lunes, 29 de agosto de 2016

MUCHAS PERSONAS ANTES DE MORIR DEJAN UN MENSAJE. SU ÚLTIMO MENSAJE.

MUCHAS PERSONAS ANTES DE MORIR DEJAN UN MENSAJE.
SU ÚLTIMO MENSAJE.
Por el Hermano Pablo.
—Estoy sumamente deprimido —dijo Ricardo Leiva a sus compañeros de trabajo—. Estoy tan deprimido que ni siquiera siento dolor.
Y puso el brazo sobre la llama abierta de una cocina de gas.
Al mediodía pidió permiso en el trabajo para ir a su casa. Como no regresó en la tarde, el jefe lo llamó por teléfono.
Este es Ricardo Leiva —contestó una voz doliente y apagada. Pero era una grabadora.
—He decidido acabar con mi vida —siguió diciendo el mensaje grabado—. La vida me ha consumido. He tomado catorce pastillas en los últimos cuarenta minutos. Si eso falla, usaré mi pistola 45.
Cuando la policía abrió la puerta de su casa, Ricardo estaba muerto. Pero su teléfono seguía contestando: —Este es Ricardo Leiva.
He aquí otro que se suma a lo que ha llegado a ser una interminable lista de suicidas.
Ricardo Leiva era un ingeniero electrónico que llevaba cinco años trabajando en la misma empresa. Vivía bien. Tenía pocos amigos, es cierto, pero en su trabajo se llevaba bien con todos. De pronto entró en una profunda depresión, y no encontró más recurso que catorce pastillas somníferas y el tiro de una pistola.
¿Qué lo llevó a esa extrema resolución? Conjeturas hay muchas, pero hay una sola causa básica, que siempre es la misma. Esa causa básica es la falta de fe. No es la falta de religión. Lo cierto es que los suicidas suelen tener religión. Suelen ir mucho a la iglesia. Muchos, incluso, le piden perdón a Dios por lo que van a hacer. En sus notas de suicidio dicen con frecuencia: «¡Que Dios me perdone!»
Religión tienen. Lo que no tienen es fe, fe verdadera y comunión constante y viva con Cristo, fuente de vida espiritual. Por eso viven propensos a las depresiones y a las desilusiones de la vida.
Todo el que está siendo invadido por alguna depresión y por la tentación de quitarse la vida, sepa que hay un Dios que lo ama profundamente. Él lo trajo a este mundo para vida, no para muerte. La fe viva en Cristo, en su omnipotencia, en su amor, le traerá la paz que disipará esa depresión. Apártese ahora mismo en algún lugar donde pueda estar solo, y en la forma más sencilla posible, dígale a Dios en tantas palabras: «Te necesito, Señor. Ayúdame, por favor. Yo me someto a tu voluntad. Entra a mi corazón y tráeme tu paz.»
Si hablamos así con Dios, Él corresponderá a nuestro clamor. Hagámoslo ahora mismo. No esperemos. Pidamos con fe y seguridad al Creador de todo lo que existe. Él vendrá en nuestro auxilio, y la depresión se alejará de nosotros.
DIOS SI NOS RESPONDE Y NOS AYUDA. SALMO 4.
* CIRCUNSTANCIAS ADVERSAS:
No sabemos a ciencia cierta cuál fue la situación que atravesaba David cuando escribió este Salmo; algunos piensan que se redactó durante la rebelión de Absalón, otros creen que fue más temprano: durante las primeras escaramuzas entre Saúl y David, también hay quienes piensan que la situación es genérica; y que el propósito central de estos versículos es establecer una identificación con todo creyente que pasa por circunstancias adversas.
¿Quién no tiene días difíciles En esos momentos la oración se convierte en el instrumento más utilizado, buena parte de nuestras energías se usan en clamar y suplicar. El salmo 4 es un modelo de oración pidiendo ayuda, al analizarlo encontraremos las siguientes verdades divinas:
* CUANDO ESTAMOS EN PROBLEMAS, NOS PONEMOS EXIGENTES. “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia…”  La frase alude al apuro con que se está orando, a la necesidad de una respuesta inmediata, a la velocidad que necesitamos de parte de Dios (Sal 139:4). Muchas veces nos acercamos a Dios en medio de grandes apremios y nos ponemos exigentes, reclamantes y apurados.
* CUANDO LA ESTAMOS PASANDO MAL.
Nunca estamos solos, siempre tenemos alguien cerca, para animarnos o desalentarnos, para oprimirnos o deprimirnos. En este salmo hay dos frentes que acompañan al sufriente:
1.   Los que no ayudan (vers. 2 y 4): Estos son los indiferentes, los que viven de la apariencia, los que se enojan y destruyen (como la esposa de Job “… maldice a Dios, y muérete” Job 2:9); los que tiemblan de cólera (Ef. 4:26) y no tienen paz en las noches.
2.   Los que deprimen (vers. 6): Aunque estos si se preocupan, sin embargo no alientan ni animan; ellos nos deprimen porque han perdido la esperanza y creen que la noche estará reinando por siempre, ellos no soportan la oscuridad, son débiles porque solo conocen una parte de Rom 13:12 “La noche está avanzada, y se acerca el día…”
* ¿POR QUÉ A VECES LA PASAMOS MAL?
Esta pregunta permanece dentro de nosotros y pocas veces tiene una respuesta adecuada. David ha recibido una revelación de Dios mientras oraba, Él le ha dicho: “Yo te he escogido para algo especial, por eso es preciso que seas probado”. Parece contradictorio, pero las pruebas son buena señal, significan que Dios está puliendo nuestra vida para un propósito especial.
El sufrimiento de Job solo puede entenderse en el marco del propósito divino, el sufrimiento perfecciona. No es que Dios tenga una conducta sádica y que le agrade vernos sufrir, pero Él sabe que todavía no hemos alcanzado la perfección, entonces se dedica a pulir y mejorar nuestra vida a través del fuego de la prueba; Pedro llego a comprenderlo “En el cual nosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Ped. 1:6.7).
* ¿QUÉ HACE DIOS SI?
Mientras David está orando, Dios escribe en el corazón de su siervo dos verdades maravillosas:
1.   Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar (vers. 1) Hay una historia hermosa que ilustra esta verdad: Gen 26: 22-30 Isaac está siendo oprimido, pero Dios usa esta circunstancia para hacerlo ensanchar. ¿Cómo crees que viene el crecimiento y la madurez? Dios usa las angustias de la vida para hacerte crecer y madurar. Las situaciones de estrechez son variadas: enfermedades, agresiones, pobreza, stress pero de todas ellas nos librará Jehová (ver 2 Ped. 1:9). Dios sabe usar todas estas angustias para hacernos como las águilas.
2.   Cuando me acuesto, al punto ya estoy dormido (vers. 8) El milagro no solo está en el crecimiento que experimentamos cuando somos probados, también está en la paz que llena nuestras vidas en medio de la tormenta; es como si David estuviese diciendo “Cuando llega la noche no tengo tiempo para preocuparme, porque Dios me hace dormir”. Me gusta pensar en que Dios vigilia mi sueño “Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores, pues que a su amado  dará Dios el sueño” (Sal 127:2).
Son dos las obras de Dios: Usar las dificultades para hacernos crecer y regalarnos paz en medio de los problemas. Tengo una pregunta final ¿Cuándo empieza a cambiar la situación? Siempre pensamos que habrá un mañana mejor, pero cuando leemos con atención nos daremos cuenta que las cosas empiezan a cambiar mientras David está durmiendo “Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza y el preservará tu pie de quedar preso” (Prov. 3:24-25).
Aun en medio de la noche, Dios está presente. Si Él está allí, entonces todo está bien, meditemos en Mat. 26: 36-45. Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
26:37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
26:38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
26:40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
26:42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
26:43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
26:44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
26:45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
26:46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
¿ENTONCES POR QUÉ TOMAR LA DECISIÓN DE ACABAR CON MI VIDA?
APRENDA A CONTROLAR LAS EMOCIONES.
¿Está usted plagado (a) de dudas? ¿La depresión, la soledad y la inferioridad se mantienen sobre usted como una nube tenebrosa? ¿Crea la tensión diaria de la vida un pozo de ira en lo íntimo de su ser? ¿Se encuentra paralizado (a) por el temor? ¿Está experimentando la enfermedad de la amargura?


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