EN UN MUNDO
LLENO DE PECADO Y TODO TIPO DE MALDAD TAMBIÉN PODEMOS ENCONTRAR A DIOS.
“Nueve años
para encontrarse a sí mismo”
Por el
Hermano Pablo.
Fueron nueve
años de su vida, quizá los nueve que pudieran haber sido los más productivos:
de los veintisiete a los treinta y seis. Pero fueron nueve años que pasó en
prisión. Y no sólo en prisión, sino en el pabellón de los condenados a muerte.
«Tuve que
contemplar mi muerte durante nueve años —escribió David Mason— para comenzar a
descifrar la vida. Nueve años para comprender el dolor que causé. Nueve años
para aceptar responsabilidad por mis crímenes, y nueve años para sentir
remordimiento por lo que hice.»
David Mason,
quien había estrangulado a cinco personas, pagó su deuda a la sociedad en la
cámara de gas un día martes, 24 de agosto. Joven todavía, terminó sus días con
fuertes sentimientos encontrados, por un lado lamentando su vida perdida, pero
por el otro dando gracias a Dios que había hallado la salvación de su alma.
Porque durante esos nueve años encontró a Dios y comprendió la gran realidad
ineludible de la justicia humana y la justicia divina.
Uno tiene
que preguntarse: ¿Por qué tuvo David Mason que llegar a lo más hondo de su
vida, hasta ser destruido, para allí darse cuenta de que la vida tiene valor y
de que, sometidos a la voluntad divina, podemos vivir con dignidad?
No es
necesario cometer un asesinato, ser condenado a muerte y cavilar durante años
tras las rejas de una cárcel para comenzar a vivir de nuevo. En cualquier lugar
y en cualquier momento podemos recapacitar y decidir someternos a la voluntad
de Dios para disfrutar de la vida al máximo.
Todos
nuestros problemas vienen como resultado de descuidar las leyes morales de
Dios. «No codiciarás», «No hurtarás», «No darás falso testimonio», «Honra a tu
padre y a tu madre», «No cometerás adulterio» y «No matarás» son leyes que se
aplican a toda persona de todo tiempo y de todo lugar.
Siempre que
cualquier persona —sea quien sea, tenga el trasfondo que tenga, viva donde viva
y crea lo que crea— quebrante una o más de estas leyes, sufrirá las
consecuencias. Aunque no quiera aceptarlas como ordenanzas divinas, como
quiera, si las infringe, sufrirá las consecuencias. ¿Acaso tenemos que llegar a
la cámara de gas para descubrir esa clara y visible verdad?
No tenemos
que esperar hasta estar en el lecho de muerte para arrepentirnos. Ahora mismo
podemos aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Él implantará sus divinas
leyes en nuestra vida, e implantará en nosotros el deseo y la fuerza para
cumplirlas.
ES TIEMPO DE
ENCONTRARNOS A NOSOTROS MISMOS. Salmo 37: 1-5.
37:1 No te
impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas
envidia de los que hacen iniquidad.
37:2 Porque
como hierba serán pronto cortados,
Y como la
hierba verde se secarán.
37:3 Confía
en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás
en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
37:4
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te
concederá las peticiones de tu corazón.
37:5
Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en
él; y él hará.
UN EXCELENTE
EJERCICIO.”CORRER”
José era un
joven muy apuesto, fornido y estaba siendo presionado para adulterar por la
esposa de Potifar, su jefe. Seguramente se trataba de una bella mujer, ella le
dijo: “Ven y acuéstate conmigo", pero José se negó firmemente, dando una
respuesta que expresa su gran amor por Dios, le dijo: mi amo confía en mí y me
puso a cargo de todo lo que hay en su casa. Nadie aquí tiene más autoridad que
yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo
podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.
Sin embargo,
ella día tras día, seguía presionándolo, pero José permanecía firme en su
postura de no acostarse con ella, por lo cual trataba de evitarla, tanto como
le fuera posible. Sin embargo, cierto día José entró a hacer su trabajo y no
había nadie más allí y llegó ella, lo agarró del manto y le ordenó: « ¡Vamos,
acuéstate conmigo!». José se zafó de un tirón, pero dejó su manto en manos de
ella al salir corriendo de la casa. (Génesis 39: 6-12 NTV.)
Nótese que
la mujer de Potifar ejercía presión sobre José día tras día, para tener
intimidad con él y es así como funciona la tentación, que viene sobre nosotros
de manera persuasiva, y muchas veces de manera mas persistente que nuestras
propias convicciones. Sin embargo a pesar de que José “la evitó tanto como
podía” mostró una actitud de santidad y sabiduría: corrió y se zafó de un
tirón, porque sabía que si se quedaba allí era muy peligroso para él y
posiblemente podía caer.
Vemos que
José perdió su ropa pero no su buena conciencia, hoy es mejor que nosotros
perdamos lo que el pecado pinta como “lindo” en apariencia, qué nuestra
santidad.
El profundo
amor a Dios es lo que impulsa a correr y apartarnos de lo malo y seguir el camino libres de las consecuencias
que trae el pecado, sigamos desarrollando ese amor con un corazón dispuesto a
obedecer.
Que como
Daniel podamos proponer en nuestro corazón no contaminarnos.
Y Daniel
propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni
con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le
obligase a contaminarse. Daniel 1:7-9.
Hay
situaciones, que simplemente son para huir, por eso corre, huye de la tentación
al igual que José, y como Daniel, mantente puro aún en un mundo lleno de
presiones, que solo quieren hacerte caer.
Autora.
Soraida Fuentes.
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