LOS
CREYENTES ESTAMOS BAJO LA GRACIA Y NO BAJO LA LEY.
A la vez que
entendamos el sufrimiento horrible y la muerte de Jesucristo junto con la
gloria y el poder de Su resurrección, más vamos a desear: «(que) así también
nosotros andemos en vida nueva» diariamente manifestando la vida de Cristo.
«Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, así
también lo seremos en la de Su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado» (Romanos 6:4-6).
Si nos
comprometemos a vivir sólo «en la semejanza de Su muerte», llevando nuestra
propia cruz, y en la abnegación propia, entonces veríamos que esto sólo
producirá una pequeña visión de lo que significa seguir a Cristo. Es el
glorioso poder de Su resurrección física que mora en nosotros que no solamente
nos libra del poder del pecado, sino que también nos da ánimo diariamente y nos
da la fuerza para que «así también nosotros andemos en vida nueva». Los
seguidores de Cristo aceptan el hecho que el pecado ya no más será nuestro
dueño y que: «Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos
para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias» (6:11-12). Esto
no quiere decir que ya no pecamos más, pero que ¡Dios nos capacita para vencer
el pecado!
«No reine
(no controle), pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias (los malos deseos) . . . sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos» (6:12-13). La
naturaleza de «nuestro viejo hombre» todavía es capaz de rendirse a los deseos
pecaminosos de la carne. Pero, Cristo a hecho posible que nosotros
experimentemos la realidad de que «somos más que vencedores por medio de Aquel
que nos amó» (8:37).
La vida de
Jesús que mora en nosotros hace la diferencia: «¿No sabéis que si os sometéis a
alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?»
(6:16). «Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de
Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna»
(Romanos 6:22).
PARA QUE EL
PECADO TENGA PODER EN SU VIDA, USTED TIENE QUE PERMITÍRSELO.
El pecado
sólo tiene poder sobre nuestras vidas cuando se lo permitimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario