PASIÓN Y
COMPASIÓN PARA CON NUESTROS HERMANOS EN LA FE CRISTIANA. LUCAS 6.
LA UNCIÓN DE
JESÚS: ES UN RECONOCIMIENTO COMO SEÑOR Y DIOS.
Jesús y el
día de reposo; Él escoge a Sus doce discípulos; el Sermón del Monte; la sanidad
y los milagros; la pregunta de Juan el Bautista; Jesús es ungido
TODOS SOMOS
PECADORES LO DICE LA PALABRA DE VERDAD.ESTAMOS EN LA MISMA CONDICIÓN QUE
NUESTROS HERMANOS.
Todos
nosotros hemos pecado más allá de nuestra habilidad de poder contarlo, y
debemos de estar profundamente agradecidos que nuestro Padre Celestial nos
perdona cuando nos arrepentimos de todos nuestros pecados. Si estamos
verdaderamente agradecidos, entonces trataremos a las personas que pecan contra
nosotros con la misma misericordia y compasión que hemos recibido de nuestro
Señor. Jesús, quien bien sabe la tendencia de nuestros corazones humanos de ser
hipócritas, nos advierte: «¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? . . . Hipócrita,
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja
que está en el ojo de tu hermano» (Lucas 6:41-42).
ASUMAMOS LA
ACTITUD DE RECONOCERLO Y QUE MUCHAS VECES ES MÁS GRAVE NUESTRA FALTA QUE LA DEL
HERMANO.
Es nuestra
responsabilidad reconocer «la paja» (lo malo) por lo que en verdad es, pero
nosotros debemos de considerar primeramente «la viga» propia (nuestras críticas
y actitudes negativas hacia otras personas). Sólo entonces somos aptos para
ayudar a otros en sus necesidades.
DIOS NOS
PIDE QUE TENGAMOS UN CORAZÓN COMPASIVO Y PERDONADOR.
Un corazón
de compasión y cuidado para ayudar a otros es contrario a las personas que
ignoran sus propias faltas y fracasos, y que casi nunca pierden una oportunidad
para chismear sobre la conducta o los fracasos de otras personas. A veces
estamos dispuestos a exagerar e implicar que las acciones de otras personas
tiene motivos malvados. Gracias que Dios es un Dios de misericordia, que nos
perdona por completo cuando nos arrepentimos de nuestros pecados. Pero, tenemos
la tendencia de juzgarnos según nuestras buenas intenciones pero juzgamos a los
otros por sus errores. Desde el punto de vista que esperamos la misericordia de
Dios en nuestras vidas, esto pone una gran demanda sobre nosotros para extender
esa misma misericordia hacia otras personas. «(Mas) si no perdonáis a los
hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
(Mateo 6:15).
NO NOS
JUSTIFIQUEMOS A NOSOTROS MISMOS, DIOS ES QUIEN JUSTIFICA.
El criticar
y el menospreciar a otras personas es a veces una forma de justificarse a sí
mismo y de aumentar el autoestima. También, es más fácil llegar rápidamente a
las conclusiones sin oír cuidadosamente todo lo sucedido. Todos tenemos una
habilidad asombrosa para juzgar erróneamente los pensamientos y las acciones de
otras personas. Los críticos siempre viven buscando y encontrando algo mal con
todo lo que se dice o se hace por otros a quienes ellos desean despreciar.
Jesús habló en contra de esta justificación personal al decir: «saca primero la
viga de tu propio ojo». Es entonces que el amor de Cristo puede expresarse por
medio de nuestras vidas. Si alguien «fuere sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado» (Gálatas 6:1).
AYUDEMOS A
LOS HERMANOS MÁS DÉBILES Y SOBRE LLEVEMOS LAS CARGAS DE LOS OTROS.
Es injusto
criticar a otros — aun cuando ellos no cumplen con lo que esperamos. Todos
tendremos que darle cuenta a Cristo por lo que hacemos.
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