EL PASTOR
VERDADERO Y LOS PASTORES FALSOS EN EL MUNDO.
JESÚS
DESCRIBE CON TODA CLARIDAD A ESTOS DOS TIPOS DE PASTORES Y SUS CARACTERÍSTICAS.
Los líderes
religiosos en Israel eran considerados los pastores de Israel; pero ellos eran
falsos, sirviéndose a sí mismos, tal y como Ezequiel predijo: «¡Ay de los
pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores
a los rebaños?» (Ezequiel 34:2). Ezequiel entonces reveló al Pastor Verdadero,
diciendo: «levantaré sobre ellas (las ovejas) a un pastor, y él las apacentará;
a Mi siervo David . . . Yo Jehová les seré por Dios, y Mi siervo David príncipe
en medio de ellos. . . . Y estableceré con ellos pacto de paz» (34:23-25).
Jesús se
identificó a Sí mismo con la profecía de Ezequiel cuando Él dijo: «Yo soy el
Buen Pastor; el Buen Pastor Su vida da por las ovejas. Más el asalariado . . .
ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las
dispersa. . . . Yo soy el Buen Pastor; y conozco Mis ovejas, y las Mías Me
conocen, así como el Padre Me conoce, y Yo conozco al Padre; y pongo Mi vida
por las ovejas» (Juan 10:11-15).
Una de las
características que distinguen al creyente es cuando él o ella reconocen la
necesidad de tener la dirección y sentir el deseo de seguir al Buen Pastor.
«(Y) las ovejas Le siguen, porque conocen Su voz. Más al extraño no seguirán,
sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños» (10:4-5).
El Espíritu
Santo guio al apóstol Pablo a escribir: «Y el Dios de paz que resucitó de los
muertos a nuestro Señor Jesucristo, el Gran Pastor de las ovejas, por la sangre
del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis Su voluntad,
haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al
cual sea la gloria por los siglos de los siglos» (Hebreos 13:20-21).
Jesucristo
también nos dice: «Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de Mi mano. Mi Padre que Me las dio, es mayor que todos» (Juan
10:28-29). Aquí Jesús se revela a Sí mismo como igual y coeterno con Dios el
Padre. Es una gran consolación saber y estar seguro que tenemos a Jesús — el
Buen Pastor cuidando por nosotros.
El apóstol
Pedro nos predijo: «Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores (Jesucristo),
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria» (I de Pedro 5:4).
EL VERDADERO
PASTOR NO DEJA SOLAS A LAS OVEJAS. EL MUNDO LAS QUIERE MATAR
Los creyentes,
como las ovejas, necesitan vivir cerca del Pastor para estar protegidos de los
engaños del mundo.
OVEJAS
PREPARADAS PARA HACER LA VOLUNTAD DE DIOS. Tito 3: 3-8
3:3 Porque
nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados,
esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
3:4 Pero
cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres,
3:5 nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo,
3:6 el cual
derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
3:7 para que
justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza
de la vida eterna.
3:8 Palabra
fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los
que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y
útiles a los hombres.
LOS PASTORES
VERDADEROS AL SERVICIO DE DIOS RECIBIRÁN GOZO Y CORONAS.
ESTE ES UN
PASTOR VERDADERO. EL APÓSTOL PABLO.
El gozo de
Pablo.
Hermanos
míos amados y deseados, gozo y corona mía. Filipenses 4:1
El gozo del
apóstol Pablo venía de los demás creyentes. El versículo de hoy dice que los
creyentes de Filipos eran su "gozo y corona". A los creyentes
tesalónicos igualmente les dijo "¿Cuál es nuestra esperanza, o gozo, o
corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor
Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo" (1 Ts.
2:19-20).
Pablo se
regocijaba en la salvación y en el crecimiento espiritual de la iglesia, que
está representada por la palabra corona. El término se refiere a una corona de
laurel, algo que un deportista recibía en los tiempos bíblicos por ganar un
torneo (1 Co. 9:25). Pero un deportista no era el único que recibía tal corona
de laurel. Si alguien era agasajado por sus compañeros, también recibiría una
como invitado de honor al gran banquete. De modo que la corona simbolizaba el
éxito o una vida provechosa. Los creyentes de Filipos eran el galardón de
Pablo; prueba del éxito de sus esfuerzos. Cuando usted sirva con sus dones,
Dios quiera que sienta el gozo que sentía Pablo.
“¿No sabéis
que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se
lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9:24).
El pastor
Rogers corrió su carrera. Asimismo Dios le ha dado a usted una carrera para
correr. Cada persona corre su propia carrera. No estamos compitiendo unos contra
otros para alcanzar la corona del vencedor. Estamos juntos en un peregrinaje.
No tratamos de ir delante del otro. ¡Y estas son buenas noticias! Dios tiene un
plan para su vida con particulares límites de velocidad, desvíos, y vallas que
cruzar. Y usted tiene que permanecer en esta carrera hasta que la termine. Pero
no está solo. Aunque no estamos en la misma carrera, estamos en los viajes
juntos, para animarnos mutuamente para ganar. ¡Y deseamos que usted gane la
corona de la victoria hoy¡ ¡Corra, mi amigo (a), corra!
Pídale a
Dios que cubra sus pies con la preparación que proviene del evangelio de la paz
(ver Efesios 6:15), para que pueda correr la carrera con confianza. Ruéguele a
Dios que dirija sus pasos para ir a lugares en donde pueda declarar el plan de
salvación de Dios (vea Romanos 10:15). Y agradezca a Dios por la corona que le
espera al final de la carrera, debido a Su poder en su vida.
“Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios
5:20).
¿Hay,
agitándose en su corazón, un espíritu de rebeldía? A lo mejor usted ni siquiera
lo reconoce. Pero si lo hace, le rogamos que haga algo al respecto, ahora
mismo. Pídale a Dios que le limpie de su deseo de rebeldía. Que desarraigue
toda rebeldía en usted, puesto que Él no la quitará hasta que usted renuncie a
ella. Es su decisión. Clame a Dios que le perdone por las necias y descuidadas
palabras que ha pronunciado. Ruegue que le quite ese espíritu de rebeldía
contra las autoridades. Pídale que le enseñe cómo amorosamente respetar a las
personas cuando están equivocadas.
Amigo (a),
una de dos: o usted corona a Cristo, o lo crucifica. ¿Está usted con Jesús hoy,
o está en su contra?
¿Hay alguien
que le ha hecho daño, y usted busca vengarse? ¿Tiene la necesidad de que sus
“derechos” sean exaltados sobre otros? Lea y aplique la verdad de Filipenses
2:3-11.
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