martes, 18 de septiembre de 2018

EN UN MUNDO LLENO DE PECADO Y TODO TIPO DE MALDAD TAMBIÉN PODEMOS ENCONTRAR A DIOS.


EN UN MUNDO LLENO DE PECADO Y TODO TIPO DE MALDAD TAMBIÉN PODEMOS ENCONTRAR A DIOS.
“Nueve años para encontrarse a sí mismo”
Por el Hermano Pablo.
Fueron nueve años de su vida, quizá los nueve que pudieran haber sido los más productivos: de los veintisiete a los treinta y seis. Pero fueron nueve años que pasó en prisión. Y no sólo en prisión, sino en el pabellón de los condenados a muerte.
«Tuve que contemplar mi muerte durante nueve años —escribió David Mason— para comenzar a descifrar la vida. Nueve años para comprender el dolor que causé. Nueve años para aceptar responsabilidad por mis crímenes, y nueve años para sentir remordimiento por lo que hice.»
David Mason, quien había estrangulado a cinco personas, pagó su deuda a la sociedad en la cámara de gas un día martes, 24 de agosto. Joven todavía, terminó sus días con fuertes sentimientos encontrados, por un lado lamentando su vida perdida, pero por el otro dando gracias a Dios que había hallado la salvación de su alma. Porque durante esos nueve años encontró a Dios y comprendió la gran realidad ineludible de la justicia humana y la justicia divina.
Uno tiene que preguntarse: ¿Por qué tuvo David Mason que llegar a lo más hondo de su vida, hasta ser destruido, para allí darse cuenta de que la vida tiene valor y de que, sometidos a la voluntad divina, podemos vivir con dignidad?
No es necesario cometer un asesinato, ser condenado a muerte y cavilar durante años tras las rejas de una cárcel para comenzar a vivir de nuevo. En cualquier lugar y en cualquier momento podemos recapacitar y decidir someternos a la voluntad de Dios para disfrutar de la vida al máximo.
Todos nuestros problemas vienen como resultado de descuidar las leyes morales de Dios. «No codiciarás», «No hurtarás», «No darás falso testimonio», «Honra a tu padre y a tu madre», «No cometerás adulterio» y «No matarás» son leyes que se aplican a toda persona de todo tiempo y de todo lugar.
Siempre que cualquier persona —sea quien sea, tenga el trasfondo que tenga, viva donde viva y crea lo que crea— quebrante una o más de estas leyes, sufrirá las consecuencias. Aunque no quiera aceptarlas como ordenanzas divinas, como quiera, si las infringe, sufrirá las consecuencias. ¿Acaso tenemos que llegar a la cámara de gas para descubrir esa clara y visible verdad?
No tenemos que esperar hasta estar en el lecho de muerte para arrepentirnos. Ahora mismo podemos aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Él implantará sus divinas leyes en nuestra vida, e implantará en nosotros el deseo y la fuerza para cumplirlas.
ES TIEMPO DE ENCONTRARNOS A NOSOTROS MISMOS. Salmo 37: 1-5.
37:1 No te impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
37:2 Porque como hierba serán pronto cortados,
Y como la hierba verde se secarán.
37:3 Confía en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
37:4 Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
37:5 Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
UN EXCELENTE EJERCICIO.”CORRER”
José era un joven muy apuesto, fornido y estaba siendo presionado para adulterar por la esposa de Potifar, su jefe. Seguramente se trataba de una bella mujer, ella le dijo: “Ven y acuéstate conmigo", pero José se negó firmemente, dando una respuesta que expresa su gran amor por Dios, le dijo: mi amo confía en mí y me puso a cargo de todo lo que hay en su casa. Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.
Sin embargo, ella día tras día, seguía presionándolo, pero José permanecía firme en su postura de no acostarse con ella, por lo cual trataba de evitarla, tanto como le fuera posible. Sin embargo, cierto día José entró a hacer su trabajo y no había nadie más allí y llegó ella, lo agarró del manto y le ordenó: « ¡Vamos, acuéstate conmigo!». José se zafó de un tirón, pero dejó su manto en manos de ella al salir corriendo de la casa. (Génesis 39: 6-12 NTV.)
Nótese que la mujer de Potifar ejercía presión sobre José día tras día, para tener intimidad con él y es así como funciona la tentación, que viene sobre nosotros de manera persuasiva, y muchas veces de manera mas persistente que nuestras propias convicciones. Sin embargo a pesar de que José “la evitó tanto como podía” mostró una actitud de santidad y sabiduría: corrió y se zafó de un tirón, porque sabía que si se quedaba allí era muy peligroso para él y posiblemente podía caer.
Vemos que José perdió su ropa pero no su buena conciencia, hoy es mejor que nosotros perdamos lo que el pecado pinta como “lindo” en apariencia, qué nuestra santidad.
El profundo amor a Dios es lo que impulsa a correr y apartarnos de lo malo y  seguir el camino libres de las consecuencias que trae el pecado, sigamos desarrollando ese amor con un corazón dispuesto a obedecer.
Que como Daniel podamos proponer en nuestro corazón no contaminarnos.
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Daniel 1:7-9.
Hay situaciones, que simplemente son para huir, por eso corre, huye de la tentación al igual que José, y como Daniel, mantente puro aún en un mundo lleno de presiones, que solo quieren hacerte caer.
Autora. Soraida Fuentes.

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