martes, 20 de septiembre de 2016

JUVENTUD DIVINO TESORO AMENAZADO POR EL LEÓN RUGIENTE.

JUVENTUD DIVINO TESORO AMENAZADO POR EL LEÓN RUGIENTE.
JUVENTUD, DIVINO TESORO.
Por el Hermano Pablo.
El muchacho casi no podía hablar. Tenía la mandíbula dislocada, un brazo quebrado y la lengua casi partida en dos. En esa condición llamó a una casa, y como pudo dijo: «Allí abajo está mi amigo, Evan Rivera. Sálvenlo.»
Tanto Rodel Panis, de dieciséis años de edad, como Evan Rivera, de dieciocho, habían caído por un risco de 65 metros. ¿Qué había pasado? Otro joven, David Salanoa, los había obligado a saltar, poniéndoles un cuchillo a la garganta.
Todo fue una locura juvenil. Para vengar el suicidio de un hermano suyo, David Salanoa obligó a saltar del risco a sus dos compañeros. David, endrogado, los acusaba de ser responsables de la muerte de su hermano.
Cuando la policía realizó las investigaciones de rigor, halló la trama del caso. Todos esos jóvenes eran miembros de pandillas juveniles y practicantes de ritos satánicos. El trágico incidente fue producto de esos ritos en conjunto con la música rock, el alcohol y las drogas.
Dave Hart, un investigador social que era especialista en la música rock, explicó que hay tres tipos de esta música.
«Primero —dijo Hart— está la música rock “recreativa”, que pone a los jóvenes a bailar y a menearse.
Segundo, está la música metálica rock “violenta”, que hace que los jóvenes se arrojen del escenario, salten por encima de las gradas o se amontonen unos sobre otros.
La tercera, y más terrible, es la música metálica rock que los muchachos llaman “negra”, es decir, “satánica”. Esa es la que los lleva a la violencia y al suicidio.»
Esta música rock, combinada con ritos extraños en los que se adora al diablo, es una de las amenazas más serias a la juventud moderna. Pocas cosas trastornan con tanta fuerza y con tanta rapidez a nuestros incautos adolescentes.
¿Por qué será que a nuestros jóvenes los atrae tanto lo que provoca violencia? Lo que produce la paz no les interesa. Lo que calma el espíritu no tiene atracción. Se necesita gritar y brincar y destruir y matar. Si no es así, no se ha gozado.
Algo anda mal. Un comportamiento así no es, no puede ser, el resultado de lo juicioso, de lo equilibrado, de lo pacífico. El mero hecho de desear la violencia debe hacernos dudar de nuestro juicio. ¿Qué nos está pasando?
Lo que nos pasa es que hemos abandonado los principios morales de nuestro Creador, y el resultado siempre será el caos y la destrucción. Regresemos a Dios. Busquemos su divina gracia. Llenémonos de Él. Él nos dará su paz.
PROVERBIOS 1: 10-22. Dice:
1:10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.
1:11 Si dijeren: Ven con nosotros;
Pongamos asechanzas para derramar sangre,
Acechemos sin motivo al inocente;
1:12 Los tragaremos vivos como el Seol,
Y enteros, como los que caen en un abismo;
1:13 Hallaremos riquezas de toda clase,
Llenaremos nuestras casas de despojos;
1:14 Echa tu suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa,—
1:15 Hijo mío, no andes en camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,
1:16 Porque sus pies corren hacia el mal,
Y van presurosos a derramar sangre.
1:17 Porque en vano se tenderá la red
Ante los ojos de toda ave;
1:18 Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus almas tienden lazo.
1:19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida de sus poseedores.
1:20 La sabiduría clama en las calles,
Alza su voz en las plazas;
1:21 Clama en los principales lugares de reunión;
En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.
1:22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los burladores desearán el burlar,
Y los insensatos aborrecerán la ciencia?



No hay comentarios:

Publicar un comentario