martes, 28 de agosto de 2018

¿CUÁNDO MURIÓ EL HOMBRE Y CUÁNDO VOLVIÓ A VIVIR?


¿CUÁNDO MURIÓ EL HOMBRE Y CUÁNDO VOLVIÓ A VIVIR?
¿En qué momento murió?
¿En qué momento nació de nuevo?
“Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” - Génesis 2:17.
Según la Biblia, Adán vivió 930 años, pero aún después de tan larga vida, llegó el día de su muerte de acuerdo con la cita bíblica anterior. Pero si lo vemos de manera más profunda, podríamos preguntarnos ¿cuál fue el día en que verdaderamente murió Adán?
A continuación una historia que nos ayudará a responder.
Una mañana Carla, estaba caminando por su jardín, disfrutando del colorido y los aromas que el mismo le brindaba.  Pensando en sorprender a su madre, cortó una rosa del jardín, y la puso en un florero. Era un magnifico ejemplar, una rosa fresca y perfumada. Carla la cuidaba y la rociaba diariamente con esmero.
Poco después los primeros pétalos comenzaron a encresparse en el borde; más tarde uno se cayó, pero la rosa seguía siendo hermosa y vistosa. Un tiempo después, cayó otro pétalo y otro, hasta que llegó el momento en que solo quedó el tallo, mostrando en su aspecto, que ya no había en él ningún indicio de vida.
Entonces Carla, ante ese panorama se preguntó: ¿En qué momento murió la rosa?, ¿cuándo se secó?, ¿Cuándo cayó el primer pétalo?, ¿Cuándo comenzó a rizarse?,¿ Ya estaba muerta cuando la niña la veía tan hermosa? Sin duda, la rosa murió antes, en el preciso instante en que las manos de Carla, la separaron del rosal y de la savia vital.
Lo mismo ocurrió con  el ser humano. Si bien Adán no murió físicamente al momento de transgredir el mandamiento divino, sin embargo murió espiritualmente al haber pecado, lo cual trae separación con Dios y muerte. - Romanos 5:12.
No dejes que al igual que la rosa nos aparten de la única fuente de vida que nos mantiene de pie. No permitas que el pecado y la rebeldía te aparten de Dios, serías como la rosa, una vez que ya fue cortada.
Es por esta razón que Dios mando a su hijo para que podamos tener una nueva oportunidad y que cada creyente reciba una vida nueva y eterna por su misericordia.
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” - Efesios 2:1.
Autor. (a). Telma Céspedes.
¿En qué momento nació de nuevo?
Salmo 36:9: “Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.”
Jesús tiene una vida que la tumba no pudo retener. Aun cuando Él llevó sus pecados al sepulcro y los dejó allí, ¡Jesús salió de aquella tumba vivo, resucitado y victorioso! Cuando Jesús resucitó, usted resucitó con Él. Los creyentes no son simplemente buenas personas, son nuevas criaturas. Tenemos el mismo poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos. Hemos salido del sepulcro de la vieja vida. Nuestro viejo amo NO tiene ya ningún poder sobre nosotros. La vieja deuda NO tiene ninguna otra multa que nosotros tengamos que pagar.
Cuando Jesús salió de aquella tumba, nosotros salimos con Él y hemos sido resucitados para andar en vida nueva.
¿Anda usted con la ropa fúnebre de su vieja vida? ¡Quíteselas, mi amigo (a)! ¡Jesús vino a darle nueva vida! ¡Crea que usted es ahora una nueva creación en Cristo!
“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:11).
Debemos considerarnos a nosotros mismos como muertos al pecado, pero vivos en Jesucristo. ¿Qué significa eso? Para muchos, el decir “considerar” significa ‘lo pensaré’. Pero en este pasaje, “considerar” es un término legal, jurídico que significa ‘contar con’ o ‘calcular’. Cuando usted se arrepintió por sus pecados y pidió a Dios que le perdonara y salvara, usted “contó” con lo que Jesús hizo en la cruz para expiación de sus pecados. Y ahora, usted depende de Su justicia. Así como “cuenta” con Él para la victoria sobre la multa del pecado, también “cuenta” con Él para la victoria sobre el poder del pecado. Considérese muerto al pecado y vivo en Dios.
¿Quiere caminar victoriosamente hoy? Entonces repita lo siguiente durante todo el día: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gálatas 2.20). Muera para sí mismo, y viva para Cristo.
“Sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Colosenses 2:12).
En ocasiones la gente pregunta: “¿Por qué los pastores y líderes sumergen a las personas cuando las bautizan?” Porque eso es lo que la Palabra de Dios enseña. Cuando usted está sumergido en el agua, esa es una ilustración de su muerte y sepultura. Cuando usted sale del agua, ese es un cuadro de su resurrección. Si alguien muere y le lleva al cementerio, y sólo echa un puñado de tierra sobre el ataúd, ¿podría decir que, realmente, le ha enterrado? ¡No!
La misma palabra “bautizo” significa “inmersión”, y al diablo no le gusta eso. Su bautismo es un servicio fúnebre, por así decirlo. El baptisterio es una tumba líquida y el que viene a lamentar en ese funeral es el diablo, porque usted va a resucitar para vida eterna.
SELLADOS PARA SIEMPRE POR SU ESPÍRITU SANTO.
“El cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:22).
Dios nos ha dado “las arras del Espíritu en nuestros corazones”. ¿Qué significa eso? En los días de Jesús, cuando un hombre quería comprar algo pero no tenía el dinero suficiente ese momento, dejaba una cantidad de dinero como “fianza o depósito”. Mientras mayor era el depósito inicial, más segura era la indicación de que completaría el pago. Por ejemplo, si una persona estaba vendiendo un carro por $1.000 dólares y un posible comprador depositaba $5 dólares para “apartar” el coche, el dueño del vehículo prácticamente no prestaba atención a tal comprador. Pero si esa persona daba $500 dólares como depósito por el vehículo, quería decir que sí tenía interés y que regresaría con el resto del dinero.
En terminología moderna, podríamos decir que Dios depositó como “fianza” al Espíritu. ¿Piensa usted que Dios se va a olvidar de su Espíritu Santo? ¡No! Asimismo, Dios no se va a olvidar de usted, porque ha hecho una gran inversión en su vida.
Alabe a Dios porque su salvación fue pagada totalmente cuando Jesús murió en la cruz. Alabe a Dios porque Él le ha sellado por la eternidad con la sangre expiatoria de su Hijo. Alabe a Dios porque no está solo, su Espíritu Santo mora en usted para santificarlo.
“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6:19-20).
El templo del Antiguo Testamento tenía tres partes: el atrio exterior, el atrio de adentro, y el atrio interno. Este patio más íntimo era llamado “el lugar santísimo”, y únicamente los sacerdotes podían entrar allí. Una vez al año, el Sumo Sacerdote entraba en el lugar Santísimo para hacer expiación por el pueblo. Levantaba una esquina del pesado velo que separaba el lugar Santísimo, y entraba para rociar con sangre el propiciatorio. Si alguien entraba a ese lugar sin la sangre, moría súbitamente. Cuando el velo del templo se rompió al morir Jesús, se rasgó de arriba hacia abajo, para que nadie pensara que alguna persona lo hizo. Dios lo hizo. Con su muerte, Jesús estaba diciendo que ya no eran necesarios más sacrificios de animales. Ahora, cada creyente puede entrar en el lugar Santísimo.
¿Ha estado usted hoy allí? Es tiempo de entrar y alabar a Dios por haber enviado a su Hijo para que sea la expiación de sus pecados. Es tiempo de arrodillarse delante de Su propiciatorio y agradecerle por Su gracia para con usted, que le ha salvado de la eterna separación de la presencia de Dios.
SEÑOR, QUEREMOS SER ADORADORES APASIONADOS.
“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” (Filipenses 1:20).
La moderación es buena en cosas como el comer, el dormir, la recreación, los ejercicios y las finanzas. Pero cuando se trata de la guerra espiritual, la moderación es un pecado. Cuando se trata de creer la Biblia, la moderación es un pecado. Cuando se trata de amar al Señor, la moderación es un pecado. Suponga que una esposa le pregunta a su marido: “Cariño, ¿me amas?”, y que él responda: “Bueno, moderadamente.” ¡Ella le mandará a dormir con el perro!, ¿no le parece? Amigo, si el mundo le considera un “moderado” cuando se trata de su cristianismo, usted está bordeando la valla de la “tibieza”. Que Dios perdone a aquellos que no irán la segunda milla.
Pídale a Dios que le ayude a ser un adorador apasionado y un osado evangelista en un mar de apática tibieza. Amigo, si algo vale su vida cristiana, entonces es valiosa en todo. Mire hacia la cruz. Tome lo que ve allí, y deje que eso encienda una llama de osada santidad en su corazón. Siga adelante y proclame las Buenas Nuevas: ¡Jesús salva!
Filipenses 3:10: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte.”
Un día el pastor Rogers fue con un amigo a visitar a un hombre de negocios. Este apreciado amigo y varón de Dios empezó compartiendo su testimonio de cómo el Señor lo había salvado. Luego añadió algo que le dejó atónito, boquiabierto. Él dijo: “Yo solía creer que Jesucristo murió en la cruz, que fue sepultado y que resucitó de entre los muertos. Pero ya no creo eso.” El pastor Rogers estaba estupefacto. Después con una sonrisa en su rostro, explicó: “Sí, ya no creo eso. Ahora lo sé.”
¡Qué cambio de parecer! Pasar de creer a conocer al Salvador. ¡Qué revelación y transformación más gloriosa!
¿Conoce usted a Jesucristo? ¿Le conoce realmente o sólo cree que Él murió, fue sepultado y resucitó?
“Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” - (Romanos 6:4).
Cuando Jesucristo murió, Él no sólo murió por nosotros, sino que nosotros también morimos con Él. Quizás usted diga: “Bueno, ¿qué diferencia tiene que Él haya muerto por mí o que yo haya muerto con Él? Es simplemente un juego de palabras. ”¡De ninguna manera! Cuando usted está muerto, la muerte no tiene dominio sobre usted. No se puede matar a un hombre que ya está muerto. Supongamos un hombre es ejecutado por cometer un crimen de pena de muerte, no obstante, de alguna forma él resucita. ¿Cree que él puede ser arrestado nuevamente por su crimen? Rotundamente no. Eso sería doble castigo. Él ya pagó la sentencia de su crimen. Es necesario que usted entienda que cuando Jesús murió, usted murió, y ¡la ley no posee más poder sobre usted! La sentencia de su pecado fue totalmente pagada porque Él murió por usted. Usted murió con Él.
Encuentre a alguien hoy y cuéntele las mejores nuevas que jamás nunca se han contado. Jesús recibió la ira de Dios. Él murió para que ella o él puedan vivir. ¡Vaya, compártalo!
Efesios 2:6: “Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”
¿Ha notado alguna vez que en muchas ocasiones compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a personas que ni siquiera nos caen bien? Tratamos de estar a la altura de los burgueses, pero cuando finalmente los alcanzamos, ¡ellos sacan otro préstamo!
Permítanos aconsejarle cómo escapar de esa rutina de comparaciones y pasar al camino de la serenidad. Usted está aceptado con Cristo en este momento. Dios no le cambia para poder amarle: ¡Él le ama para poder cambiarle! Dios le ama tanto como Él ama a Jesús. Usted está con Cristo, ¿y dónde está Él? Sentado en los lugares celestiales. Usted también está sentado en esos lugares celestiales, aunque todavía tenga su dirección en el planeta Tierra. Usted está entronado con Él.
¿Cuándo fue la última vez que usted se comparó con otra persona? Es tiempo de desatarse del yugo de la comparación y ¡ser libre como todo un hijo (a) del Rey!
“Y juntamente con Él nos RESUCITÓ, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:6).
¿Por qué la tumba vacía es tan gloriosa? Porque significa mucho más que sólo el hecho de que Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Él lo ha levantado a usted también, para que camine “en novedad de vida” (ver Romanos 6:4). Yo he salido de esa tumba. He ascendido. Y usted también, si es que es salvo. ¿Dónde está Cristo hoy? “SENTADO EN LAS LUGARES CELESTIALES.” ¿Dónde está usted sentado? En el mismo lugar. Usted no tiene que morir para ir al cielo. En Cristo usted “está sentado en lugares celestiales “¡ahora mismo!” Animamos a nuestros hermanos y hermanas a que se mantengan “mirando hacia arriba”, cuando deberíamos estar diciéndoles que “miren hacia abajo”. Usted ya está sentado en los lugares celestiales, y puede mirar sus problemas allá abajo. Usted, mi querido amigo, ¡tiene una nueva y gloriosa vida!
Aquiétese por un momento y pídale a Dios que le dé una vida completamente nueva, o agradézcale por la vida nueva que ya la ha dado.
JESUCRISTO ES EL SEÑOR, PARA GLORIA DE DIOS PADRE.
“Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11).
Los capítulos 4 y 5 de Marcos nos dan una maravillosa ilustración de todas las cosas que Dios ha puesto bajo la autoridad del Señor Jesucristo. Encontramos a Cristo calmando la tormenta (Marcos 4:35-41), lo cual nos dice que Jesús es el Señor sobre los desastres; lo vemos sanando a un hombre endemoniado (Marcos 5:1-20), lo cual significa que tiene autoridad sobre los demonios. Luego Jesús sana a una mujer que por doce años había padecido de un flujo de sangre (Marcos 5:24-34), así que aún las enfermedades están bajo su dominio. La ilustración final en estos capítulos sobre la autoridad de Jesús, es cuando resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:38-43). Sobre lo que quiera que sea: desastres, demonios, enfermedades y aún la muerte, ¡Jesucristo es Señor!
¿Está usted, o alguien en su familia, sufriendo? Proclame a Jesucristo como Señor sobre ese problema. Pregunte a Dios qué debe hacer usted, confíe en que Él proveerá, y por fe, crea que Él le ayudará en todas sus necesidades.
LA MEJOR NOTICIA, ESTAMOS PERDONADOS.
Salmos 32:1: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.”
Lo peor que le pudiese pasar a la gente pecadora sería vivir en un medio ambiente perfecto. Si Dios hubiera dejado a Adán en el huerto de Edén, Adán no hubiera sabido que tenía la letal infección del pecado. Y no hubiese buscado el tratamiento para éste, el cual se encuentra en el derramamiento de sangre. Los problemas no son para nuestra destrucción, sino para acercarnos a Jesucristo quien provee el remedio del pecado por medio de su sangre derramada en la cruz. El problema del pecado es real y terrible, pero trae consigo la posibilidad de ser perdonados y ser cubiertos con la justicia de Cristo.
¿Cuándo fue la última vez que le dio gracias a Dios por los problemas en su vida? Véalos como si fueran vehículos que lo transportan al corazón de su Señor.
Salmos 66:18: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.”
¿Sabe usted lo que es un tiempo a solas con el Señor? Es comunión con un Dios Santo. La razón por la que algunos no tienen este tiempo con el Señor, es porque no se sienten a gusto, y no se sienten a gusto porque no quieren mirar a Dios cara a cara. El motivo por el cual no desean ver su rostro es porque existe pecado en su vida.
¿Qué fue lo que Adán hizo después de pecar cuando Dios se paseaba en el huerto? Él se escondió. Mas inicialmente Adán tenía un tiempo de comunión con Dios, ¿no es así? Poseía una comunión ilimitada, sin fin. Sin embargo, cuando el pecado entró en la vida de Adán, él no quería mirar a Dios a los ojos.
¿Está usted evadiendo su tiempo a solas con Dios? Tal vez sea porque hay pecado en su vida. Pídale a Dios que alumbre su luz en usted. Luego espere su respuesta para que así usted pueda arrepentirse.
Mateo 19:26: “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible.”
El Señor Jesús enseñó: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele” (Mateo 18:15). Usted se dirá: “Él fue quien me hizo mal; si quiere perdón que venga y me lo pida.” Con todo, Jesús dijo: “No, tú ve a él.” Sea usted el culpable o no, como hijo de Dios, debe ir a hablar con ese individuo. ¿No fue eso lo que Dios hizo en el Huerto del Edén? Eva y Adán pecaron contra Dios y la Biblia nos dice que Dios fue quien los buscó: “Adán, ¿dónde estás tú?” Esa no es la voz de un detective. Es la voz de Dios que nos busca para perdonarnos.
Haga una pausa ahora mismo y ruéguele a Dios que Él le muestre si usted guarda algo contra alguien que aún no ha perdonado. Luego, con el poder y la fuerza del Señor, llame a esa persona y pídale perdón. En sus propias fuerzas será imposible, más recuerde que para Dios todo es posible.
ACEPTEMOS EL LLAMAMIENTO SANTO QUE NOS HIZO DIOS.
“Quien nos SALVÓ y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).
Usted conocerá la gloria y el honor que Dios ha preparado para usted, sólo cuando conozca a Jesús como su Salvador y Señor personal. El hombre fue coronado con gloria y cargado con culpa, pero puede ser cambiado por GRACIA. Cuando usted es SALVO, Dios no lo pone únicamente de regreso a lo que era antes de ser perdido. Usted ha ganado mucho más en Jesús que lo que perdió en Adán (su vieja naturaleza)
 Adán podía perder su relación con Dios. Usted nunca podrá perder su relación con Dios. Ni siquiera los ángeles comprenden el extraordinario gozo de un PECADOR SALVADO por GRACIA. ¡Y lo mejor está aún por venir!
Separe un tiempo, ahora mismo, para meditar en por qué Dios le ha salvado. ¿Ha puesto Él en su corazón algún ministerio especial? ¿Le ha dado algunas amistades que necesitan conocer a Jesucristo? ¿Es usted creativo y puede utilizar sus dones testificando, evangelizando, o ministrando? Él le ha salvado para traer gloria para sí mismo.

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