JUVENTUD
DIVINO TESORO AMENAZADO POR EL LEÓN RUGIENTE.
JUVENTUD,
DIVINO TESORO.
Por el
Hermano Pablo.
El muchacho
casi no podía hablar. Tenía la mandíbula dislocada, un brazo quebrado y la
lengua casi partida en dos. En esa condición llamó a una casa, y como pudo
dijo: «Allí abajo está mi amigo, Evan Rivera. Sálvenlo.»
Tanto Rodel
Panis, de dieciséis años de edad, como Evan Rivera, de dieciocho, habían caído
por un risco de 65 metros. ¿Qué había pasado? Otro joven, David Salanoa, los
había obligado a saltar, poniéndoles un cuchillo a la garganta.
Todo fue una
locura juvenil. Para vengar el suicidio de un hermano suyo, David Salanoa
obligó a saltar del risco a sus dos compañeros. David, endrogado, los acusaba
de ser responsables de la muerte de su hermano.
Cuando la
policía realizó las investigaciones de rigor, halló la trama del caso. Todos
esos jóvenes eran miembros de pandillas juveniles y practicantes de ritos
satánicos. El trágico incidente fue producto de esos ritos en conjunto con la
música rock, el alcohol y las drogas.
Dave Hart,
un investigador social que era especialista en la música rock, explicó que hay
tres tipos de esta música.
«Primero
—dijo Hart— está la música rock “recreativa”, que pone a los jóvenes a bailar y
a menearse.
Segundo,
está la música metálica rock “violenta”, que hace que los jóvenes se arrojen
del escenario, salten por encima de las gradas o se amontonen unos sobre otros.
La tercera,
y más terrible, es la música metálica rock que los muchachos llaman “negra”, es
decir, “satánica”. Esa es la que los lleva a la violencia y al suicidio.»
Esta música
rock, combinada con ritos extraños en los que se adora al diablo, es una de las
amenazas más serias a la juventud moderna. Pocas cosas trastornan con tanta
fuerza y con tanta rapidez a nuestros incautos adolescentes.
¿Por qué
será que a nuestros jóvenes los atrae tanto lo que provoca violencia? Lo que
produce la paz no les interesa. Lo que calma el espíritu no tiene atracción. Se
necesita gritar y brincar y destruir y matar. Si no es así, no se ha gozado.
Algo anda
mal. Un comportamiento así no es, no puede ser, el resultado de lo juicioso, de
lo equilibrado, de lo pacífico. El mero hecho de desear la violencia debe
hacernos dudar de nuestro juicio. ¿Qué nos está pasando?
Lo que nos pasa
es que hemos abandonado los principios morales de nuestro Creador, y el
resultado siempre será el caos y la destrucción. Regresemos a Dios. Busquemos
su divina gracia. Llenémonos de Él. Él nos dará su paz.
PROVERBIOS
1: 10-22. Dice:
1:10 Hijo
mío, si los pecadores te quisieren engañar,
No
consientas.
1:11 Si
dijeren: Ven con nosotros;
Pongamos
asechanzas para derramar sangre,
Acechemos
sin motivo al inocente;
1:12 Los
tragaremos vivos como el Seol,
Y enteros,
como los que caen en un abismo;
1:13 Hallaremos
riquezas de toda clase,
Llenaremos
nuestras casas de despojos;
1:14 Echa tu
suerte entre nosotros;
Tengamos
todos una bolsa,—
1:15 Hijo
mío, no andes en camino con ellos.
Aparta tu
pie de sus veredas,
1:16 Porque
sus pies corren hacia el mal,
Y van
presurosos a derramar sangre.
1:17 Porque
en vano se tenderá la red
Ante los
ojos de toda ave;
1:18 Pero
ellos a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus
almas tienden lazo.
1:19 Tales
son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual
quita la vida de sus poseedores.
1:20 La
sabiduría clama en las calles,
Alza su voz
en las plazas;
1:21 Clama
en los principales lugares de reunión;
En las
entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.
1:22 ¿Hasta
cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los
burladores desearán el burlar,
Y los
insensatos aborrecerán la ciencia?
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