¿CÓMO ESTÁ
DESARROLLANDO SU SERVICIO A DIOS?
“Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la
obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo,
aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:14-15).
SIERVOS Y
ESCLAVOS DE CRISTO.
Téngannos
los hombres por servidores de Cristo. 1 Corintios 4:1
El apóstol
Pablo era un "siervo" de Cristo. Era una función que escogió por
amor, no por temor.
Había tal
vez millones de esclavos en el Imperio Romano. En su mayor parte, no se les
trataba como a personas, sino como objetos. Si un amo quería matar a un
esclavo, podía hacerlo sin temor al castigo. Aunque era un vocablo negativo
para los romanos, la palabra esclavo significaba dignidad, honor y respeto para
los hebreos, y los griegos lo consideraban un término de humildad. Como siervo
de Cristo, por tanto, Pablo paradójicamente se considera exaltado y envilecido.
Esa es la ambivalencia que afrontará todo representante de Jesucristo.
GRACIAS
SEÑOR POR EL PRIVILEGIO DE SERVIRLE.
Cuando
pienso en el honor que se me ha dado de predicar el evangelio de Jesucristo, me
siento a veces abrumado. No hay más alto llamamiento en la vida que proclamar
el evangelio desde el púlpito y poder enseñar la Palabra de Dios bajo el poder
del Espíritu Santo. Pero hay también una paradoja que exige que un ministro de
Cristo comprenda que no merece servir. Debe tener la debida perspectiva de ser
un esclavo indigno que tiene el privilegio incomprensible de proclamar el evangelio.
NUESTRO
SERVICIO A DIOS ES POR GRATITUD.
Creo que la
salvación se obtiene por gracia, mediante la fe. Esto no es retórica religiosa.
Es doctrina bíblica. Pero, ¿sabe usted lo que algunas personas hacen con eso?
Dicen: “¡Estupendo! No tengo que hacer nada para ser salvo. Puedo simplemente
ir tranquilo en un carro, chupándome el dedo, hasta que lleguemos a la nueva
Jerusalén.” Como quien dice, sólo súbase en el próximo vehículo a la gloria. A
estas personas no les gusta la idea de que nosotros, como creyentes, un día
estaremos ante el tribunal de Cristo. Y todos tendremos que dar cuentas de cómo
hemos utilizado nuestro tiempo, nuestros recursos y nuestra fe. No nos salvamos
por obras, pero seremos recompensados por lo que hemos hecho.
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