lunes, 20 de octubre de 2014

LA NATURALEZA PECAMINOSA DEL SER HUMANO SIGUE HOY SIENDO IGUAL.

LA NATURALEZA PECAMINOSA DEL SER HUMANO SIGUE HOY SIENDO IGUAL.
JUDAS TOMÓ LA DECISIÓN DE RECHAZARLO Y VENDERLO ¡ CUÁL DECISIÓN TOMARÁ USTED, ACASO SEGUIRLO?. MARCOS 14.

JESÚS ES CASA DE SIMÓN, (EL QUE UN DÍA FUE LEPROSO) , RECIBIÓ HONOR DE UNA MUJER PECADORA
La última Pascua de Jesús; Getsemaní; Pedro niega al Señor; Jesús ante Pilato; la crucifixión, la sepultura, la resurrección, y la ascensión de Jesús
UNA CENA QUE PERMITIÓ VER EL CORAZÓN EGOÍSTA DE JUDAS Y EL CORAZÓN AGRADECIDO DE UNA PECADORA.
Simón, un leproso a quien Jesús había sanado, vivía en Betania, un pequeño pueblo situado entre las lomas del Monte de los Olivos menos de tres kilómetros de Jerusalén. Solamente unos días antes de que Jesús fuera crucificado, Simón invitó a Jesús y a Sus apóstoles a una cena en su casa. Mientras que ellos estaban sentados comiendo, « . . . vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio (muy costoso); y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre Su cabeza» (Marcos 14:3; ver Mateo 26:6-13; Juan 12:1-8).

Este «perfume de nardo puro» estaba valorado en «más de trescientos denarios» — que era como las ganancias de un año para un obrero común (Marcos 14:5; Mateo 20:2). El apóstol Juan fue quien registró que había sido Judas quien había hablado en alta voz, diciendo: «¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa (del dinero), sustraía de lo que se echaba en ella» (Juan 12:5-6). Para Judas, cualquier cosa que se derramara sobre Jesús era una pérdida; él codiciaba el dinero que se podía haber obtenido al vender el perfume. Pero, Jesús le contestó: «Déjala; para el día de Mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a Mí no siempre Me tendréis» (12:7-8).
EL AMOR DE UNA PECADORA POR SU SALVADOR Y SU SANADOR.
“Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura” (Marcos 14:8).
María amaba tanto a Jesús que ella dio todo lo que poseía. Ella no vertió un poquito de perfume para ungirle, ella lo derramó todo (Véase 14:3-9). Ella no pudo volver a colocar el perfume en la botella. ¡Ella la rompió! Quizás era su herencia o su ajuar. Ella no guardó nada para tiempos de escasez o para su jubilación. La mayoría de nosotros hubiéramos dicho: “Señor, quisiera darte un poquito de este perfume. Me costó el salario anual completo, así que no puedo dártelo todo. Pero, quiero que tengas un poco para demostrarte cuánto te amo.”

¿Le habla esto a su corazón tanto como habla al mío? Confiese: “Señor, no estoy dispuesto a quebrar el vaso de alabastro. Perdóname. Capacítame para darte todo. Heme aquí. Toma todo mi ser.”
BUSCAD PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA: ESO PRECISAMENTE FUE LO QUE HIZO AQUELLA MUJER.
La oportunidad ya perdida de vender el perfume y cogerse el dinero, junto con la fuerte reprimenda que Jesús le dio y el gran honor que María le había otorgado a Jesús, probablemente enfurecieron mucho más a Judas, quien «fue a los principales sacerdotes para entregárselo» (Marcos 14:10). La verdadera razón por la cual Judas estaba entre los doce apóstoles se hizo bien clara cuando le dijo a los principales sacerdotes: «¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?» (Mateo 26:15-16). «Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. . . » (Marcos 14:11). La traición de Judas junto con la cantidad de dinero que iba a recibir, todo fue profetizado por uno de los profetas del Señor unos 600 años atrás: «Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata» (Zacarías 11:12).
HOY PARA MUCHOS SIERVOS DE DIOS SIGUE PESANDO MÁS EL SALARIO QUE VAN A RECIBIR, QUE LA OBRA QUE DIOS LES DA PARA CUMPLIR.
Nuestra generación no es muy diferente a la generación durante los días de Jesús aquí en la tierra. La pecaminosa naturaleza humana sigue siendo igual. Cada persona tiene que tomar una decisión personal si va a aceptar o a rechazar a Jesús como el Salvador y el Señor de su vida. La pregunta hecha por Poncio Pilato debe de aun contestarse: «¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?» (Mateo 27:22).

MI DESTINO ESTÁ EN LAS MANOS DE JESÚS MI SALVADOR Y SEÑOR.
Lo que uno decide hacer con Jesús determina el destino eterno.


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