DIOS SIEMPRE
QUIERE LO MEJOR PARA NOSOTROS.
DIOS NOS
OFRECE UNA VIDA ABUNDANTE.
Juan 10:10:
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
¿Sabe qué
anda mal con muchos de nosotros? Tratamos de salirnos de los problemas en lugar
de meternos en la justicia. Estamos tan concentrados en el lado defensivo del
cristianismo que nos olvidamos de tomar la ofensiva: un avance positivo.
¿Le gustaría
levantarse y permanecer firme? ¿Le gustaría experimentar la vida abundante de
la cual nos habla nuestro Señor? Jesús vino a darnos vida eterna. Vino a darnos
vida abundante. Necesitamos hacer como lo dice una vieja canción: “Acentúa lo
positivo. Elimina lo negativo.”
¿Por qué no
decide hoy ponerse en paz con Dios y permanecer en Él? Así podrá dar los pasos
que le guiarán a una vida de obediencia.
DIOS NOS DA
UNA MEDIDA DE FE.
“Así que la
fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).
¿Alguna vez
se ha preguntado por qué algunas personas parecen tener tanta fe, otras una fe
débil, y otras no tener ninguna fe? ¿Es Dios injusto? No, “Dios no hace
acepción de personas” (vea 2 Crónicas 19:7). Él ha dado a cada ser humano una
medida de fe (vea Romanos 12:3).
Entonces,
¿qué es fe? Permítanos primero decirle lo que NO ES la fe. Fe no es pensamiento
positivo u optimismo. Fe no es un “sentir” que puede hacer algo. Fe no es una
corazonada o el mirar el lado brillante de las cosas. Fe es recibir una palabra
de Dios y actuar de acuerdo a esa palabra.
Verá, usted
puede recibir una palabra de Dios y creer esa palabra. Eso es creer. Pero
cuando usted actúa de acuerdo a esa palabra, eso es fe. Fe es creer, ¡pero con
piernas! Hoy es el día en que usted puede poner sus pies de fe sobre las
promesas de Dios y decir: “¡Esa promesa es mía!”
DIOS NOS DA
SU PALABRA.
“Y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7).
¿Alguna vez
ha tratado de quitarle a un perro un apetitoso hueso? ¡Esa es una buena forma
para ser mordido! Pero, ¿qué si usted pone un filete en el piso? El perro
dejará el hueso y se apoderará del filete. Este es el error que muchos padres
cometen hoy en día. Gastan todo su tiempo diciendo a sus hijos: “No hagas esto.
No hagas lo otro. Eso no está bien.” Con ese comportamiento, estos padres están
fallando a una generación completa. Muchas veces, nunca se les muestra a los
hijos las riquezas de Cristo Jesús. A los hijos se les debe enseñar que lo que
ellos tienen en el Señor Jesucristo es mucho mejor que lo que este mundo puede
ofrecerles.
¿Es usted un
padre o una madre? Piense acerca de las maneras negativas de disciplinar a sus
hijos, y pídale a Dios que le muestre las formas positivas de enseñar y
recompensar a sus hijos.
DIOS NOS DA
BUENOS PENSAMIENTOS.
“Derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” - (2 Corintios
10:5).
Jóvenes
creyentes me preguntan cuáles son las cosas específicas que ellos deben hacer
para practicar la pureza moral. Les digo que, primero, tengan cuidado del grupo
con el que se juntan; que escojan sabiamente a sus amigos (ver Proverbios
13:20). Segundo, que tengan cuidado con lo que ponen en sus mentes por medio de
libros, películas y música (ver Salmo 101:3ª; Proverbios 6:27). Y, tercero, que
controlen sus pensamientos (ver Proverbios 23:7ª; Filipenses 4:8). El
pensamiento es el padre de las acciones. Alguien lo dijo muy bien: “No podemos
evitar que los pájaros vuelen sobre nuestras cabezas, pero sí podemos impedir
que hagan su nido en nuestro pelo.”
Camine con
Dios hoy, como nunca lo ha hecho antes. Vaya valientemente hacia territorio
desconocido. Eso bien puede ser el ir y cuidar de una persona enferma. Hasta
pudiera ser su propio vecino. O hacer algo bueno por un vendedor o vendedora,
agotados por el tumulto navideño. O tal vez decirle a alguien que Jesús le ama.
Segunda
Corintios 10:5:[...] llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo.”
Satanás está
llevando a cabo una batalla para controlar los pensamientos de los
adolescentes. El típico joven estadounidense escucha un promedio de 10.500
horas de música rock entre el séptimo y décimo grado de colegio. ¡Eso es
solamente 500 horas menos del tiempo total que pasan en la escuela desde el
primer año escolar hasta el duodécimo año de colegio! ¿Tiene usted una idea del
fatalismo que se bombardea por las ondas radiales a las mentes de los jóvenes
de hoy?
La
Asociación Nacional de Educación de los Estados Unidos estima que un porcentaje
significativo de los 5.000 suicidios entre adolescentes que ocurren anualmente,
es causado por la música tan fatalista que escuchan. Alguien digo: “Permítame
escribir las canciones que la nación entona, y no me importa quién decrete las
leyes.”
¿Hay algún
adolescente en su vida? Si es así, dedíqueles un tiempo ésta semana para hablar
acerca de la música que escucha y de las opciones saludables que necesita tomar
para arrebatarle a Satanás el territorio que está tratando de conquistar con su
violento ataque de música funesta.
DIOS NOS
OFRECE LARGA VIDA Y SALVACIÓN.
“Lo saciaré
de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmos 91:16).
Un día el
pastor Rogers, estaba comiendo en un restaurante en Nueva York, cuando de
pronto se abrió la puerta del restaurante y un hombre corrió hacia una mesa que
recién había sido desocupada, y comenzó a comer desesperadamente las sobras
dejadas por los clientes, antes de que los empleados del restaurante se dieran
cuenta. El hombre se escapó, veloz como una ardilla. Sin orgullo. Sin que le
importara lo que la gente pensara. Un hombre que se muere de hambre se
desespera por conseguir alimento. Su enfoque es eso. Tiene un solo pensamiento
en mente: dónde conseguir su próxima comida. A él no le preocupa la popularidad,
posición social o posesiones materiales. Cuando una persona tiene suficiente
hambre o sed, hará cualquier cosa para satisfacerse.
¿De qué
tiene hambre usted, hoy día? ¿Es Jesús suficiente para satisfacer su apetito?
“A todos los
sedientos: Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, venid, comprad y
comed. Venid comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1).
DIOS NOS DIO
UN CORAZÓN.
Proverbios
23:7: “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él.”
Había un
letrero en un negocio que decía: “No somos lo que pensamos que somos; lo que
pensamos, eso somos.” ¿Qué es lo que usted permite que entre en su mente y que
por consiguiente controle su corazón, sus acciones y sus palabras? Dios lo hizo
de tal manera que usted no puede pensar en dos cosas a la vez. Si usted está
pensando en lo que es correcto, no puede pensar en lo incorrecto. Y cual sea su
pensamiento, tal será usted. Guarde su mente. Concéntrese en el Señor Jesús. No
permita que Satanás le quite su devoción total por el Señor Jesucristo.
Permanezca enamorado de Jesús y de esa manera no habrá lugar en su mente para
esos pensamientos sucios, pecaminosos, inicuos, lujuriosos y tentadores, llenos
de orgullo, que nos bombardean a todos nosotros.
Empiece hoy
activamente a organizar sus pensamientos y traerlos en obediencia a Cristo (2
Corintios 10:5) Use Filipenses 4:8 como un filtro por el cual usted pasa todo
pensamiento.
DIOS NOS
HACE UN LLAMADO.
“Prosigo a
la META, al premio del supremo LLAMAMIENTO de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses
3:14).
Pablo no
quería fracasar. Él se esforzó con cada pulgada, con cada onza, con cada
nervio, en fin, con cada parte de su cuerpo para ganar el PREMIO. Tenía
ambición, pero era una ambición justa, santa. Dijo: “Quiero ganar el PREMIO, y
voy a hacerlo. Voy a ser como un atleta que se niega a tener placeres mundanos.
Voy a entrenarme como un atleta. Voy a estar en forma para el Señor Jesús. Voy
a hacer todo lo que sea necesario para GANAR.”
Amigo (a),
la Biblia claramente enseña que debemos ser ambiciosos, pero por la razón
adecuada, y ésta es Jesús.
¡Que Dios
nos libre de tener ambiciones diminutas y aspiraciones de corta duración!
Lea 1
Corintios 9:24-27. ¿Quiere usted ganar el PREMIO del cual habla Pablo?
Entonces, ¿qué está esperando? Golpee su cuerpo, y hágalo su esclavo. Tenga
cautivo cada mal pensamiento. Póngase la armadura y salga a la batalla.
DIOS QUIERE
QUE SAQUEMOS DE NUESTRA MENTE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS.
“Dios, Dios
mío eres Tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de Ti, mi carne te
anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1).
El Diablo
tentó a Jesús para que convirtiera las piedras en pan. He estado en Palestina y
he visto piedras que asombrosamente parecen bollos pequeños de pan. En mi mente
puedo ver al diablo mirando el suelo sabiendo que Jesús había estado ayunando
por 40 días y él le tienta: “Bueno, mira aquí. ¡Sencillamente convierte esto en
pan!” Ahora, no hay nada de malo con comer pan. De hecho, Jesús nos enseñó que
oráramos por el pan de cada día. Sin embargo, Jesús fue guiado al desierto a
ayunar, orar y buscar el rostro de Dios. El diablo trataba de poner el pan por
sobre la voluntad de Dios, diciendo: “¡Consiente a tu carne!” No obstante, lo
que él estaba verdaderamente diciendo fue: “Comete suicidio espiritual.” Jesús
rehusó. Jesús venció la carne y usted también lo puede hacer.
¿Sabía que
cada minuto que usted entretiene pensamientos negativos que van en contra de lo
que Dios ha mandado se está arrodillando ante Satanás? Es correcto. La próxima
vez que empiece a pensar en algo que Dios desaprueba, mire el segundero del
reloj, es tiempo que nunca recuperará, por lo tanto, ¿por qué seguir botándolo?
DIOS QUIERE
QUE TENGAMOS UN PENSAMIENTO VERDADERO, HONESTO, JUSTO, PURO, AMABLE, DONDE HAY
VIRTUD Y ALABANZA A DIOS.
“Por lo
demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).
A quince
profesores universitarios que enseñaban motivación humana se les pidió que
redactaran un reporte conciso acerca de la motivación humana. Después de horas
de estudio, ellos escribieron: “A lo que la mente presta atención, lo
considera. A lo que la mente no presta atención, lo descarta. A lo que la mente
presta atención continuamente, lo cree. A lo que la mente cree, eventualmente
lo hace.” ¿Cuánto ha leído de la Biblia? Aún más importante, ¿cuánto está
aplicándola en su vida? Muchos leen la Biblia como un libro de matemáticas en
lugar de una historia de amor. Ellos reciben las palabras, pero no la música.
No es suficiente el sencillamente leer la Palabra. Usted debe pedirle a Dios que
le enseñe. El Salmo 119:18 dice: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu
ley.”
Enseñe a
otros la poderosa lección de Filipenses 4:8 al escribir las palabras claves en
pedacitos de papel. Luego en un cernidor o colador con harina ponga los
pedacitos de papel. Al cernir, enseñe que la harina cernida son los
pensamientos negativos que debemos dejar ir y lo que queda es lo que debemos
guardar.
DIOS NOS
PIDE MIRAR CORRECTAMENTE.
MIRANDO
CORRECTAMENTE.
“Mira, oh
Jehová, que amo tus mandamientos; vivifícame conforme a tu misericordia” (Sal.
119:159).
Hace un
tiempo dije a un hermano que mantenía con firmeza su posición sobre un
determinado asunto: Míralo de esta otra forma. Las cosas cambian notablemente
según las consideres. La estrofa del Salmo (vv. 153-160) presenta una
progresión en la forma de enfrentar los problemas según tres puntos de vista:
Mirarse a sí mismo; mirar a otros; mirar a Dios.
- La mirada
a uno mismo pone al descubierto la aflicción personal (v. 153). No hay duda que
el salmista y cada uno de nosotros pasamos por dificultades y aflicciones,
éstas llenan nuestra mente. Las presentamos delante de Dios de la misma manera:
“Mira mi aflicción”, de otra forma Señor, ocúpate un poco de mí. De ahí el
ruego: “Líbrame”. La segunda petición es de amparo: “Defiende mi causa”; así se
pone la dificultad en manos de Dios; le llama para que actúe con él como su
abogado. Así hizo David con el problema de Saúl, su perseguidor: “Jehová será
juez, y Él juzgará entre tú y yo. Él vea y sustente mi causa, y me defienda de
tu mano” (1 S. 24:15). Pide también: “redímeme”, habla de liberación, ruega que
Dios le saque de aquella situación difícil, librándole del problema. Aún más,
ruega también: “vivifícame”, dame una nueva dimensión de vida. Apela a la
gracia que vivifica y al poder de la Palabra que consuela el alma (v. 154).
- La segunda
mirada es al entorno. Está rodeado de enemigos, de diversos problemas, de
diferentes pruebas, pero se mantiene fiel a Dios sin apartarse de Su palabra
(156). Sin embargo, cuando vemos a otros, o alrededor nuestro, siempre hay un
punto de tristeza: “Veía a los prevaricadores y me disgustaba” (v. 158). Es un
disgusto santo, porque no observa lo que pueden hacerle a él, sino lo que hacen
a Dios: “no guardan tus palabras”. No importa cuál sea el motivo, la mirada
hacia otros descubrirá siempre aspectos negativos, que producirán tristeza. -
La tercera mirada es hacia Dios (v. 159). Descubre en ella que Dios es digno de
ser amado, y así lo hace: “amo tus mandamientos”. Jesús dijo que quien le ama a
Él, obedece Sus mandamientos. No hay amor a Dios, si no es en el camino de la
obediencia. Podemos estar desalentados, afligidos, pasando por grandes
conflictos, donde el alma desfallece y la angustia inunda. Pero, viendo a Dios,
descubrimos que podemos ser renovados: “vivifícame conforme a tu misericordia”.
Lo importante no son mis problemas, ni las aflicciones, es amarte con toda el
alma. Finalmente, al mirar a Dios encontramos en Él la fuente de la fidelidad y
de la justicia (v. 160).
Sé que los
hombres fracasan en el amor y en la fidelidad. Un día me encontraré con que
alguien en quien confío me ha defraudado. Otras veces buscaré amparo en alguien
y será injusto conmigo. Por eso mis ojos se vuelven a Dios, el único que ama
sin reservas y es continuamente fiel. Sólo puedo confiar en Él. Debo
preguntarme: ¿En dónde está puesta mi vista? Acaso lo esté en mis problemas, o
en mi entorno, pero debo ver a Dios. Necesito una visión más clara, tengo que
decirle perdona mi estado y se Tú quien me lleve a nueva bendición. Esta es mi
oración ahora: Señor, que no me envuelva la luz de los ocasos... oh, rasga
pronto el velo, aumenta mi visión.
Autor: Pastor Samuel P. Millos.
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