EL MAYOR Y
MÁS GRANDE PECADO DE DAVID CONTRA DIOS ES LA INCREDULIDAD.
¿Sabía usted
que el mayor pecado que cometió David tenía nada que ver con Betsabé? Todo el
mundo piensa que el asunto de Betsabé era un pecado terrible, y yo estoy en ese
número. Estoy de acuerdo en que era un pecado horrible. Pero si pasamos al
libro de Crónicas, se encuentra la perspectiva de Dios en cuanto a estas cosas.
Y, amigos, ¡Dios no registra el pecado de David con Betsabé en el libro de
Crónicas! Cuando Dios perdonó a David por el pecado, Él no sólo le perdonó,
sino que ¡también se lo olvidó!
David se
lavó limpio de ese pecado, pero Dios sí registra otro. Es el tipo de pecado
sobre el cual dice la gente, "No puedo ver por qué esto era un pecado tan
grande." Sin embargo, fue importante para Dios porque era un pecado en un
nivel espiritual. No afectó la salvación de David, pero ciertamente le afectó a
él y a la nación de Israel en su relación personal con Dios. Era el pecado del
censo que hizo David del pueblo de Israel y de Judá.
Y dijo David
a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba
hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. 1
Crónicas 21:2.
Amigos, a
Dios no le agradaba cuando David tomó un censo porque David no estaba
deleitándose en el Señor; estaba deleitándose en su propia fuerza. Así que lo
que le motivó a contar el pueblo fue el terrible pecado de la incredulidad.
David estaba confiando en números en vez de confiar en Dios. A pesar de su buen
juicio, Joab siguió la orden de David y llevó a cabo el censo de las personas.
Por lo
tanto, Joab, se marchó y recorrió todo Israel, y vino a Jerusalén. Entonces
Joab dio la cuenta del número del pueblo a David. Había en todo Israel un
millón cien mil hombres que sacaban espada, y de Judá cuatrocientos setenta mil
hombres que sacaban espada. Pero no contaba Levi y Benjamín entre ellos, porque
la orden del rey era abominable a Joab (1 Crónicas 21: 4-6). En todo Israel
eran 1.100.000 hombres de guerra, y en Judá había casi 500.000.
Antes,
cuando Moisés había tomado el censo, tenía un mísero 603.000 hombres. Así que
¡David tenía un millón más de hombres que tenía Moisés! Qué contraste a David,
el niño pastor. Cuando él llegó al campamento y vio el gran gigante
pavoneándose y desafiando a Israel; este pequeño niño pastor no tomó un censo.
Él no contó cuántos estaban en el ejército filisteo y luego tratar de averiguar
sus probabilidades de ser capaz de eliminarlos todos. Sólo dijo, "lo
haré."
En el Libro
de 1ª de Samuel 17: 1- 58. Se narra toda la historia de David y Goliat, las
palabras de Confianza que tiene David en Dios.
¿Cómo es que tenía el valor? Bueno, él confió en el Señor. Amigo
mío, uno no se siente la necesidad de Dios cuando tiene un millón de hombres de
pie con usted respaldándole. Pero cuando enfrenta a un gigante y tiene en sus
manos solamente una honda y cinco piedras, usted sabe que necesita a Dios.
Ese fue el
pecado de David – en vez de creer que Dios proveería para él; prefirió confiar
en los números.
Este pecado
de incredulidad era el mayor pecado de David. Estoy consciente de que este
hecho no se registra con muchos hoy en día. De la misma manera que señalamos
con el dedo a David por su pecado con Betsabé, también señalaríamos con el dedo
a un miembro de la iglesia que llega a un servicio tambaleándose, obviamente
borracho. Pero uno puede entrar a un servicio religioso dominical en la
incredulidad y nadie se daría cuenta. Y lo que es peor, si su incredulidad se
conociera, no se consideraría un asunto serio.
Mi amigo,
Dios nos dice aquí que Él considera la incredulidad el asunto más serio. ¿Por
qué? Porque Satanás siempre está detrás de la incredulidad. Él pone la
incredulidad en nuestros corazones y mentes para que no confiemos en Dios. Él
siempre nos está instando a poner nuestra confianza en los hombres, en los
ejércitos, en el dinero, en otra cosa que no sea Dios.
Muchas
personas hoy en día confían en los cálculos y no en el Creador. Confían en la computadora y no en el Cristo.
Confían en números y no en el nombre del Señor.
Esto es el pecado de las estadísticas.
David
aprendió bien su lección. Escúchenlo:
Mejor es
confiar en Jehová que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová que
confiar en príncipes. (Salmo 118: 8-9).
Pero David
era tan humano como nosotros. Confiamos en Dios para la salvación, pero no
confiamos en Él para los problemas de la vida. David miró a su alrededor a sus
enemigos y se preguntó si su ejército era lo suficientemente grande. Se olvidó
por un momento que su Dios era lo suficientemente grande para todos los
gigantes y todas las naciones que lo amenazaban. Así que, en un momento de
falta de fe, David tomó un censo. ¿Cuántas veces usted y yo hemos tomado un
censo? Nosotros realmente no hemos confiado en Dios, y hemos puesto nuestra fe
en otra cosa.
Editado de
David: Un hombre conforme al corazón de Dios, escrito r Por J. Vernon McGee.
BIENAVENTURADOS
LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
“Bienaventurado
el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los
postes de mis puertas” (Proverbios 8:34).
Tick-tack; tick-tack; tick-tack. Miramos constantemente el reloj y nos
frotamos nerviosamente las manos. ¿Es esto lo que Dios tiene en mente cuando
dice que “debemos esperar en Él”? Bueno, sí, algunas veces, pero no siempre.
Cuando usted
llega a un restaurante y se sienta, y el mesero se acerca para tomar su orden,
¿piensa que esa persona estaba sin hacer absolutamente nada, tan sólo esperando
a que usted llegara?
¡De ninguna
manera, si es que quiere conserva su trabajo! Debe estar ocupado u ocupada
sirviendo a la clientela. De la misma manera, debemos estar ocupados mientras
esperamos en el Señor. Esperar en Dios significa anhelar a Jesús, escuchar a
Jesús, mirar a Jesús y vivir por Jesús. Si usted practica esta clase de espera,
recibirá su poder, provisión y paz. Tal vez usted le ha pedido a Dios que le conceda un cónyuge o
un hijo, y han pasado años sin recibir una respuesta. Tal vez usted está en el
aeropuerto, esperando la hora de su vuelo. ¿Cómo redime el tiempo? Pídale a
Dios que le revele qué es lo que Él quiere que usted haga, en este momento,
para Su gloria.
FUERTE
CONFIANZA Y ESPERANZA EN DIOS.
“En el temor
de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos” (Proverbios
14:26).
El Diablo
odia a las familias que adoran juntas. Él permitirá que los padres sean
religiosos, pero no quiere que se lleven a sus hijos al cielo, con ellos. Como
resultado de esta estrategia diabólica, estamos perdiendo una generación
completa. Nuestros hijos están siendo dejados atrás para que mueran y se vayan
al infierno, porque estamos transigiendo con Satanás. Catherine Booth, esposa
del fundador de “El Ejército de Salvación”, oraba de la siguiente manera: “Oh,
Dios, no estaré delante de Ti sin todos mis hijos.” Hay muchos padres y madres
hoy en día que también necesitan decir eso. ¡Esté firme, madre! ¡Esté firme,
padre! Reúna a sus hijos cerca de usted, y ámelos trayéndolos a Jesús.
NUESTROS
HIJOS DEBEN APRENDER A CREER Y CONFIAR EN DIOS.
¿Es usted
una madre, o un padre? Entonces tenga con sus hijos una cita diaria, semanal o
mensual, para conversar acerca de la relación personal de ellos con Dios. ¿Por
qué no empezar hoy mismo?
CONFIANZA EN
EL REINO DE JESUCRISTO.
“Más buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6:33).
¿Alguna vez
ha notado que junto con el mandamiento de “no preocuparse”, en Mateo 6:34,
viene correspondientemente la promesa de Dios de cuidar de nosotros? Una de las
más frecuentes promesas es que seremos alimentados. Dios suplirá nuestras
necesidades. Entonces, ¿por qué Dios promete que “todas estas cosas os serán
añadidas”? ¿Será para que no pasemos hambre? No. Amigo, mucha gente que no
confía en Dios tiene su mesa llena de alimentos. La persona inconversa promedio
piensa en el dinero, casas, carros, ropa, joyas, etc. Jesús sabe que tenemos una
mente “de un solo carril”, y que no podemos servir a dos señores. Si son las
cosas materiales las que usted está buscando, entonces no está buscando al
Señor. Y Él es quien nos dice: “Confía en Mí. Pon toda tu atención y confianza
en Mí. Haz el bien y Yo cuidaré de ti.”
¿Está usted
buscando primero el reino de Dios? ¿Cómo lo sabe? ¿Cuál es la evidencia en su
vida que testifica que Él es su primera prioridad?
CREYENDO EN
JESUCRISTO TENEMOS VIDA ETERNA.
Juan 20:31:
“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”
El mismo
Jesús que convirtió el agua en vino puede transformar su hogar, su vida, su
familia, y su futuro. Este mismo Jesús aún está activo en el negocio de los
milagros. Y su negocio es el negocio de la transformación. Y cuando nosotros
creemos que Jesús es el Cristo, recibiremos vida a través de su nombre.
Alguien bien
dijo que la naturaleza nos forma, el pecado nos deforma, la penitenciaría nos
reforma, la educación nos informa, el mundo nos conforma, pero sólo Jesús nos
transforma.
Si su
confianza está depositada en Cristo hoy, ¿qué está esperando: un milagro o más
de Él? Su próximo aliento es un milagro. Agradézcale a Dios el milagro de la
vida que le ha dado hoy.
NUESTRA
MAYOR CONFIANZA DEBE ESTAR EN EL DIOS FUERTE Y TODOPODEROSO. Josué 5: 13- 15,
6: 1- 2.
JOSUÉ Y EL
VARÓN CON LA ESPADA DESENVAINADA.
5:13 Estando
Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él,
el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le
dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
5:14 El
respondió: No; más como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora.
Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo:
¿Qué dice mi Señor a su siervo?
5:15 Y el
Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus
pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.
6:1 Ahora,
Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie
entraba ni salía.
6:2 Mas
Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con
sus varones de guerra.
6:3
Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la
ciudad una vez; y esto haréis durante seis días.
6:4 Y siete
sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al
séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las
bocinas.
6:5 Y cuando
toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la
bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá;
entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
6:6
Llamando, pues, Josué hijo de Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca
del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuerno de carnero delante del
arca de Jehová.
6:11 Así que
él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y
volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.
6:12 Y Josué
se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová.
6:20
Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que
cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el
muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia
adelante, y la tomaron.
6:21 Y
destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres,
jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos.
6:22 Mas
Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de
la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo,
como lo jurasteis.
6:23 Y los
espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y
todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron
fuera del campamento de Israel.
6:24 Y
consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente
pusieron en el tesoro de la casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios
de bronce y de hierro.
6:25 Mas
Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que
ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a
los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.
6:26 En
aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el
hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su
primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus
puertas.
6:27 Estaba,
pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra.
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