PÍDALE A
DIOS QUE LE CONFIRME LA AUTORIDAD Y
LLEVE PAZ AL QUE ESTÁ SUFRIENDO.
“He aquí os
doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará” - (Lucas 10:19).
TODOS
PODEMOS HACER PARTE DE LA GRAN COMISIÓN.
¿Alguna vez
ha pensado en “La Gran Comisión” como una misión imposible? Sin embargo, no lo
es debido a las bases sobre las cuales Jesús la dio. Verá, Jesús dijo que todo
poder, autoridad y dominio le fue dada en el cielo y en la tierra (ver Mateo
28:18-20). El dominio le fue dado primero al hombre, pero el hombre se lo
entregó al diablo en el Huerto de Edén. Jesús lo recibió de nuevo de su Padre,
y a todo creyente nos ha dado esa autoridad. ¿Posee Jesús autoridad sobre el
diablo? ¡Por supuesto! Por lo tanto, usted también la posee. ¿Tiene Jesús la
victoria? ¡Claro que sí! Entonces, usted también tiene la victoria. ¿Está Jesús
en el trono? ¡Absolutamente! Y usted también lo está. La victoria es nuestra
por medio de Jesucristo.
VIVA EN LA
VICTORIA QUE JESUCRISTO DECLARÓ PARA NOSOTROS.
Pídale al
Espíritu Santo que le muestre cuáles son sus temores, y confiéselos como
pecado. Arrepiéntase, y extienda su mano para asir la mano de Jesús, que está
extendida para sostenerle y darle la victoria.
LOS CAMBIOS
ESPIRITUALES QUE DIOS QUIERE EN NOSOTROS Y NO LOS CAMBIOS SUPERFICIALES Y
EXTERNOS.
“¡Fariseo
ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de
fuera sea limpio” - (Mateo 23:26).
NACER DE
NUEVO, ES EL CAMBIO PROFUNDO DE JESUCRISTO EN NOSOTROS.
¿Qué sucede
cuando usted trata de ayudar a otros? Siempre comenzamos desde “afuera”.
Pensamos que si podemos cambiar el medio ambiente del hombre (su hogar,
vestimenta, alimentos, educación, etc.), entonces podemos crear un nuevo
hombre. Esto no se puede hacer. No hay que olvidar que fue en el Huerto de Edén
en donde el hombre se metió en problemas. El “limpiar” lo exterior, lo de
afuera, es sólo reformar. Mas cuando usted limpia lo interior, eso es
regenerar. Jesús les dijo a los fariseos que no necesitaban otro baño;
necesitaban un nuevo nacimiento. Preste atención, no estamos diciendo que no
debemos ayudar a otros. Debemos hacerlo. Pero el ser humano necesita algo más
que jabón y jamón. ¡Necesita salvación! Necesita nacer “de arriba”, y no sólo
un empujoncito desde abajo.
EL CAMPO
ESTÁ LISTO, PERO LOS OBREROS SON POCOS
¿SERÁ USTED
UNO DE LOS OBREROS?
¿Tiene usted
una lista de personas que no son salvas? Ore por ellas hoy. Pídale a Dios que
le use en el proceso de guiarles hacia Él, para que Él las regenere pudiendo
así ellas nacer de nuevo.
NUESTRA
CONFIANZA ESTÁ EN DIOS, NUESTRO SALVADOR.
“Fíate de
Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en
todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas” - (Proverbios 3:5-6).
DEBE
PREGUNTÁRSE QUÉ QUIERE EL SEÑOR DE USTED.
Si
Jesucristo es Señor de su vida, usted va a darle a Él la primacía en toda
decisión que tome. Usted se preguntará: “¿Cuál es la voluntad del Señor? ¿Cuál
es el propósito de Jesús? ¿Qué es lo que glorificará al Padre?” ¿Alguna vez ha
trabajado para una empresa que un día decidió transferirlo? Muchas personas,
debido a sus obligaciones financieras, lo discuten brevemente con sus familias
y amigos, y luego hacen planes para el cambio. En ocasiones el traslado ocurre
tan rápidamente, que la oración es olvidada. Amigo, si Dios quiere que usted
vaya, entonces hágalo. Si Dios no quiere que vaya, entonces debe quedarse. Sin
embargo, usted nunca lo sabrá hasta que esté a solas con Dios, y deje que Él le
diga qué es lo que quiere.
¿SEÑOR, QUÉ
QUIERES QUE YO HAGA?
Si
Jesucristo es Señor de su vida, usted va a darle a Él la primacía en toda
decisión que tome. Usted se preguntará: “¿Cuál es la voluntad del Señor? ¿Cuál
es el propósito de Jesús? ¿Qué es lo que glorificará al Padre?” ¿Alguna vez ha
trabajado para una empresa que un día decidió transferirlo? Muchas personas,
debido a sus obligaciones financieras, lo discuten brevemente con sus familias
y amigos, y luego hacen planes para el cambio. En ocasiones el traslado ocurre
tan rápidamente, que la oración es olvidada. Amigo, si Dios quiere que usted
vaya, entonces hágalo. Si Dios no quiere que vaya, entonces debe quedarse. Sin
embargo, usted nunca lo sabrá hasta que esté a solas con Dios, y deje que Él le
diga qué es lo que quiere.
UNA
CONFIANZA ABSOLUTA EN EL SEÑOR.
“Echa sobre
Jehová tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo” -
(Salmo 55:22).
JESUCRISTO
PROMETIÓ QUE NO NOS DEJARÍA SOLOS.
Fue terrible
el funeral de Simón Pedro. Jesús estuvo allí y dijo: “Es una pena que Pedro
haya muerto tan joven. Él ya estaba aprendiendo cómo caminar sobre las aguas.
Yo no debí haberle dicho que saliera del bote.” Fue un funeral triste. Ahora,
esperamos que usted esté diciendo: “¡Un momento!”, porque todos sabemos que
Pedro no se ahogó cuando Jesús le llamó que saliera del bote (ver Mateo
14:22-23). Y usted tampoco se ahogará o hundirá cuando Jesús le llame a
realizar algo humanamente imposible. Tal vez Pedro no caminó mucho sobre las
aguas, pero nos atrevemos decir que él caminó mucho más de lo que ninguno jamás
ha caminado sobre las aguas, con la excepción de Jesús. No se preocupe si tiene
que salir del bote, si es que eso es lo que Dios le llama hacer. Es más seguro
estar con Jesús en medio de las olas que en el bote sin Él.
DEBEMOS
CONFIAR EN EL LLAMADO DE DIOS, ÉL ESTARÁ CON NOSOTROS.
¿Dios le ha
llamado para que usted haga algo, y no lo ha hecho porque piensa que no podrá?
Tal vez le ha llamado para que confíe en Él en una situación que parece sin
esperanza. Quizás le ha llamado para que se goce acerca de algo por lo que
usted lo único que siente es tristeza. Posiblemente le ha llamado para que
hable de su fe, sabiendo que al hacerlo experimentará grandes pérdidas o
vergüenza. Pídale a Dios que le dé la fortaleza para confiar en Él. Él le
proveerá de todo lo que usted necesita para hacer lo que Él le ha ordenado
hacer (Proverbios 3:5-6).
ECHEMOS LAS
CARGAS SOBRE ÉL.
CUANDO NO
CONFIAMOS EN JESUCRISTO, ESTO NOS PUEDE SUCEDER.
TODA UNA
VIDA POR DELANTE
Por el
Hermano Pablo.
Se llamaba
Pastor Pérez Gutiérrez. Tenía quince años de edad y vivía en Managua,
Nicaragua. Un día recibió un fuerte regaño de su madre. El muchacho se sintió
sumamente deprimido. Negros pensamientos invadieron su mente, y lo envolvió una
mezcla de resentimiento y despecho junto con la sensación de no valer nada.
Con la
voluntad vencida, la mente ofuscada y la razón perdida, el muchacho, que apenas
estaba entrando a la vida, vio en su imaginación que se levantaba ante él una
tétrica figura. Era la rama de un árbol, con una cuerda amarrada. Pastor Pérez
Gutiérrez se dijo a sí mismo que la única solución para su vida era el
suicidio, y tomando la fatal determinación, se encaminó al árbol en el patio de
su casa. Allí amarró una soga a una de las ramas, y se colgó de ella. Quince
años, nada más, y ya la carga de la vida le era demasiado pesada.
El suicidio
de un joven nos conmueve hasta lo más profundo. Todo suicidio, toda derrota de
un semejante, nos entristece, pero cuando oímos de algún joven que se suicida,
sufrimos más. El que tiene toda una vida por delante, con tan brillantes
oportunidades como ofrece la vida, y trunca todo en un instante, está
despreciando lo más grande que posee: su futuro.
Además,
Cristo ofrece vida en abundancia a todo el que sepa echar sus cargas sobre Él.
La vida trae de todo —momentos malos y tristes, y días de dicha y alegría—,
pero cada ser humano es una vida que Dios ha creado y que ninguno debe cortar
antes que Dios lo llame.
El suicidio
de un joven es un grave síntoma social. Algo anda muy mal cuando una criatura
de quince años arma su brazo contra sí mismo. Eso dice muchísimo acerca de la
falta de fe, del descreimiento, de la insensibilidad espiritual y de la furia
contenida que existe en el ambiente en que vive ese joven.
Dios nos
tiene en este mundo porque Él aquí nos necesita. Es cierto que en esta vida hay
momentos de agonía, pero los hay también de profunda paz. Y la vida de cada uno
de nosotros tiene, querámoslo o no, una influencia poderosa en otros que nos
acompañan en este camino. Ellos dependen de nuestra estabilidad. No les
neguemos nuestro brazo de ayuda.
Cristo
quiere que pongamos nuestra confianza y nuestra vida entera en sus manos. Si
aún no lo hemos hecho, rindámonos hoy mismo a Dios nuestro Creador.
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