viernes, 20 de noviembre de 2015

LOS CREYENTES ESTAMOS BAJO LA GRACIA Y NO BAJO LA LEY.

LOS CREYENTES ESTAMOS BAJO LA GRACIA Y NO BAJO LA LEY.
A la vez que entendamos el sufrimiento horrible y la muerte de Jesucristo junto con la gloria y el poder de Su resurrección, más vamos a desear: «(que) así también nosotros andemos en vida nueva» diariamente manifestando la vida de Cristo. «Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, así también lo seremos en la de Su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado» (Romanos 6:4-6).
Si nos comprometemos a vivir sólo «en la semejanza de Su muerte», llevando nuestra propia cruz, y en la abnegación propia, entonces veríamos que esto sólo producirá una pequeña visión de lo que significa seguir a Cristo. Es el glorioso poder de Su resurrección física que mora en nosotros que no solamente nos libra del poder del pecado, sino que también nos da ánimo diariamente y nos da la fuerza para que «así también nosotros andemos en vida nueva». Los seguidores de Cristo aceptan el hecho que el pecado ya no más será nuestro dueño y que: «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias» (6:11-12). Esto no quiere decir que ya no pecamos más, pero que ¡Dios nos capacita para vencer el pecado!
«No reine (no controle), pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias (los malos deseos) . . . sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos» (6:12-13). La naturaleza de «nuestro viejo hombre» todavía es capaz de rendirse a los deseos pecaminosos de la carne. Pero, Cristo a hecho posible que nosotros experimentemos la realidad de que «somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó» (8:37).
La vida de Jesús que mora en nosotros hace la diferencia: «¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?» (6:16). «Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna» (Romanos 6:22).
PARA QUE EL PECADO TENGA PODER EN SU VIDA, USTED TIENE QUE PERMITÍRSELO.

El pecado sólo tiene poder sobre nuestras vidas cuando se lo permitimos.

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