martes, 23 de mayo de 2017

LA GRACIA INMERECIDA QUE RECIBIMOS DE UN DIOS MISERICORDIOSO. GRACIA INMERECIDA.

LA GRACIA INMERECIDA QUE RECIBIMOS DE UN DIOS MISERICORDIOSO.
GRACIA INMERECIDA.
Una vez una mujer bañada en lágrimas se acercó cierto día a Napoleón a fin de solicitar una gracia para su hijo.
El emperador respondió que era imposible; se trataba de un joven soldado que había desertado y aun traicionado; la justicia exigía pues, que fuera fusilado.
- No pido justicia, explico la madre, abogo por una gracia.
- Señora, le repito que su hijo no merece una gracia, confirmo Napoleón.
Pero ella alegó, es por eso que pido gracia, pues si fuera inocente ya no podría merecerla, es todo lo que pido.
- Bien, en este caso le concedo la gracia. El emperador lo perdonó.
No podemos ganar el favor de Dios a través de nuestros propios méritos, porque nadie podría ser bastante bueno o hacer suficientes obras para alcanzar el nivel de perfección exigido por Dios.
En cambio, si apelamos a su infinita compasión, nunca seremos decepcionados. Él otorga gratuitamente la salvación a quien se vuelve a Él.
Suplicarle es reconocer que no podemos hacer nada por nosotros mismos, que nos sentimos perdidos, es reconocer también que Dios existe y que Él es el Salvador.
Cuando acudimos a su amor nunca es en vano, porque Él nos ama verdaderamente, con amor eterno. Jeremías 31:3
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”. Efesios 2:4-5.
Gracia, inocente, compasión, Dios.
Autor(a). Telma Céspedes.
ESCLAVOS SIN RAZÓN.
Por Carlos Rey.
Juanito y su hermana Margarita fueron a pasar sus vacaciones en la granja de sus abuelos. Para que Juanito tuviera con qué entretenerse, el abuelo le regaló una honda y le dijo que fuera a jugar con ella en el bosque cercano. Alejándose a cierta distancia de un árbol que tenía un grueso tronco, Juanito ensayó su puntería, pero no logró pegarle al tronco. Por fin, desanimado y muerto de hambre, decidió volver a la casa. Tan pronto como divisó la casa, vio a lo lejos el pato de la abuela. Como por impulso, sacó de su bolsillo la honda y una piedra que le había sobrado, y le apuntó al pato. ¿Quién lo hubiera creído? ¡Esta vez, la primera en toda la mañana, dio en el blanco y mató al pato de una pedrada en la cabeza! Juanito, ahora muerto de susto, cavó de prisa un hoyo y enterró al pato. Mirando de reojo a la casa, se dio cuenta de que su hermana lo había presenciado todo. Pero ella no dijo nada.
Cuando terminaron de comer, la abuela le pidió a Margarita que la ayudara a lavar los platos. Pero la niña contestó:
—Yo lo haría con gusto, abuela, sólo que Juanito me dijo que él quería hacerlo de hoy en adelante.
Y le dijo al oído a Juanito:
—¿Recuerdas lo del pato?
Así que Juanito tuvo que lavar los platos. Esa tarde el abuelo invitó a los niños a pescar. Interrumpiéndolo, la abuela dijo que lo lamentaba mucho, pero necesitaba que Margarita se quedara con ella para que le ayudara a preparar la cena. Con una sonrisa de oreja a oreja, la nieta repuso:
—No te preocupes por eso, abuela, que Juanito me dijo que él quería ayudarte también con la cena.
Y volvió a susurrarle a su hermano:
—¿Recuerdas lo del pato?
Así que Margarita salió a pescar y Juanito se quedó para ayudar a preparar la cena.
Después de varios días de verse obligado a hacer no sólo los quehaceres domésticos que le tocaban a él sino también los de su hermana, Juanito no aguantó más, así que se acercó a la abuela y le confesó que había matado el pato. La abuela lo abrazó, lo besó en la frente y le dijo:
—Yo ya lo sabía, Juanito. Estaba mirando por la ventana y vi todo lo que hiciste. Sin embargo, porque te quiero, te perdoné. Sólo me preguntaba cuánto tiempo seguirías sirviendo a tu hermana como esclavo, antes de confesármelo.
Así como la abuela en el caso de Juanito, Dios ha visto todo lo que hemos hecho, desde el pecado más inocente hasta el más vergonzoso. Y ya nos ha perdonado, porque nos ama. Ahora sólo se pregunta cuánto tiempo seguiremos sirviendo al pecado como esclavos, antes de confesarlo y aceptar su perdón. Acerquémonos a Dios hoy mismo, dándole la oportunidad de abrazarnos y reconfortarnos.
EL SACRIFICIO DE JESUCRISTO, SU GRACIA Y EL PERDÓN DE DIOS SON MAYORES QUE TODO NUESTRO PECADO.
MAYOR QUE TODO NUESTRO PECADO.
Por Carlos Rey.
La sala donde se realizaba el juicio en Sacramento, California se encontraba llena hasta rebosar. Todos estaban ansiosos por escuchar la sentencia que el juez Sam Weler iba a pronunciar contra Eusebio Ramírez. El acusado, joven todavía, había sido declarado culpable de doble homicidio. Había matado a dos ancianas de ochenta y uno y sesenta y cuatro años de edad, sólo para robarles. Los abogados, los fotógrafos, los periodistas, el público en general, contenían la respiración esperando la sentencia.
Eusebio Ramírez, de pie delante del juez, levantó lentamente la mano, le apuntó con el dedo y le dijo: «Si usted me condena a cadena perpetua, me fugaré de la cárcel y lo mataré.» Y agregó: «Quiero que me mande a la silla eléctrica.»
Un estremecimiento de pavor recorrió la sala entera. El juez mismo quedó estupefacto. Ramírez tomó de nuevo la palabra y dijo: «Mi delito es demasiado grande. ¡Quiero morir!»
Esta historia trae a la memoria la escena del juicio de otro criminal, ocurrido mucho tiempo atrás. El condenado era Caín. El juez era Dios.
Cuando Dios llamó a Caín y le preguntó por su hermano Abel, Caín confesó que lo había matado, y en el momento en que Dios pronunció como sentencia contra él la pena de destierro, Caín dijo: «Este castigo es más de lo que puedo soportar.»1. A diferencia de Eusebio Ramírez algunos milenios después, Caín había enfocado el castigo y no el crimen. Le preocupaba más la sentencia divina que su pecado mortal.
Lo cierto es que ni Caín ni Eusebio merecían vivir. El delito de los dos fue atroz, así como lo es el pecado en todas sus formas, ya sea homicidio, estafa, adulterio, mentira o cualquier otra violación de la ley moral de Dios. Pero la gracia de Dios es mayor que cualquier crimen o pecado que cualquier persona jamás pudiera cometer.
El sacrificio de Jesucristo en la cruz es más que suficiente para cubrir todo delito, no de una sola persona sino de la humanidad entera. Si se pusieran todos los pecados de todas las personas de todos los tiempos y todos los lugares en uno de los platos de la balanza de Dios, con todo si en el otro plato se colocara el sacrificio de Cristo, sería mayor el peso del sacrificio del Hijo de Dios.
Todo pecado está de hecho cubierto por el sacrificio de Cristo en la cruz, pero ese hecho sólo se convierte en realidad cuando aceptamos el amor de Dios por cuenta propia. Dios no quiere que ninguno de nosotros tenga que pagar eternamente la cuenta de nuestros pecados. Por eso envió a su único Hijo a morir en nuestro lugar. Y por eso nos urge a cada uno apropiarnos hoy de esa sublime gracia que es mayor que todo nuestro pecado.
1.        Gn 4:9-14. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
4:10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
4:11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
4:12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra.
4:13 Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado.
4:14 He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.
LA INVITACIÓN DE DIOS ES A ESCUCHARLO Y OBEDECERLO HOY.
Romanos 1:17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
¿Es justo Dios? Sí. ¿Y cómo se revela la justicia de Dios? De fe en fe. Dios le da una verdad, usted cree en esa verdad y Dios le da más verdades. Mientras más obedezca la luz, más luz recibirá. La razón por la cual algunos de nosotros no entendemos más de la Biblia es porque aún no hemos obedecido a la luz que Dios ya nos ha dado. Es tiempo que tomemos en serio y obedezcamos la Palabra de Dios. Si comenzamos a obedecer las cosas pequeñas que entendemos, Dios iluminará nuestro camino para ayudarnos a comprender lo que aún no entendemos.
Pídale a Dios que le dé entendimiento acerca de las profundidades de su Palabra a fin de compartir su verdad, de una mejor manera, con los no creyentes a su alrededor.
HOY HAY UN NUEVO COMIENZO PARA USTED.
Juan 3:7: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”
¿Alguna vez ha conocido a alguien que haya nacido físicamente dos veces? ¿Ha conocido a una persona que ha nacido espiritualmente dos veces? En ningún lugar de la Biblia encontrará un pasaje donde alguien haya recibido la salvación dos veces. Una vez que usted llega a ser parte de la familia, ya está dentro de la familia.
En una ocasión el pastor Rogers explicó: “Hubo ocasiones en las que defraudé a mis padres. Hubo momentos en los que mi padre me disciplinó; con todo, seguía siendo un Rogers. Seré un Rogers por toda la eternidad; no podré ser nada más de lo que fui al nacer.”
Es lo mismo en su vida espiritual. Cuando usted nace en la familia de Dios, su nombre se registra en el libro de la vida del Cordero. Es un hecho establecido.
¿Conoce a algún hermano o hermana en la fe que duda en cuanto a su salvación? ¡Anímelo(a) con estas buenas nuevas!
Hebreos 12:2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
¿Cómo obtiene usted fe? Poniendo sus ojos en Jesús. La fe se produce en el corazón. Usted no tiene que forzar la fe. Suponga que una persona necesita cruzar un gran río y no está seguro si el puente puede soportar su peso. Entonces, puede hacer una de dos cosas: Una, ponerse de pie a orillas del río y tratar de adquirir suficiente valor para hacerse creer que dicho puente puede soportarle; luego lo cruzara tímidamente. O dos, podría observar cómo los camiones de carga cruzan ese poderoso puente de hierro y concreto y ¡creer! Fe es el resultado de ver la resistencia del mencionado puente. De la misma manera, no es una fe grande en Dios lo que usted necesita, sino fe en un Dios grande.


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