viernes, 6 de noviembre de 2015

JESUCRISTO TIENE UN MENSAJE PARA SUS DISCÍPULOS HOY “NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN SI CREÉIS EN DIOS TAMBIÉN CREED EN MI”. TAMBIÉN LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO SE HACE EVIDENTE Y PRESENTE PARA NOSOTROS.

JESUCRISTO TIENE UN MENSAJE PARA SUS DISCÍPULOS HOY “NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN SI CREÉIS EN DIOS TAMBIÉN CREED EN MI”.
TAMBIÉN LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO SE HACE EVIDENTE Y PRESENTE PARA NOSOTROS.
Los once apóstoles estaban convencidos que Jesús era el Mesías. Junto con la multitud, ellos también se unieron a clamar: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!» (Juan 12:13). Pero, Jesús anteriormente había dicho: «que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día» (Mateo 16:21). Durante esas pláticas los discípulos «tenían miedo» porque Jesús les había dicho que Él se tenía que ir al Padre. Los apóstoles también estaban perturbados que Él les había dicho que uno de ellos iba a traicionarle (Juan 13:21-22).
Unas de las palabras más consoladoras que Jesús habló fueron al mismo momento que los líderes religiosos estaban planeando cómo matarle pero Él bien lo sabía. Con una suma calma Jesús dijo: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. . . . (Voy), pues, a preparar lugar para vosotros. Y si Me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis. . . . La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (14:1-3,27).
La historia es mucho más clara para nosotros hoy en día dos mil años después al leer el relato completo. Sin embargo, como los discípulos, ocasionalmente, cada uno de nosotros nos tenemos que enfrentar a los temores de lo que pasará mañana. Cuando nos enfrentamos a las pérdidas financieras, a un divorcio, a las enfermedades, a las desventajas físicas, o a «muchas otras cosas» que les pasan a los que aman al Señor, necesitamos recordar que el Señor sabe cómo cuidar todos nuestros futuros. Nosotros también podemos tener la suma confianza en las Palabras consoladoras de nuestro Señor: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí» (14:1).
Nosotros tenemos que elegir si vamos o no vamos a permitir que «nuestros corazones se turben». Cada contratiempo ofrece una oportunidad para vencer la tensión que existe, el temor, la depresión, y cómo desarrollar la paciencia y la fe en el Señor. «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de Su gloria os gocéis con gran alegría» (I de Pedro 4:12-13).
TAMBIÉN LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO SE HACE EVIDENTE Y PRESENTE PARA NOSOTROS.
Nosotros necesitamos estar agradecidos por el ministerio del Espíritu Santo en y a través de nuestras vidas.
JESUCRISTO ES EL MISMO AYER, HOY Y SIEMPRE. A ÉL SEA LA GLORIA POR LOS SIGLOS, DE LOS SIGLOS. AMÉN.
LAS PROFECÍAS CUMPLIDAS EN JESUCRISTO.
Isaías 53:5 “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
El pastor Rogers dijo: “Lo que amo acerca del Antiguo Testamento es lo mismo que amo acerca del Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento ambos son la Palabra inspirada de Dios.”
No piense que el Antiguo Testamento tiene un mensaje diferente al Nuevo Testamento. Toda la Biblia habla acerca de Jesús. Si usted lee la Biblia y no encuentra a Jesús, es mejor que la vuelva a leer. Si alguien le pregunta si ha leído los cuatro evangelios. Usted puede contestarles: “¡He leído todos los sesenta y seis! Desde Génesis hasta Apocalipsis, todos tienen el mismo villano: Satanás. Tiene el mismo héroe: Jesús. Tiene el mismo propósito: proclamar que en ningún otro nombre podemos ser salvos, sino sólo en el nombre de JESÚS.”

Le invitamos a leer Isaías 53: 1- 12. ¿Cuáles son las profecías que se cumplieron en la vida de Cristo?
53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos.
53:3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
53:6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
53:7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
53:8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
53:9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
53:11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

53:12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

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