LOS
DIFERENTES TIGRES QUE COMEN POCO A POCO LA MORAL Y LA CONCIENCIA DEL HOMBRE.
ENCERRADO
CON TIGRES
Por el
Hermano Pablo.
El muchacho,
de veinte años de edad, levantó el auricular del teléfono. No era una llamada
inocente que hacía desde su casa. Era una llamada que le hacía a un grupo de
periodistas desde una cárcel. «Quiero que me condenen a muerte. No soportaría
estar preso toda la vida.»
UNA VIDA
FRUSTRADA POR EL PECADO.
Se trataba
de Mark Scott, que había sido condenado a cadena perpetua por homicidio. El
sólo pensar en permanecer toda la vida tras las rejas de una cárcel era más de
lo que podía soportar. Por eso llamó a los periodistas, y posteriormente se le
concedió su petición. Fue así como Mark Scott llegó a ser el condenado a muerte
más joven de la prisión de San Quintín. Sólo tenía veinte años.
NO QUERÍA
MORIR A PEDAZOS.
He aquí a un
joven que quería morir. No quería cadena perpetua. «Para mí —dijo él—, estar
preso toda la vida es como si me encerraran en un cuarto con tigres que, bocado
a bocado, me fueran comiendo.»
SIN VALORES
SE AFECTAN LA MORAL Y LA CONCIENCIA.
Pero ¿cómo
había llegado este estudiante inteligente a cometer dos años antes, teniendo
apenas dieciocho años, un homicidio por el que lo condenarían a cadena
perpetua? Precisamente al permitir, empleando su propia analogía, que un
«tigre» le fuera comiendo pedazo a pedazo la moral y la conciencia.
EXISTEN
MUCHOS TIGRES QUE NOS MUERDEN POCO A POCO.
Primero fue
el «tigre» del egoísmo, el deseo insano de las satisfacciones egoístas, de
vivir sólo para sí. Luego fue el «tigre» del cine y de la televisión, que
fueron comiendo su conciencia pedazo a pedazo.
NOS GUSTA
VIVIR ENTRE TIGRES.
Después fue
el «tigre» feroz de la drogadicción, que minó y desmenuzó su raciocinio. Por
último fue el «tigre» de la codicia. Aquel joven, de sólo dieciocho años de
edad, secuestró a Kelly Sullivan, enfermera de treinta y tres años, y la mató
de tres balazos para robarle lo poco que llevaba en la cartera.
LOS DESEOS
DE LA CARNE.
Hay muchos
como Mark Scott, que permiten que los «tigres» les vayan comiendo el alma,
pedazo a pedazo. Cada día se someten a los mordiscos del «tigre» hasta que son
consumidos por completo. Son los que se abandonan a las pasiones, a los vicios,
a la codicia y a la lujuria.
JESUCRISTO
ELIMINA TODOS ESOS TIGRES.
¿Hay alguien
que pueda dominar estas fieras destructivas que parecen ensañarse con los seres
humanos? Sí, lo hay. Jesucristo, el Señor que vive con plenitud de vida, tiene
poder para venir en ayuda de cualquier víctima del pecado que clama
desesperada.
ES TIEMPO DE
ACUDIR AL QUE PUEDE MATAR TODOS LOS TIGRES QUE NOS ACECHAN.
Sólo
Jesucristo nos libra de los «tigres» que nos consumen. Sólo Cristo tiene
compasión y buena voluntad para librarnos. Sólo Él puede salvarnos.
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