UNA ORACIÓN
PARA HACERLA REALIDAD EN MI VIDA.
“Me diste
asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me
ha engrandecido” (Salmos 18:35).
¿Sabe usted
qué es lo que nuestras iglesias podrían usar un poquito más? La cortesía entre
los hermanos. El amor en las cosas pequeñas. Amor que dice: “Por favor” y
“¡Gracias!”. Amor que se pone a un lado para dar a la otra persona el primer
lugar. Nunca deja de asombrar cuán rápidamente la gente olvida su religión
cuando salen de la iglesia el domingo por la mañana. Rápidamente buscan su
carro en el parqueadero, y se cruzan delante de otros en el tráfico. ¡Y ni
piense en sentarse en el asiento de otro en la iglesia! Será visto como que
está “robando” su lugar reservado en el culto de adoración. Quiera Dios limpiar
nuestras iglesias de auto-justicia y orgullo. Quiera Dios purificarnos de
cualquier actitud que trate de elevarnos sobre los demás.
Vuelva a
leer la meditación bíblica de hoy, y responda a las siguientes preguntas:
¿Quién le ha salvado? ¿Quién le sostiene? ¿Quién le ha engrandecido? Termine el
devocional de hoy leyendo Miqueas 6:8:
¿Sabe de
alguien que necesita un Salvador, cuándo le va a compartir?
Si su
balance es positivo; ¿ quién le ha dado lo que tiene?.
“Oh hombre,
Él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer
justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
¿ Dónde estás
mostrando la justicia, acaso en el hogar, trabajo, crees que es justo agachar
tu cabeza cuando pasa cerca de un vecino?.
Amar
ayudando a los que necesitan un consejo. ¿ Le dirás a un amigo qué Jesucristo
lo ama y ya lo perdonó?.
¿Cómo es tu
rostro delante de Dios, miras a Dios en
tono desafiante, inclinas tu rostro hacia él, te humillas ante su mirada?
Tus planes
en esta semana incluyen la oración por:
La iglesia,
los enfermos, los niños, un hogar que veo en proceso de divorcio, el joven que
cayó en las drogas, la niña que tiene un bebé más grande que ella.
AHORA LOS
CREYENTES SOMOS SACERDOTES DEL DIOS VIVIENTE. CRÉALO Y PUNTO.
“Más
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
Los
creyentes en Cristo son un reino de sacerdotes; así que para entender lo que
eso significa, veamos en el Antiguo Testamento lo que alguien tenía que hacer
si quería ser sacerdote. La primera cosa que un sacerdote hacía era bañarse “de
la cabeza a los pies”. Esto simbolizaba que era salvo (vea Tito 3:5). Cuando
somos salvos, somos bañados desde la cabeza hasta los pies en la sangre
limpiadora de Cristo. Después de ese baño, el sacerdote recibía ropa de lino,
que representaba la justicia que es provista por nuestro Señor. Luego era
ungido con aceite, que simbolizaba al Espíritu Santo. ¡Cuán animador es
descubrir que la Palabra de Dios fluye del Antiguo al Nuevo Testamento para
describir detalles esenciales para el creyente!
Usted ha
sido escogido para servir y compartir. Comparta el mensaje de salvación con alguien,
háblele de Jesucristo, enséñele a conocer la Biblia, llévelo a una Iglesia
Cristiana, Ore con él, visítelo en su casa, preséntale el Plan de Salvación,
muéstrele cómo Alabar y Adorar a Nuestro Señor Jesucristo.
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