UN NUEVO Y
DIFERENTE HOMBRE PARA DIOS Y PARA ACTUAR
EN EL MUNDO.ROMANOS 4.
UN NUEVO
HOMBRE OBEDIENTE Y DISPUESTO A SERVIR AL SEÑOR JESUCRISTO.
La salvación
y la justicia por medio de Jesucristo; el pecado por medio de Adán; los
creyentes están bajo la gracia no bajo la Ley; el bautismo es explicado.
MUERTE
HORRIBLE PERO RESURRECCIÓN GLORIOSA LA DE JESUCRISTO EL SEÑOR.
PLANTADOS EN
SEMEJANZA DE SU MUERTE Y SEMEJANZA EN SU RESURRECCIÓN.
A la vez que
entendamos el sufrimiento horrible y la muerte de Jesucristo junto con la
gloria y el poder de Su resurrección, más vamos a desear: «(que) así también
nosotros andemos en vida nueva» diariamente manifestando la vida de Cristo.
«Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, así
también lo seremos en la de Su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado» (Romanos 6:4-6).
EL PECADO NO
SERÁ MÁS EL DUEÑO EN LA VIDA DE LOS CRISTIANOS.
Si nos
comprometemos a vivir sólo «en la semejanza de Su muerte», llevando nuestra
propia cruz, y en la abnegación propia, entonces veríamos que esto sólo
producirá una pequeña visión de lo que significa seguir a Cristo. Es el
glorioso poder de Su resurrección física que mora en nosotros que no solamente
nos libra del poder del pecado, sino que también nos da ánimo diariamente y nos
da la fuerza para que «así también nosotros andemos en vida nueva». Los
seguidores de Cristo aceptan el hecho que el pecado ya no más será nuestro
dueño y que: «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos
para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias» (6:11-12).
Esto no quiere decir que ya no pecamos más, pero que ¡Dios nos capacita para
vencer el pecado!
EL PECADO NO
PUEDE CONTROLAR NUESTRA VIDA Y EL VIEJO HOMBRE YA NO EXISTE.
«No reine
(no controle), pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias (los malos deseos) . . . sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos» (6:12-13). La
naturaleza de «nuestro viejo hombre» todavía es capaz de rendirse a los deseos
pecaminosos de la carne. Pero, Cristo a hecho posible que nosotros
experimentemos la realidad de que «somos más que vencedores por medio de Aquel
que nos amó» (8:37).
LA VIDA DE
JESUCRISTO MORA AHORA EN NOSOTROS: A ÉL NOS SOMETEMOS.
La vida de
Jesús que mora en nosotros hace la diferencia: «¿No sabéis que si os sometéis a
alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis,
sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?» (6:16). «Más
ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna» (Romanos 6:22).
JESUCRISTO Y
SU PALABRA DEBE MORAR EN NOSOTROS Y ES QUIEN CONTROLA, SUPERVISA, MOLDEA Y DA
EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL A LA NUEVA CRIATURA, AL NUEVO HOMBRE.
El pecado
sólo tiene poder sobre nuestras vidas cuando se lo permitimos.
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