sábado, 21 de noviembre de 2015

ESTAMOS HECHOS Y TRANSFORMADOS A UNA NUEVA IMAGEN LA DE JESUCRISTO.

ESTAMOS HECHOS Y TRANSFORMADOS A UNA NUEVA IMAGEN LA DE JESUCRISTO.
LA LEY DE LA VIDA ESPIRITUAL AHORA ACTÚA EN NOSOTROS.
Cuando aceptamos a Cristo como Salvador y Señor de nuestras vidas, recibimos la naturaleza espiritual de Dios y sinceramente deseamos que «la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne (carnalmente); pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad (hostiles) contra Dios; porque no se sujetan a la Ley de Dios» (Romanos 8:4-7). Alabado sea Dios que no tenemos que ser gobernados por nuestra naturaleza carnal: «porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis» (8:13).
El verdadero arrepentimiento resulta en un cambio del corazón y del estilo de vida. Este cambio debe manifestarse en el hecho de estar involucrados en compartir las buenas nuevas, en apoyar los ministerios misioneros, y estar involucrados en la iglesia local siempre que sea físicamente posible. Tristemente, algunas personas se unen a una iglesia, asisten a sus servicios de adoración, dan sus diezmos y ofrendas generosamente, y piensan que estas obras son lo suficiente para entrar en el cielo. Pero, puede que ellos estén solamente expresando una «apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella» (II de Timoteo 3:5). Dios se interesa primeramente de lo que nosotros somos, y después de lo que nosotros hacemos para Él.
«Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. . . . Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas (innatural), malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia (la calumnia y relatos abusivos contra Dios), palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó» (Colosenses 3:2,5-10).
NO IMPORTANDO LAS CIRCUNSTANCIAS, YO BENDECIRÉ A JEHOVÁ EN TODO TIEMPO.

Sin considerar las circunstancias, «Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca» (Salmo 34:1).

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