veces esta semana. Eso será un
comienzo.
Está usted
revisando el Rumbo de su vida con Dios. Si lo ha perdido es el momento de hacer
un alto en el camino y volver al primer Amor, a Jesucristo el Señor y pedir
perdón. Hoy es el tiempo para reconciliarse y volver a recibir esa Paz que Él
nos promete y que sobre pasa todo entendimiento. Usted va a comprender el
Inmenso Amor de Dios para todos nosotros.
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