lunes, 4 de enero de 2016

LOS DIFERENTES TIGRES QUE COMEN POCO A POCO LA MORAL Y LA CONCIENCIA DEL HOMBRE.

LOS DIFERENTES TIGRES QUE COMEN POCO A POCO LA MORAL Y LA CONCIENCIA DEL HOMBRE.
ENCERRADO CON TIGRES
Por el Hermano Pablo.
El muchacho, de veinte años de edad, levantó el auricular del teléfono. No era una llamada inocente que hacía desde su casa. Era una llamada que le hacía a un grupo de periodistas desde una cárcel. «Quiero que me condenen a muerte. No soportaría estar preso toda la vida.»
UNA VIDA FRUSTRADA POR EL PECADO.
Se trataba de Mark Scott, que había sido condenado a cadena perpetua por homicidio. El sólo pensar en permanecer toda la vida tras las rejas de una cárcel era más de lo que podía soportar. Por eso llamó a los periodistas, y posteriormente se le concedió su petición. Fue así como Mark Scott llegó a ser el condenado a muerte más joven de la prisión de San Quintín. Sólo tenía veinte años.
NO QUERÍA MORIR A PEDAZOS.
He aquí a un joven que quería morir. No quería cadena perpetua. «Para mí —dijo él—, estar preso toda la vida es como si me encerraran en un cuarto con tigres que, bocado a bocado, me fueran comiendo.»
SIN VALORES SE AFECTAN LA MORAL Y LA CONCIENCIA.
Pero ¿cómo había llegado este estudiante inteligente a cometer dos años antes, teniendo apenas dieciocho años, un homicidio por el que lo condenarían a cadena perpetua? Precisamente al permitir, empleando su propia analogía, que un «tigre» le fuera comiendo pedazo a pedazo la moral y la conciencia.
EXISTEN MUCHOS TIGRES QUE NOS MUERDEN POCO A POCO.
Primero fue el «tigre» del egoísmo, el deseo insano de las satisfacciones egoístas, de vivir sólo para sí. Luego fue el «tigre» del cine y de la televisión, que fueron comiendo su conciencia pedazo a pedazo.
NOS GUSTA VIVIR ENTRE TIGRES.
Después fue el «tigre» feroz de la drogadicción, que minó y desmenuzó su raciocinio. Por último fue el «tigre» de la codicia. Aquel joven, de sólo dieciocho años de edad, secuestró a Kelly Sullivan, enfermera de treinta y tres años, y la mató de tres balazos para robarle lo poco que llevaba en la cartera.
LOS DESEOS DE LA CARNE.
Hay muchos como Mark Scott, que permiten que los «tigres» les vayan comiendo el alma, pedazo a pedazo. Cada día se someten a los mordiscos del «tigre» hasta que son consumidos por completo. Son los que se abandonan a las pasiones, a los vicios, a la codicia y a la lujuria.
JESUCRISTO ELIMINA TODOS ESOS TIGRES.
¿Hay alguien que pueda dominar estas fieras destructivas que parecen ensañarse con los seres humanos? Sí, lo hay. Jesucristo, el Señor que vive con plenitud de vida, tiene poder para venir en ayuda de cualquier víctima del pecado que clama desesperada.
ES TIEMPO DE ACUDIR AL QUE PUEDE MATAR TODOS LOS TIGRES QUE NOS ACECHAN.

Sólo Jesucristo nos libra de los «tigres» que nos consumen. Sólo Cristo tiene compasión y buena voluntad para librarnos. Sólo Él puede salvarnos.

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