LA PAGA DEL
PECADO ES MUERTE, MÁS LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA.
“Porque la
paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 6:23).
CRISTO ES LA
LLAVE DE TODO.
“En Cristo” es
una pequeña frase, pero es la llave que abre la puerta del más grande tesoro
jamás conocido. Verá, todo lo que le sucedió a Cristo, le sucedió a usted
también. Cuando Él fue crucificado,
usted fue crucificado; cuando lo enterraron, usted asimismo fue enterrado, y
cuando Él resucitó, usted igualmente resucitó, porque Cristo actuó por
usted. “Más por Él estáis vosotros en
Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención” (1 Corintios 1:30).
Un hombre
nunca estará totalmente seguro, hasta que esté en Cristo. Alguien pregunta:
“¿Qué, si pierde la salvación?” Eso no le puede pasar a alguien que está en
Cristo. No sólo Él nos sostiene, sino que “estamos en Él.” La seguridad no está
en lugar llamado “cielo”, sino en una persona llamada “Jesús.”
Hoy deseo
que usted comparta Romanos 6:23 con cinco personas. Comience orando ahora mismo
para que Dios le muestre quiénes son esas personas, y pídale que le dé la
valentía para compartir. Puede escribir romanos 6:23 en una pequeña tarjeta y
antes de dárselas, usted podría decirles: “Me gustaría darle un regalo.”
DIOS NOS
DICE: PECADORES LIMPIAD LAS MANOS.
“Acercaos a
Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los
de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8).
TENGA UN
ENCUENTRO CON EL CREADOR, CON EL SALVADOR Y CON EL DIOS QUE PERDONA.
Josué, en el
Antiguo Testamento, cerca de Jericó tuvo un encuentro con el preencarnado
Cristo (véase Josué 5). Las primeras palabras de Josué fueron: “¿Eres de los
nuestros, o de nuestros enemigos?”.Josué estaba en guardia, no queriendo que
nadie hiciera daño al pueblo de Dios. Note la respuesta del Señor: “No; mas
como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora” (v. 14). Básicamente, Él
no vino a tomar lados, Él vino a tomar control. Jesús es el Príncipe del
ejército del cielo y con su espada desenvainada Él vino a darle a Josué un
mensaje de victoria. Usted nunca conocerá la victoria hasta que coloque su
espada a los pies de Jesús, se postre ante su Trono poderoso y le adore. Antes
de poder ser un conquistador, usted debe ser conquistado. ¡Oro que pronto esté
en la radiante Avenida Aleluya donde los caminos de gloria se interceptan!
Póstrese
ante Dios. Pídale que le humille y le dé una percepción completa de su
santidad, su hermosura y su gloria. Pídale que Él crucifique su carne, y que su
gloria sea dada a conocer a través de su vida.
SOLO
NECESITAS DECIR UNA PALABRA: ¡JESUCRISTO CREO EN TÍ!
“Que si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
¿Alguna vez
ha hecho algo tan horrible que ha servido tiempo en prisión? Quizás mató a
alguien, abusó de un niño, hizo un desfalco o violó a alguien. Para muchos,
usted es un criminal aborrecible y el sistema judicial ha declarado que no
posee ningún valor redentor para la humanidad. Bueno, estoy aquí para decirle,
que Dios puede cambiar todo eso. Dios dijo: “Si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18b). Toda mancha, toda imperfección,
toda suciedad que haya sobrevenido sobre su alma puede ser limpiada por la
sangre de Jesús. Jesús dijo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que
a Mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
Alábele así:
“Señor Jesús, gracias porque mis pecados que eran como la grana como la nieve
fueron emblanquecidos por tu sangre; que aunque rojos como el carmesí lavados
fueron como blanca lana. Gracias mi Salvador porque a Ti vine y no me echas
fuera. Amen.”
ÉL ES
NUESTRO SALVADOR, GLORIA SEA A ÉL.
“Y ser
hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que
es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:9).
Una mujer
trabajaba como empleada doméstica en la casa de un señor muy grosero. Un día
Dios salvó a esa mujer y ella no podía esconder su alegría. Lo que antes era
trabajoso se convirtió en gozo. El patrón estaba furioso y empezó a burlarse de
ella. Él odiaba verla tan feliz. Finalmente, él le dijo: “Usted dice que es
salva y puedo ver su felicidad. ¿Me puede decir qué significa ser salvo?” Ella
le contestó: “Para mí, se siente como si yo estuviera en el lugar de Jesús, y
Él estuviera en el mío.” Un teólogo no pudo haberlo dicho mejor. Segunda
Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”
¿De qué se
le salva? ¿Para qué se le salva? Si no puede contestar estas preguntas con
certeza, lea Juan 3:36 y 1 Tesalonicenses 1:10 para responder la primera
pregunta. Lea Isaías 61:1-3, Mateo 28:19-20, 2 Corintios 4:15 para responder la
segunda.
“Nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo” (Tito 3:5).
Pablo
testificó: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”
(Filipenses 3:7-8). ¿Qué quiere decir Pablo con “pérdida”? Él quiere decir que
aún las cosas buenas pasan a ser malas si llegan a ser substituto de lo mejor.
Suponga que vuela y su avión se va a estrellar y usted agarra su mochila en
lugar del paracaídas y brinca. ¿Es su mochila algo malo? No, simplemente no es
la mejor decisión si quiere salvar su vida. La peor forma de maldad puede ser
la piedad humana cuando ésta llega a ser substituto del nuevo nacimiento.
Piense en
todo lo maravilloso que ha realizado para Dios esta semana. ¿Cómo se siente? Si
está recibiendo alguna gloria por lo que efectuó, lea Isaías 64:6-8. Póstrese
ante Dios. Muera a sí mismo y entréguese completamente a Él, para que su gloria
―la de Él únicamente― pueda ser conocida al mundo a través de su vida.
ES TIEMPO DE
ADMITIR Y CONFESAR NUESTRO PECADO.
“Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
¿Alguna vez
se ha acostado al final de un largo día y satisfecho se dice: “Bien, hoy fui una
buena persona, así que si muero esta noche iré al cielo?” Si lo ha hecho, no
está solo. Me atrevo a afirmar que la mayoría de personas creen que si van a la
iglesia, diezman su dinero y hacen bien a otros, que Dios les permitirá entrar
al cielo. Con todo, si ser religioso nos puede llevar al cielo, por qué fue un
hombre tan religioso como Pablo confrontado cuando viajaba camino a Damasco y
el Señor le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4b). Aún
más importante, si pudiésemos salvarnos a nosotros mismos realizando buenas
obras Dios no tenía necesidad de enviar a su Unigénito al mundo como sacrificio
substituto por usted y por mí. No, es la justicia de Jesús lo que nos salva.
No es hasta
que admitamos nuestro pecado que vamos a conocer la misericordia y el perdón
del Rey. Póstrese ante Él hoy y admita que está perdido sin Él y que su
salvación fue comprada exclusivamente con la sangre de Cristo.
DEBEMOS
ESTAR ALERTA A NUESTRO ENEMIGO.
“Ni deis
lugar al diablo” (Efesios 4:27).
¿Alguna vez
ha discutido con un familiar en camino a la Iglesia? ¡No se haga el santurrón!
¡Todo predicador sabe que el diablo tratará de atacar a los hijos de Dios antes
y después de la iglesia rumbo a casa! Aquí existe un principio espiritual que
debemos aprender. Es lo que llamo el principio de “el diablo detrás de la
paloma”. Tal y como cuando el Señor Jesús fue bautizado y la paloma descendió,
luego inmediatamente Él fue guiado al desierto y tentado. Cuando Dios hace algo
grande o cuando usted recibe la aprobación de Dios acerca de algo, usted puede
esperar el ataque del enemigo. Leonard Ravenhill dijo: “Cuando Dios abre las
ventanas del cielo para bendecirnos, el diablo abrirá las puertas del infierno
para bombardearnos.”
¿Ha tenido
una experiencia espiritual maravillosa recientemente? Entonces, es mejor que no
se deje deslizarse cuesta abajo sin motor. Si el diablo tentó a Jesús, esté
seguro que igualmente le tentará a usted. Ruéguele a Dios la fortaleza para
vencer la tentación hoy.
ÉL SEÑOR
QUIERE LIMPIARNOS.
“El limpio
de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni
jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de
salvación” (Salmo 24:4-5).
James
Nicholson escribió una canción, que es el deseo de mi corazón: “Señor Jesús,
anhelo ser perfectamente completo; anhelo que Tú por siempre vivas en mi alma.
Destroza todo ídolo, deshecha todo oponente; ahora lávame, y seré más blanco
que la nieve.” Nada palpita más cerca de mi corazón, que el anhelo de ser puro
ante mi Señor. Conozco esa dulce comunión con Jesús que emana de un limpio corazón.
Y nada, absolutamente nada sobrepasa eso en este mundo. ¿Está fallando en su
vida cristiana porque no está puro? Si es así, no está solo. Parece que una
alcantarilla de suciedad y depravación se ha roto y vertido en el mundo.
Alguien bien dijo: “Desde que la Isla de Manhattan fue vendida por $24 dólares,
no se ha visto tanto lodo vendido tan barato como se ve en los EE.UU.”
Ore el Salmo
24:4-5, clame fortaleza para que su caminar diario sea puro: “Señor Jesús,
limpia mis manos y mi corazón. Fortaléceme para no elevar mi alma a cosas
vanas, ni jurar engaño. Anhelo tu bendición y justicia.”
RECUERDE QUE
EL FIN DE TODAS LAS COSAS SE ACERCA.
“Más el fin de todas las cosas se
acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).
G. Campwell
Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca
recuesto mi cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi
mañana final haya llegado. Nunca comienzo a trabajar sin pensar que Él puede
interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”
Cada noche,
al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada
día al ir a nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día
pudiera ser el último día de trabajo para nosotros. Debemos estar apercibidos
para Su regreso.
¿Está usted
orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su
regreso y orando: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Si éste
fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo
invertiría su tiempo? ¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir cualquier
momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!
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