miércoles, 21 de diciembre de 2016

LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE, MÁS LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA.

LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE, MÁS LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA.
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
CRISTO ES LA LLAVE DE TODO.
“En Cristo” es una pequeña frase, pero es la llave que abre la puerta del más grande tesoro jamás conocido. Verá, todo lo que le sucedió a Cristo, le sucedió a usted también.  Cuando Él fue crucificado, usted fue crucificado; cuando lo enterraron, usted asimismo fue enterrado, y cuando Él resucitó, usted igualmente resucitó, porque Cristo actuó por usted.  “Más por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30).
Un hombre nunca estará totalmente seguro, hasta que esté en Cristo. Alguien pregunta: “¿Qué, si pierde la salvación?” Eso no le puede pasar a alguien que está en Cristo. No sólo Él nos sostiene, sino que “estamos en Él.” La seguridad no está en lugar llamado “cielo”, sino en una persona llamada “Jesús.”
Hoy deseo que usted comparta Romanos 6:23 con cinco personas. Comience orando ahora mismo para que Dios le muestre quiénes son esas personas, y pídale que le dé la valentía para compartir. Puede escribir romanos 6:23 en una pequeña tarjeta y antes de dárselas, usted podría decirles: “Me gustaría darle un regalo.”
DIOS NOS DICE: PECADORES LIMPIAD LAS MANOS.
“Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8).
TENGA UN ENCUENTRO CON EL CREADOR, CON EL SALVADOR Y CON EL DIOS QUE PERDONA.
Josué, en el Antiguo Testamento, cerca de Jericó tuvo un encuentro con el preencarnado Cristo (véase Josué 5). Las primeras palabras de Josué fueron: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?”.Josué estaba en guardia, no queriendo que nadie hiciera daño al pueblo de Dios. Note la respuesta del Señor: “No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora” (v. 14). Básicamente, Él no vino a tomar lados, Él vino a tomar control. Jesús es el Príncipe del ejército del cielo y con su espada desenvainada Él vino a darle a Josué un mensaje de victoria. Usted nunca conocerá la victoria hasta que coloque su espada a los pies de Jesús, se postre ante su Trono poderoso y le adore. Antes de poder ser un conquistador, usted debe ser conquistado. ¡Oro que pronto esté en la radiante Avenida Aleluya donde los caminos de gloria se interceptan!
Póstrese ante Dios. Pídale que le humille y le dé una percepción completa de su santidad, su hermosura y su gloria. Pídale que Él crucifique su carne, y que su gloria sea dada a conocer a través de su vida.
SOLO NECESITAS DECIR UNA PALABRA: ¡JESUCRISTO CREO EN TÍ!
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
¿Alguna vez ha hecho algo tan horrible que ha servido tiempo en prisión? Quizás mató a alguien, abusó de un niño, hizo un desfalco o violó a alguien. Para muchos, usted es un criminal aborrecible y el sistema judicial ha declarado que no posee ningún valor redentor para la humanidad. Bueno, estoy aquí para decirle, que Dios puede cambiar todo eso. Dios dijo: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18b). Toda mancha, toda imperfección, toda suciedad que haya sobrevenido sobre su alma puede ser limpiada por la sangre de Jesús. Jesús dijo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que a Mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
Alábele así: “Señor Jesús, gracias porque mis pecados que eran como la grana como la nieve fueron emblanquecidos por tu sangre; que aunque rojos como el carmesí lavados fueron como blanca lana. Gracias mi Salvador porque a Ti vine y no me echas fuera. Amen.”
ÉL ES NUESTRO SALVADOR, GLORIA SEA A ÉL.
“Y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:9).
Una mujer trabajaba como empleada doméstica en la casa de un señor muy grosero. Un día Dios salvó a esa mujer y ella no podía esconder su alegría. Lo que antes era trabajoso se convirtió en gozo. El patrón estaba furioso y empezó a burlarse de ella. Él odiaba verla tan feliz. Finalmente, él le dijo: “Usted dice que es salva y puedo ver su felicidad. ¿Me puede decir qué significa ser salvo?” Ella le contestó: “Para mí, se siente como si yo estuviera en el lugar de Jesús, y Él estuviera en el mío.” Un teólogo no pudo haberlo dicho mejor. Segunda Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”
¿De qué se le salva? ¿Para qué se le salva? Si no puede contestar estas preguntas con certeza, lea Juan 3:36 y 1 Tesalonicenses 1:10 para responder la primera pregunta. Lea Isaías 61:1-3, Mateo 28:19-20, 2 Corintios 4:15 para responder la segunda.
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).
Pablo testificó: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8). ¿Qué quiere decir Pablo con “pérdida”? Él quiere decir que aún las cosas buenas pasan a ser malas si llegan a ser substituto de lo mejor. Suponga que vuela y su avión se va a estrellar y usted agarra su mochila en lugar del paracaídas y brinca. ¿Es su mochila algo malo? No, simplemente no es la mejor decisión si quiere salvar su vida. La peor forma de maldad puede ser la piedad humana cuando ésta llega a ser substituto del nuevo nacimiento.
Piense en todo lo maravilloso que ha realizado para Dios esta semana. ¿Cómo se siente? Si está recibiendo alguna gloria por lo que efectuó, lea Isaías 64:6-8. Póstrese ante Dios. Muera a sí mismo y entréguese completamente a Él, para que su gloria ―la de Él únicamente― pueda ser conocida al mundo a través de su vida.
ES TIEMPO DE ADMITIR Y CONFESAR NUESTRO PECADO.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
¿Alguna vez se ha acostado al final de un largo día y satisfecho se dice: “Bien, hoy fui una buena persona, así que si muero esta noche iré al cielo?” Si lo ha hecho, no está solo. Me atrevo a afirmar que la mayoría de personas creen que si van a la iglesia, diezman su dinero y hacen bien a otros, que Dios les permitirá entrar al cielo. Con todo, si ser religioso nos puede llevar al cielo, por qué fue un hombre tan religioso como Pablo confrontado cuando viajaba camino a Damasco y el Señor le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4b). Aún más importante, si pudiésemos salvarnos a nosotros mismos realizando buenas obras Dios no tenía necesidad de enviar a su Unigénito al mundo como sacrificio substituto por usted y por mí. No, es la justicia de Jesús lo que nos salva.
No es hasta que admitamos nuestro pecado que vamos a conocer la misericordia y el perdón del Rey. Póstrese ante Él hoy y admita que está perdido sin Él y que su salvación fue comprada exclusivamente con la sangre de Cristo.
DEBEMOS ESTAR ALERTA A NUESTRO ENEMIGO.
“Ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:27).
¿Alguna vez ha discutido con un familiar en camino a la Iglesia? ¡No se haga el santurrón! ¡Todo predicador sabe que el diablo tratará de atacar a los hijos de Dios antes y después de la iglesia rumbo a casa! Aquí existe un principio espiritual que debemos aprender. Es lo que llamo el principio de “el diablo detrás de la paloma”. Tal y como cuando el Señor Jesús fue bautizado y la paloma descendió, luego inmediatamente Él fue guiado al desierto y tentado. Cuando Dios hace algo grande o cuando usted recibe la aprobación de Dios acerca de algo, usted puede esperar el ataque del enemigo. Leonard Ravenhill dijo: “Cuando Dios abre las ventanas del cielo para bendecirnos, el diablo abrirá las puertas del infierno para bombardearnos.”
¿Ha tenido una experiencia espiritual maravillosa recientemente? Entonces, es mejor que no se deje deslizarse cuesta abajo sin motor. Si el diablo tentó a Jesús, esté seguro que igualmente le tentará a usted. Ruéguele a Dios la fortaleza para vencer la tentación hoy.
ÉL SEÑOR QUIERE LIMPIARNOS.
“El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Salmo 24:4-5).
James Nicholson escribió una canción, que es el deseo de mi corazón: “Señor Jesús, anhelo ser perfectamente completo; anhelo que Tú por siempre vivas en mi alma. Destroza todo ídolo, deshecha todo oponente; ahora lávame, y seré más blanco que la nieve.” Nada palpita más cerca de mi corazón, que el anhelo de ser puro ante mi Señor. Conozco esa dulce comunión con Jesús que emana de un limpio corazón. Y nada, absolutamente nada sobrepasa eso en este mundo. ¿Está fallando en su vida cristiana porque no está puro? Si es así, no está solo. Parece que una alcantarilla de suciedad y depravación se ha roto y vertido en el mundo. Alguien bien dijo: “Desde que la Isla de Manhattan fue vendida por $24 dólares, no se ha visto tanto lodo vendido tan barato como se ve en los EE.UU.”
Ore el Salmo 24:4-5, clame fortaleza para que su caminar diario sea puro: “Señor Jesús, limpia mis manos y mi corazón. Fortaléceme para no elevar mi alma a cosas vanas, ni jurar engaño. Anhelo tu bendición y justicia.”
RECUERDE QUE EL FIN DE TODAS LAS COSAS SE ACERCA.
 “Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).
G. Campwell Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca recuesto mi cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi mañana final haya llegado. Nunca comienzo a trabajar sin pensar que Él puede interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”
Cada noche, al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada día al ir a nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día pudiera ser el último día de trabajo para nosotros. Debemos estar apercibidos para Su regreso.
¿Está usted orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su regreso y orando: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Si éste fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo invertiría su tiempo? ¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir cualquier momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!



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