miércoles, 10 de mayo de 2017

UN CORAZÓN AGRADECIDO CON NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO DIOS.

UN CORAZÓN AGRADECIDO CON NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO DIOS.
“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Salmo 103:1-2.
Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, gritando:
-¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! Jesús los miró y dijo: – Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: “¡Alaben a Dios!”. Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.
Jesús preguntó: “¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?”. Y Jesús le dijo al hombre: ”Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado”. Lucas 17:11-19.
La actitud de este hombre debe ser imitada por cada uno de nosotros todos los días, porque Dios es bueno, su misericordia es nueva cada día y su amor es incondicional.
No permitamos que la ingratitud se adueñe de nuestros corazones, más al contrario que nuestras primeras y últimas palabras de cada jornada sean palabras de gratitud hacia nuestro Creador por lo que Él es y por todo lo que hace en nuestras vidas.
Agradezcamos a Dios cada mañana por un día más de vida, por nuestra salud, por nuestras familias, por nuestros trabajos y todo aquello que nos dio; y a pesar de estar pasando por alguna prueba en estos momentos, no dejemos de alabar y exaltar su nombre, porque sabemos que a los que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien (Romanos 8:28) y que nada nos podrá separar de su amor (Romanos 8:35).
Cuando no hay un corazón agradecido, cerramos las puertas para no recibir bendición pero si al contrario somos agradecidos, descubrimos que nuestro corazón se llena de vida, fe y esperanza a pesar de la situación que estamos atravesando.
GRACIAS SEÑOR POR EL REGALO MÁS GRANDE: LA SALVACIÓN.
Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Si usted piensa que llegará al cielo por medio de obras, le garantizamos que siempre se preguntará si ha hecho suficiente. Usted no tendrá una salvación “que se conoce”, sino una salvación “que se espera”. En lugar de estar erguido y firmemente de pie como un signo de admiración, estará cabizbajo y dudoso como un signo de interrogación. Y así estará hasta que entienda que la salvación es exclusivamente por gracia. Suponga que todo el que quiera ser salvo, tenga que correr alrededor de la cuadra. Algunos no pueden correr. ¿Cómo sería en el caso que tuviera que leer un capítulo de la Biblia para ser salvo? Algunos no pueden leer. Ahora bien, existe una cosa que asegura esa promesa y ésta es la gracia.

¿Con quién puede usted compartir las Buenas Nuevas hoy? Piense en alguien y pídale a Dios un amor valiente y una oportunidad divina para poder hacerlo.

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