LAS
CONSECUENCIAS INMEDIATAS DEL PECADO DEL HOMBRE.
ES CAPÍTULO
CUATRO DE GÉNESIS NOS PRESENTA:
Los
sacrificios de Caín y Abel; Caín mata a Abel; la genealogía de la raza humana
desde Adán hasta Noé; el arca de Noé.
Las
consecuencias físicas, espirituales, y eternas del pecado son sorprendentes e
irrevocables. No tomó mucho tiempo para que Adán y Eva se dieran cuenta de su
naturaleza pecaminosa. Su hijo primogénito, Caín, se celó de su hermano Abel y
estaba airado con Dios porque su sacrificio no fue aceptado.
«Y Abel
trajo también de los primogénitos de sus ovejas . . . Y miró Jehová con agrado
a Abel y a su ofrenda . . . » (Dios la recibió favorablemente), «pero no miró
con agrado a Caín y a la ofrenda suya» (Génesis 4:4-5). El Señor se acercó a
Caín en amor y le ofreció una oportunidad para arrepentirse de su pecado.
«Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu
semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el
pecado está a la puerta» (Génesis 4:6-7). Aunque la ofrenda de Caín, con las
primicias del fruto de la tierra, reconoció a Dios como el Creador, eso no
reconoció a Caín como pecador. « . . . Y sin derramamiento de sangre no se hace
remisión» (no hay perdón de los pecados) (Hebreos 9:22). «Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas» (Hebreos
11:4). Abel trajo lo mejor a Dios como una ofrenda de acción de gracias, pero
también reconoció que él era pecador cuando «trajo también de los primogénitos
de sus ovejas» (Génesis 4:4), lo cual quiere decir que él ofreció el sacrificio
de la sangre de un cordero como expiación por sus pecados.
La
genealogía de «los hijos de Dios» (Génesis 6:2,4), continuó por medio del
tercer hijo de Eva, Set (Génesis 5:3), y por medio de su linaje vendría
Jesucristo al mundo (Lucas 3:38). Exactamente como las cosas a veces pasan hoy
en día, así pasó en aquel entonces: « . . . viendo los hijos de Dios que las
hijas de los hombres eran hermosas (las personas que vivían en desobediencia a
Dios), tomaron para sí mujeres» (Génesis 6:2). A veces se piensa que el
matrimonio de los creyentes con los incrédulos es de alguna ventaja. El corazón
de ellos puede llenarse de orgullo al pensar que esos matrimonios en yugo
desigual pueden dar hombres ilustres al mundo. «Estos fueron valientes que
desde la antigüedad fueron varones de renombre» (Génesis 6:4). Pero estos
hombres no vivieron en obediencia a Dios.
Desde el principio,
el mandato bíblico ha siempre sido: «No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos» (II de Corintios 6:14).
Jesucristo
es el camino que nos guía desde donde estamos, como pecadores, a donde Dios
está.
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