EL PODER DEL
EVANGELIO EN NUESTRAS VIDAS Y EN LA VIDA DE OTROS.
El poder del
evangelio.
Porque no me
avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación. Romanos 1:16.
Las personas
quieren cambiar. Toda publicidad se basa en la presuposición de que las
personas quieren que las cosas sean diferentes de la manera en la que son.
Quieren verse mejor, sentirse mejor y vivir mejor. Quieren cambiar su vida
pero, salvo desde un punto de vista externo, no pueden hacerlo.
Solo el
evangelio de Jesucristo tiene el poder de transformar a las personas y
librarlas del pecado, de Satanás, del juicio, de la muerte y del infierno.
Hechos 4:12 dice: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". Y
ese nombre es Jesucristo.
Así que la
Palabra de Dios, que es toda acerca de Jesucristo, puede hacer por nosotros lo
que no podemos hacer por nosotros mismos. Somos pecadores y no podemos remediar
nuestra condición, pero de Dios viene el poder increíble e ilimitado que puede
transformar nuestra vida.
UN BUEN
COMIENZO Y UN FINAL BUENO PARA EL SER HUMANO. Génesis 1.
La creación
de todas las cosas; la creación de Adán y Eva; la tentación por Satanás; Adán y
Eva se rebelan contra Dios y pierden el huerto de Edén.
Dios creó la
humanidad a Su imagen y en Su semejanza. Él nos hizo diferentes a todos los
animales que Él creó, pues cada uno de nosotros somos seres trinos, con un
cuerpo, un alma, y un espíritu. «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu
y en verdad es necesario que adoren» (Juan 4:24). Ningún animal tiene un
espíritu, ni está consciente de Dios, ni tiene la capacidad de adorar a Dios.
«Tomó, pues,
Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo
guardase» - (no para ser dueño) (Génesis 2:15). El hombre tenía la
responsabilidad de obedecer la Palabra de Dios, y de cuidar el huerto. Sin
embargo, Dios permitió que el amor, la lealtad y la obediencia de Adán fuesen
probados.
En el huerto
de Edén somos introducidos a Satanás, el cual vino enmascarado como «la
serpiente» (Génesis 3:1). También se le llama «el diablo . . . el enemigo . . .
vuestro adversario . . . el que los acusaba» (Apocalipsis 20:2; ver Isaías
14:12; Mateo 13:39; I de Pedro 5:8; Apocalipsis 12:9-10). Satanás no se reveló
como el enemigo de Dios o como el engañador e inicuo, que viene con la
intención de destruir cada gozo humano. Su intención fue, y sigue siendo,
impedir que el hombre obedezca a su Creador. Primeramente, Satanás trató de crear
dudas sobre la verdad que Dios les había declarado. Él les quiso insinuar a
Adán y a Eva que Dios estaba negándoles los mejores bienes de la vida. Por eso,
Satanás les preguntó: «¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del
huerto?» (Génesis 3:1). Después, siguió con sólo una parte de la verdad de lo
que Dios les había declarado, lo cual se convierte en una mentira: «Sino que
sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis
como Dios, sabiendo el bien y el mal». (Génesis 3:5). En ese momento, Eva
escogió confiar en sí misma en vez de en Dios, y empezó a «codiciar» lo que
solamente le pertenecía a Dios y a desatender la autoridad y la mayordomía de
Dios. «Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría» (así ella decidió
entrar sin derecho a la propiedad de Dios) « . . . y tomó de su fruto, y comió»
(Génesis 3:6).
Eva se
rindió a la codicia cuando deseó lo que Dios había reservado para Sí mismo. En
ese día, Adán y Eva, el padre y la madre de toda la humanidad, decidieron comer
del fruto prohibido. Ellos pecaron y murieron espiritualmente. Desde ese
momento en adelante, todos los descendientes de Adán heredaron su naturaleza
pecaminosa. «Así la muerte pasó a todos los hombres. . . » (Romanos 5:12).
JESUCRISTO
ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA…
El único
camino al cielo es por medio de Jesucristo.
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