miércoles, 31 de mayo de 2017

¿TE HAZ PREGUNTADO ALGUNA VEZ POR QUÉ UNA CRUZ? 1 Corintios 1:18

¿TE HAZ PREGUNTADO ALGUNA VEZ POR QUÉ UNA CRUZ? 1 Corintios 1:18
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¿Te has puesto a pensar que el emblema de nuestra fe es una cruz? La cruz ha sido el logotipo del Cristianismo por más de 2,000 años. Es el símbolo más reconocido del mundo. Y todo comenzó con dos pedazos de madera donde los criminales eran ejecutados. Un instrumento de muerte. La pregunta es: ¿Por qué una cruz? Después de todo si yo fuera Dios no hubiese representado la fe con algo asociado a la muerte. ¡No es buena Publicidad!
Hoy en día todas las empresas buscan un emblema que represente victoria, abundancia y prestigio; un logotipo que se quede imborrable mente en las mentes de los consumidores, que sea claro, irresistible y deseable. Sin embargo, Dios eligió una cruz no una velita ni un arco iris; tampoco una estrella o una paloma.
La cruz no era un símbolo de victoria ni de abundancia, mucho menos algo deseable. Era un símbolo de una gran pérdida y humillación. Pero para Dios representa poder. Poder para perdonar TODOS nuestros pecados por más horribles, sucios u oscuros que sean. Poder para que busquemos la reconciliación los unos con otros. Poder para derrotar al maligno. En la cruz, el pecado, la culpabilidad y la muerte fueron derrotados. Y por último, poder para transformar nuestras vidas y  ser más como Dios y menos como nosotros.
La Pascua es un recordatorio de que Dios quiere que seamos personas de la cruz. Que seamos menos egoístas y más amorosos. El problema con muchas personas es que quieren celebrar la Pascua sin una cruz.
La pregunta es: ¿Estás viviendo como una persona de la cruz? ¿Has experimentado el perdón de Dios a los pies de la cruz? Le has dicho a Dios: "Señor, cada día cuando me levante, tomaré mi cruz. Seré un seguidor tuyo. Y cualquier cosa que haya en mi vida que te desagrade, o deshonre, lo crucificaré".
Como puedes ver, en este mundo hay muchos caminos que podemos tomar. Podemos ser personas de posesiones, prestigio, poder, placer o prosperidad. Podemos acumular muchos emblemas que nos hagan sentir que verdaderamente somos alguien en esta vida. Pero al final, solamente existe un símbolo que vale algo en la próxima... La cruz.
Hebreos 12:2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
¿Qué significa poner sus ojos en Jesús para que Él supla todas sus necesidades? Bueno, supongamos que José, le presta dinero a un amigo y luego éste se da cuenta que no puede pagárselo. José, quien anda detrás de él, le informa: “Si no puedes pagarme me veré forzado a quitarte tu propiedad.” Entonces, el endeudado va a donde otro amigo, Víctor, y le cuenta su apremiante situación y le suplica ayuda. Víctor le afirma: “Yo me encargo de todo.” En otras palabras: “No te preocupes, déjamelo a mí.” De igual forma cuando la Biblia nos exhorta a poner nuestros ojos en Cristo Jesús, significa que debemos recurrir a Él cualquiera sea su necesidad.
¿Está alguien dependiendo de usted para suplir sus necesidades? ¿Está usted, por lo tanto, poniendo sus ojos en Dios para poder hacerlo o lo está tratando de llevar acabo solo?
Hebreos 12:2: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
¿Cómo obtiene usted fe? Poniendo sus ojos en Jesús. La fe se produce en el corazón. Usted no tiene que forzar la fe. Suponga que una persona necesita cruzar un gran río y no está seguro si el puente puede soportar su peso. Entonces, puede hacer una de dos cosas: Una, ponerse de pie a orillas del río y tratar de adquirir suficiente valor para hacerse creer que dicho puente puede soportarle; luego lo cruzara tímidamente. O dos, podría observar cómo los camiones de carga cruzan ese poderoso puente de hierro y concreto y ¡creer! Fe es el resultado de ver la resistencia del mencionado puente. De la misma manera, no es una fe grande en Dios lo que usted necesita, sino fe en un Dios grande.
Intente hacer algo tan grande en su vida hoy, que de seguro fracasará a menos que Dios esté en ello.
Apocalipsis 7:12: “La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos.”
Un hombre que se emocionaba demasiado en la iglesia. Continuamente gritaba: “¡Alabado sea el Señor!” Un día, unos miembros de su congregación vinieron a hablarle cuando él araba sus campos. Al terminar de platicar, él inclinó su rostro y explicó: “Sé que es verdad. He interrumpido los cultos, pero saben, me siento ahí y pienso todo lo que el Señor ha hecho por mí: Cómo murió en agonía, y derramó su sangre en la cruz por mí... cómo Él ha perdonado todos mis pecados... cómo me ha llenado del Espíritu Santo y... ¡cuida de mi mula mientras le alabo!”
Si ser salvo y saber que irá al cielo no lo emociona, usted tiene callos en su alma. ¡Es emocionante conocer al Señor Jesucristo!
¿Cuándo fue la última vez que usted levantó sus manos y grito: “¡Alabado sea el Señor!”? ¡Quizás ahora mismo sea un buen tiempo para hacerlo!
Colosenses 1:20: “Haciendo la PAZ mediante la SANGRE de la CRUZ.”
¿Cómo puede la CRUZ traer PAZ si Jesús es el que colgó en ésta? En la cruz, no se apaciguó la maldad, sino que la impiedad fue confrontada. En la cruz, el pecado no fue pasado por alto. EN LA CRUZ, EL PECADO FUE EXPIADO Y PAGADO. La magna justicia de Dios fue confrontar la mayor maldad del hombre, y la justicia ganó y la PAZ se alcanzó por medio de la SANGRE derramada en la CRUZ. ¡Gloria a Dios por la cruz! ¡Gracias a Dios por Jesús!
Durante este tiempo del año, al celebrar la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo, tome unos momentos para alabar a Jesús por el poder y la esperanza que usted posee gracias a la RESURRECCIÓN.
Primera Corintios 15:27: “Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a Él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a Él todas las cosas.”
Dios nos ha dado la autoridad del reino. Jesús afirmó: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).
Cuando nuestros problemas sobrepasan nuestra capacidad, recordemos que esos mismos problemas están bajo los pies de nuestro Señor. No hay necesidad de desanimarse cuando lleguen las pruebas. Es el camino que su Salvador ya caminó por usted. ¡Es el camino de la cruz y Él tiene la victoria!
Escriba la dificultad más grande que debe enfrentar hoy. Luego, coloque ese papel en el suelo. Obsérvelo... ahora usted tiene una vislumbre del ángulo o lugar estratégico desde el cual Dios ve los problemas en su vida.
Filipenses 3:10: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte.”
Un día el pastor Rogers fue con un amigo a visitar a un hombre de negocios. Este apreciado amigo y varón de Dios empezó compartiendo su testimonio de cómo el Señor lo había salvado. Luego añadió algo que le dejó atónito, boquiabierto. Él dijo: “Yo solía creer que Jesucristo murió en la cruz, que fue sepultado y que resucitó de entre los muertos. Pero ya no creo eso.” El pastor Rogers estaba estupefacto. Después con una sonrisa en su rostro, explicó: “Sí, ya no creo eso. Ahora lo sé.”
¡Qué cambio de parecer! Pasar de creer a conocer al Salvador. ¡Qué revelación y transformación más gloriosa!
¿Conoce usted a Jesucristo? ¿Le conoce realmente o sólo cree que Él murió, fue sepultado y resucitó?
“Y estando en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:8-9).
En ocasiones añadimos más a la humanidad de Jesús para probar que Él es Dios. Pero si usted piensa que Jesús sólo tenía una máscara de hombre en vez de ser un verdadero ser humano, entonces ha perdido una bendición. Verá, es la humanidad de Jesús la que nos enseña cómo debemos vivir como creyentes en este mundo. ¿Y cómo vivió Jesús? Él mismo dijo: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29). Él vivió en sujeción a su Padre. Y porque Él escogió someterse, Dios le dio autoridad. Este es el principio para usted y para mí para la vida diaria. Nunca tendremos autoridad, hasta que no estemos dispuestos a estar bajo autoridad. La autoridad no se desarrolla por sí misma. Siempre proviene de una fuente más alta de poder.
Escriba su propia definición de la palabra “humildad”. ¿Sería eso una descripción de usted mismo? Pídale a Dios que le ayude a tener la actitud de su Hijo.
“Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos” (Hageo 1:5).
¿Sabe lo que significa “Jehová de los ejércitos”? Literalmente significa “Dios Todopoderoso”, y habla de la grandeza de Dios. Martín Lutero en su himno “Castillo Fuerte Es Nuestro Dios” usa la palabra griega “Sabaoth”para “Jehová de los ejércitos” cuando escribe: “El que venció en la cruz, Señor y Salvador, Y siendo el solo Dios, Él triunfa en la batalla.” Cuando David enfrentó a Goliat, usó ese nombre para Dios: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos” (1 Samuel 17:45). Y aunque Goliat era un gigante, David dijo que no era demasiado grande para derrotarlo, si Dios estaba a su lado.
Hay más de 230 referencias de “Jehová de los ejércitos” en la Biblia. Dos Salmos que resplandecen con esta descripción de Dios, son los Salmos 46 y 84. Adore a Dios hoy leyendo estos Salmos.
UN VERDADERO CRISTIANO ESTÁ DISPUESTO A TODO.
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3).
Muchos de nosotros sabemos hablar muy bien religiosamente. Somos como el jovencito que llamó a su enamorada para decirle: “Cariño, tú eres preciosa para mí. Te amo tanto que pelearía con bestias salvajes con tal de estar a tu lado. Caminaría sobre vidrios rotos con tal de sostener tu mano...Y si es que no llueve, te iré a ver mañana por la noche.” Muchos creyentes son intensamente sentimentales, pero pobres en cuanto a sacrificio. No sabemos lo que es luchar por el Señor Jesucristo. Si usted está buscando una manera fácil de servir al Señor, ¡olvídelo! Somos llamados a soportar penalidades como buenos soldados de la cruz. ¿Cuántas penalidades soportaría usted?
He aquí una pequeña prueba: ¿Cuándo fue la última vez que usted ayunó? ¿Cuándo fue la última vez que usted pasó una hora en oración? ¿Cuándo fue la última vez que usted pasó sus vacaciones en un corto viaje misionero? ¿Cuándo fue la última vez que usted fue perseguido por su fe? ¿Cuándo fue la última vez que pasó una noche encarcelado por haber compartido su fe?
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).
El mundo piensa que pecado es ser malo y que ser justo es ser bueno. Dicen: “Si es que soy una buena persona, entonces iré al cielo.” Para ellos, Dios es como Papá Noel, que hace una lista y la revisa dos veces para determinar si hemos sido buenos o malos. Eso no es así. La justicia yace sólo en el Señor Jesucristo. Él dejó el cielo, vino a la tierra, vivió una vida justa y perfecta. Luego sufrió, derramó su sangre y murió en una cruz como expiación o sacrificio por nuestros pecados: Fue sepultado y resucitó por el poder de Dios, y ascendió a la gloria. Su sangre fue aplicada al propiciatorio de Dios: eso es justicia. Gálatas 2:21 nos dice: “[...] si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” ¿Sabe lo que eso significa? Si usted pudiera salvarse siendo bueno, entonces el Calvario fue un error. Si hubiera habido otra manera de que usted se salve, Dios no hubiera dejado que su Hijo muriera sobre una cruz.
“Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Un historiador nos dice que después de la inquisición española, los soldados de Napoleón descubrieron un calabozo, en donde encontraron un esqueleto todavía encadenado. Para su sorpresa, ellos miraron en la pared el dibujo de una cruz. En la cabecera de la cruz estaba escrita la palabra “altura”; al pie de la cruz, la palabra “profundidad”; y a los lados de la cruz, las palabras “anchura” y “largura.” Para ese prisionero, la cruz fue una ilustración de las dimensiones del amor de Dios. El amor de Dios es expansivo y eterno.
“El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” - (Romanos 4:25).
Un escéptico hablaba un día con una niñita. Ella amaba al Señor Jesús con todo su corazón, y el hombre, tratando de hacerle dudar de su fe, le dijo: “Jovencita, el cristianismo  no es la única religión, ¿sabes? Hay muchas religiones en el mundo. Asimismo hay muchos Cristos. ¿En cuál de esos Cristos crees tú?” Ella pensó por un momento y le respondió: “Yo creo en Aquel que resucitó de entre los muertos.” ¡Amén! ¡Ese es el Cristo en el que yo también creo! La muerte de Cristo en la cruz sin su resurrección no puede salvarle. Si Cristo murió en la cruz y eso fue todo lo que sucedió, entonces Jesús no fue nada más que otro líder religioso. ¿Sabe usted cuál es la prueba positiva de que Dios aceptó su pago por el pecado? Él lo levantó de la muerte. Si Jesús estuviera aún en la tumba, su esperanza del cielo no valdría ni la mitad de un aleluya.




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