lunes, 2 de enero de 2017

EN CRISTO TERMINA LA LEY Y COMIENZA LA GRACIA.

EN CRISTO TERMINA LA LEY Y COMIENZA LA GRACIA.
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).
LA JUSTICIA YACE SÓLO EN EL SEÑOR JESUCRISTO.
El mundo piensa que pecado es ser malo y que ser justo es ser bueno. Dicen: “Si es que soy una buena persona, entonces iré al cielo.” Para ellos, Dios es como Papá Noel, que hace una lista y la revisa dos veces para determinar si hemos sido buenos o malos. Eso no es así. La justicia yace sólo en el Señor Jesucristo. Él dejó el cielo, vino a la tierra, vivió una vida justa y perfecta. Luego sufrió, derramó su sangre y murió en una cruz como expiación o sacrificio por nuestros pecados: Fue sepultado y resucitó por el poder de Dios, y ascendió a la gloria. Su sangre fue aplicada al propiciatorio de Dios: eso es justicia. Gálatas 2:21 nos dice: “[...] si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” ¿Sabe lo que eso significa? Si usted pudiera salvarse siendo bueno, entonces el Calvario fue un error. Si hubiera habido otra manera de que usted se salve, Dios no hubiera dejado que su Hijo muriera sobre una cruz.
¿Cómo ve usted  a Dios? ¿Es Él su Papá Noel, asegurándose si se portó bien o mal? ¿Es Él su mayordomo, cumpliendo cada uno de sus deseos y caprichos? ¿O es Él el Altísimo y exaltado Rey de reyes, el Todopoderoso Padre Eterno?
DIOS SE COMPLACE EN LOS QUE LE OBEDECEN.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” - (1 Samuel 15:22).
EL GOZO Y LA OBEDIENCIA SON DOS PRINCIPIOS QUE LE AGRADAN A DIOS, QUE LOS CUMPLAMOS.
El gozo y la obediencia están intrínsecamente juntos. Cuando usted aprende a obedecer al Señor, usted tendrá el gozo del Señor. Es como John Sammis lo dice en su himno: “Confiar y obedecer, no hay ningún otro camino. Para ser felices con Jesús, hay que confiar y obedecer.” Confianza y obediencia son las dos manos que sostienen las promesas de Dios. Son los dos pies que le mantienen caminando en el camino del Rey. Son los oídos que le capacitan para escuchar la verdad de la Palabra de Dios. ¿Quiere usted experimentar el dulce gozo y contentamiento que Pablo tuvo en lo profundo de una prisión romana, o que Corrie Ten Boom tuvo en los oscuros confines de un campo de concentración nazi? Entonces, confíe y obedezca.
CONFIANZA Y OBEDIENCIA CON GOZO ES LO MEJOR.

Pienso que no hay otro himno mejor que el del señor Sammis: “Confiar y Obedecer.” Eso es lo que José y María hicieron, y lo que usted y yo debemos hacer. ¡Confiar y Obedecer!

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