LAS
DIMENSIONES DEL AMOR DE DIOS SON: ALTURA, PROFUNDIDAD, ANCHURA Y LARGURA.
“Ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Un
historiador nos dice que después de la inquisición española, los soldados de
Napoleón descubrieron un calabozo, en donde encontraron un esqueleto todavía
encadenado. Para su sorpresa, ellos miraron en la pared el dibujo de una cruz.
En la cabecera de la cruz estaba escrita la palabra “altura”; al pie de la
cruz, la palabra “profundidad”; y a los lados de la cruz, las palabras
“anchura” y “largura.” Para ese prisionero, la cruz fue una ilustración de las
dimensiones del amor de Dios. El amor de Dios es expansivo y eterno.
LA VERDADERA
RAZÓN DE LA NAVIDAD Y DE CUALESQUIER OTRO TIEMPO ES JESUCRISTO.
Durante el
frenesí de fiestas y compras en diciembre, fácilmente podemos olvidar el
verdadero significado de la celebración de Navidad: “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él
cree no se pierda, más tenga vida eterna.” ¿Qué está haciendo hoy para guiar a
otros a Jesucristo, quien es la verdadera razón de la Navidad?
¿LE
PREGUNTO, YA NACIÓ EL SEÑOR JESUCRISTO EN TU CORAZÓN?
DÍGALO CON
TODAS SUS FUERZAS: QUE JESUCRISTO ES SU SALVADOR, SU SEÑOR Y SU DIOS.
“Me diste
asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me
ha engrandecido” - (Salmo 18:35).
DÍGALE CON
TODAS SUS FUERZAS AL MALIGNO: QUE USTED ES AHORA DE CRISTO EL SEÑOR.
Durante la
segunda guerra mundial, el General Jonathan Mayhew Wainwright dirigió una
galante pero inútil batalla, terminando como prisionero de guerra. Por meses
los japoneses se burlaron de él y lo torturaron. Entonces un día, llegó la
noticia de que las Fuerzas Aliadas habían ganado la guerra. Los guardias
japoneses pensaron que Wainwright no había escuchado las noticias, y se
acercaron para someterle a su rutina diaria de torturas. Sin embargo, aunque
Wainwright estaba débil y delicado, se puso firme de pie y les dijo: “Desde
este momento, ¡yo doy las órdenes aquí!”
GRITE QUE EL
VICTORIOSO VIVE EN USTED.
El diablo
tampoco quiere que usted sepa las Buenas Nuevas de que Jesús ha ganado la
victoria. Más usted debe resistirle y proclamar el poder de Dios en su vida.
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