martes, 14 de agosto de 2018

EL PLAN DE DIOS Y EL PACTO DE ABRAHAM ES RENOVADO.


EL PLAN DE DIOS Y EL PACTO DE ABRAHAM ES RENOVADO.
Jacob continúa su camino a Betel, pues el Señor le había dicho: «Yo soy el Dios de Betel . . . vuélvete a la tierra de tu nacimiento» (Génesis 31:13). Pero, una corta distancia antes de llegar a Betel, Jacob descubrió bellos valles con buenas oportunidades para ganancias, cerca de «la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán» (cerca de la tierra prometida) (33:18).
Por diez años la estancia de Jacob en ese lugar parecía ser un buen éxito. Entonces leemos sobre la tragedia de su hija Dina: «Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró» (34:2). En venganza de la violación de su hermana Dina, Simeón y Leví mataron a todos los hombres de Siquem.
A menudo, los buenos padres también se comprometen tanto en sus metas materialistas que se olvidan que Dios dijo: «Instruye al niño en su camino. . . (Proverbios 22:6). Esto a veces resulta en que las atracciones del mundo ganen el control del corazón de sus hijos, terminando en consecuencias trágicas.
Por seguro, de Jacob podemos aprender que la prosperidad de las cosas materiales no nos da una seguridad de que estamos en la voluntad de Dios. Pero la lección más grande que podemos aprender de las tragedias de Jacob es que no se rindió cuando se vio en situaciones desesperadas. Al contrario, él volvió al Señor, quien le había dicho: «Levántate y sube a Betel, y quédate allí; y haz un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú» (Génesis 35:1). Durante este tiempo de renovación, Jacob instruyó a su familia y les dijo: «Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Betel; y haré allí altar al Dios que. . . ha estado conmigo en el camino que he andado» (35:2-3).
ENSEÑANZAS Y PRINCIPIOS DESDE JACOB, HASTA NUESTROS DÍAS.
Hay tres cosas que Jacob le dijo a su familia que están en paralelo con los cristianos.
 1. Primeramente él dijo: «Quitad los dioses ajenos. . . », Un buen recordatorio que los hábitos de nuestros pecados deben ser abandonados.
2. En segundo lugar: «. . . y limpiaos, y mudad vuestros vestidos», un recordatorio de «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Hebreos 12:14).
3. En tercer lugar, debemos de adorar solamente a Dios: «. . . Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás» (Lucas 4:8).
Nuestra participación en nuestros cultos de adoración en la iglesia local es una manera muy importante por la cual Dios nos habla, por la escuela bíblica, por los estudios bíblicos, y por los sermones. « . . . Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra» (Efesios 5:25-26).
El compromiso sin moral siempre termina en la desilusión.

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