miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA INMORALIDAD Y TODO TIPO DE PECADO, NI AUN SE NOMBRE ENTRE VOSOTROS.

LA INMORALIDAD Y TODO TIPO DE PECADO, NI AUN SE NOMBRE ENTRE VOSOTROS.
JUICIO POR PECADO EN LA IGLESIA DE CORINTO.
El apóstol Pablo recibió las malas noticias que uno de los miembros de la iglesia en Corinto estaba viviendo en fornicación o en adulterio con «la mujer de su padre» (I de Corintios 5:1), esto parece decir que estaba en una continua relación sexual con su madrastra. No se sabe si su padre estaba vivo todavía o ya había muerto. Pablo les amonestó a que excomulgaran al miembro ofensivo inmediatamente: «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús» (5:4-5).
La mayor consideración no es solamente cómo es que nuestras vidas afectan nuestra relación con Dios, pero de igual importancia es cómo afectan la relación con nuestros amigos cristianos en nuestras iglesias y en nuestras familias.
Cuando los líderes del cuerpo de una iglesia permiten los pecados obvios que se practican continuamente entre sus miembros, esto les anima a los pecadores a excusar sus propios pecados y continuar inculcando a otras personas a seguir su estilo de vida inmoral.
Si nosotros creemos lo que Dios ha dicho en Su Palabra sobre el pecado, veremos que hay consecuencias por ello. Consiguientemente, la decisión de no decir ni hacer nada, meramente por razón de mantener «la armonía», está en oposición a lo que el Espíritu Santo le guio a escribir: «Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. . . . Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros» (5:11-13). «Y esto erais algunos» (6:11). La palabra clave aquí es «erais», porque todos los que verdaderamente han recibido a Jesucristo como Salvador y Señor tienen el deseo de abandonar sus pecados.
 Por el resultado inevitable del pecado, Pablo continuó su escrito: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios» (I de Corintios 6:9-10).
¿CUÁNDO NOS OLVIDAMOS DE DIOS?

Si descuidamos la Palabra de Dios estamos olvidando al Dios mismo.

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