HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS, ASEGURAMOS LA PERMANENCIA.
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad
de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
LO ÚNICO QUE PERMANECE PARA SIEMPRE, SON LAS COSAS DE DIOS.
Las únicas cosas que van a perdurar, son las cosas de Dios, ¡y punto! El
mundo está pasando, nuestros días se van “volando”, y un día, todos
abandonaremos esta tierra, tal como la conocemos. Verá, no somos ciudadanos de
la tierra tratando de llegar al cielo. Somos ciudadanos del cielo peregrinando
en la tierra. Este mundo no es nuestro hogar.
¿QUÉ RESPUESTA TIENE USTED PARA CADA UNA DE ESTAS PREGUNTAS?
1. ¿Está usted viviendo para los placeres de la carne, o para
el gozo del Espíritu?
2. ¿Está viviendo para la alabanza de los hombres, o para la
gloria de Dios?
3. ¿Está usted viviendo para hoy, o viviendo para la
eternidad?
4. ¿Está viviendo para las cosas que se pueden ver, o para
las cosas que no se pueden ver?
Uno de estos días,
este viejo mundo con todas sus elevadas culturas, sus orgullosas filosofías,
egocéntrico intelectualismo e impío materialismo, va a ser olvidado.
ESTA ES LA MEJOR RESPUESTA.
Pero los que hacen la voluntad del Señor vivirán para
siempre.
Realice un recorrido por su casa antes de que la semana se termine.
Mire en cada rincón. Si todo lo que ve se le fuera quitado, aun así, ¿haría
usted la voluntad de Dios? ¿Por qué? ¿O por qué no?
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