viernes, 7 de noviembre de 2014

LA IGLESIA TAMBIÉN TIENE SUS ENEMIGOS.

LA IGLESIA TAMBIÉN TIENE SUS ENEMIGOS.
EL ATAQUE A LA IGLESIA.

En el mundo tendréis aflicción.

Juan 16:33

No debiéramos sorprendernos cuando se ataca a la iglesia porque Cristo dijo que así sucedería. Como el mundo, la carne y Satanás están detrás de tal hostilidad, Cristo nos ordenó que veláramos y oráramos "para que no [entremos] en tentación" (Mt. 26:41). Pedro advirtió: "Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 P. 5:8). Para estar preparados, Pablo dijo "Nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo" (1 Ts. 5:8).

Puede ser difícil mantener su testimonio cristiano cuando la persecución es sutil y no manifiesta. Recuerdo haberle preguntado a un pastor ruso "¿Es difícil pastorear una iglesia en su país?" El pastor respondió: "No, es fácil porque sé cuál es la posición de todo el mundo. Pero ¿cómo puede alguien pastorear una iglesia en los Estados Unidos, donde la avenencia es tan común y sutil?" Muchos que se dicen cristianos quieren la aceptación del mundo y por lo tanto, no están dispuestos a defender la causa de Cristo.
LA IGLESIA ES UNA COMUNIDAD DE CREYENTES EN CRISTO.
Nuestro Señor entonces introdujo las palabras «Mi iglesia» por primera vez (16:18). Una «iglesia», es una comunidad de personas que son hermanos y hermanas que se cuidan en compañerismo los unos con los otros y con Jesucristo quien es «la Cabeza del cuerpo que es la iglesia». La iglesia está compuesta de personas redimidas por Su sangre y comprometidas a Jesucristo como su Salvador y Señor bajo la disciplina de la Palabra de Dios. Ellos reconocen su responsabilidad de ayudarse los unos a los otros en vivir en pacto de relación con Cristo sabiendo que la iglesia es el Cuerpo de Cristo «Vosotros, pues, sois el Cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular» (I de Corintios 12:27).

Aunque parece muy extraño, algunos de los seguidores de Jesucristo se descuidan de su responsabilidad del compañerismo con otros creyentes cada domingo para celebrar el día del Señor. Sin ellos saberlo, su influencia espiritual con su propia familia llega a ser débil e ineficaz. Aun peor, ellos profanan el día del Señor con sus placeres egoístas.

En una comparación sorprendente, «Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:25-27; ver I de Corintios 1:10).


Nuestra adoración nunca es en vano cuando adoramos a nuestro Señor Jesucristo como Dios.
NO DEJEMOS DE CONGREGARNOS COMO ALGUNOS TIENEN POR COSTUMBRE.
Casi todos los creyentes se congregan para adorar al Señor Jesucristo el primer día de la semana. Jesús resucitó de entre los muertos «el primer día de la semana» (Marcos 16:9). De esta forma, le honramos como el Señor de nuestras vidas al poner a Jesús en primer lugar cada semana. El día de reposo tiene su contraparte en el nuevo pacto: «para que en todo tenga (Jesucristo) la preeminencia (el primer lugar). . . . Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir» (Colosenses 1:18; 2:16-17).

La Pascua, que conmemoraba la libertad de Israel de la esclavitud en Egipto, fue reemplazada durante la última Pascua de Cristo, cuando Él mismo estableció la Cena del Señor. Mientras que Jesús y Sus apóstoles estaban comiendo los alimentos que representaban la Pascua, «tomó Jesús el pan, y bendijo (dándole gracias a Dios), y lo partió, y dio a Sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es Mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados» (Mateo 26:26-28).
RESISTIR HASTA EL FIN EN LA IGLESIA.
Resistir hasta el fin.

Bienaventurado el varón que soporta la tentación [las pruebas].

Santiago 1:12

El verbo soportar en el versículo de hoy se refiere a resistir con paciencia y de forma victoriosa. Implica pasiva o incluso penosa supervivencia y se concentra en el resultado de ser victorioso. La persona que pasa por las pruebas y sale victoriosa nunca abandona su fe ni a su Dios. Demuestra que es un cristiano genuino.

Algunas personas van a la iglesia, dicen creer en Cristo y hasta se bautizan. Pero cuando se enfrentan a los problemas, ellas desaparecen. Y tal vez nunca vuelvan. Quizás afrontaron una relación quebrantada, la muerte de un ser querido, o alguna otra lucha, y las circunstancias fueron tan insoportables que culparon a Dios y se fueron, convencidas de que el cristianismo no es la solución.

Como creyentes, podemos pasar por tiempos de luchas y de dudas, pero nunca será destruida nuestra fe. Nos aferramos al Señor a pesar de nuestras pruebas porque lo amamos. Esa perseverancia amorosa resulta en verdadera bendición.
LA IGLESIA SIEMPRE RECIBIRÁ LOS ATAQUES.
ESTEMOS FIRMES.

Estad así firmes en el Señor.

Filipenses 4:1

El versículo de hoy trae a la mente la imagen de un soldado que se mantiene firme en medio de la batalla. Pablo empleó la misma metáfora en Efesios 6:11: "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo". Estar firmes espiritualmente quiere decir no comprometer su testimonio cristiano al dejarse abatir por las pruebas o las tentaciones.

Me entristece que muchos creyentes no tomen en serio a Dios y sus mandamientos. En vez de conocer a Dios, muchos prefieren que los entretengan. Esa indiferencia considera sus mandamientos como simples sugerencias. Pero nuestro soberano Señor nos manda que estemos firmes. Inmanente en ese mandato está la capacidad de obedecer.
DEMOSTREMOS EL AMOR POR NUESTRA IGLESIA.
EL AMOR DEL APÓSTOL PABLO A LA IGLESIA.

Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo.

Filipenses 1:8

El apóstol Pablo trataba a los creyentes con un espíritu amable y afectuoso. A menudo daba órdenes con genuinas expresiones de amor a las personas. Tenía un lugar especial en su corazón para la iglesia de Filipos. Se dirigía a esos creyentes como "hermanos míos amados y deseados" (Fil. 4:1).

Manifestaba su amor en su deseo de permanecer con ellos para su "provecho y gozo de la fe" (1:25). Pablo estaba dispuesto a ser ofrecido "sobre el sacrificio y servicio de [su] fe" (2:17). Y solamente los creyentes de Filipos habían "[participado con él] en razón de dar y recibir" (4:15), que también revela su vínculo especial con ellos.

Pablo era un dialéctico y un teólogo sin igual, su capacidad intelectual era asombrosa, pero también estaba dotado de una gran capacidad para amar a las personas. Su ministerio puede ser eficaz solo cuando ame a las personas.
EL GOZO DEL CRISTIANO POR SU IGLESIA.
EL GOZO DEL APÓSTOL PABLO POR LA IGLESIA.

Hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía.

Filipenses 4:1

El gozo del apóstol Pablo venía de los demás creyentes. El versículo de hoy dice que los creyentes de Filipos eran su "gozo y corona". A los creyentes tesalónicos igualmente les dijo "¿Cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo" (1 Ts. 2:19-20).

Pablo se regocijaba en la salvación y en el crecimiento espiritual de la iglesia, que está representada por la palabra corona. El término se refiere a una corona de laurel, algo que un deportista recibía en los tiempos bíblicos por ganar un torneo (1 Co. 9:25). Pero un deportista no era el único que recibía tal corona de laurel. Si alguien era agasajado por sus compañeros, también recibiría una como invitado de honor al gran banquete. De modo que la corona simbolizaba el éxito o una vida provechosa. Los creyentes de Filipos eran el galardón de Pablo; prueba del éxito de sus esfuerzos. Cuando usted sirva con sus dones, Dios quiera que sienta el gozo que sentía Pablo.
UN BUEN SOLDADO LE SIRVE AL PAÍS HASTA LA MUERTE.
UN BUEN SOLDADO DE JESUCRISTO.

Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.

2 Timoteo 2:3

Valor, convicción e integridad son virtudes respetables desde un punto de vista secular, pero es necesario que se manifiesten en la vida de todos los cristianos. Es que el nombre "cristiano" nos identifica con Cristo, que nunca transigió ni se apartó de la verdad. Él es el ejemplo perfecto de integridad valerosa.

Es lógico entonces que se nos llame a ser estables y a estar firmes como Cristo y a no dudar (Stg. 1:6). Exhortaciones a estar firmes (Ef. 6:11, 13-14) y ser fuertes (1 Co. 16:13; 2 Ti. 2:1) confirman que hemos de ser valerosos y intransigentes al vivir para Jesucristo.

Casi todos deseamos verdaderamente estar firmes y no tropezar en nuestro andar con Cristo. Ninguno de nosotros quiere ser aplastado bajo el peso de las pruebas de la vida ni ser derrotado por el ataque furioso del mundo, de la carne y de Satanás. Pero debemos comprender que permanecer firmes y ser fuertes no es fácil porque libramos una lucha espiritual (2 Ti. 2:3-4). Tenemos que estar preparados para sufrir "penalidades" a lo largo del camino como buenos soldados de la fe.
LAS DIVISIONES Y CONFLICTOS EN LA IGLESIA.

SÚPLICA POR LA CONCORDIA.

Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

Filipenses 2:2

El apóstol Pablo era un gran teólogo, y a menudo trató importantes temas doctrinales. Se opuso al legalismo de los judaizantes (Fil. 3:2) y a los criterios disolutos de otros falsos maestros (vv. 18-19). Sabía que tales enseñanzas pervertían la doctrina de la salvación y amenazaban la vida de la iglesia. Pero también comprendía que la discordia en la iglesia era igualmente una amenaza para su vida. Es que el conflicto le quita a la iglesia su poder y destruye su testimonio. Los enemigos de Cristo se afanan por buscar formas de desacreditar a la iglesia.


Por lo visto, la discordia en la iglesia de Filipos estaba a punto de destruir la integridad de su testimonio. Así que Pablo les dij "Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio" (1:27). Tenemos un Espíritu entre nosotros, de modo que no hay razón alguna para la discordia.

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