jueves, 2 de agosto de 2018

LLAMADOS A SER UN SIERVO Y UN ESCLAVO DE JESUCRISTO.


LLAMADOS A SER UN SIERVO Y UN ESCLAVO DE JESUCRISTO.
Téngannos los hombres por servidores de Cristo. 1 Corintios 4:1.
El apóstol Pablo era un "siervo" de Cristo. Era una función que escogió por amor, no por temor.
¿Cómo lo hace usted, por apariencia?
Había tal vez millones de esclavos en el Imperio Romano. En su mayor parte, no se les trataba como a personas, sino como objetos. Si un amo quería matar a un esclavo, podía hacerlo sin temor al castigo. Aunque era un vocablo negativo para los romanos, la palabra esclavo significaba dignidad, honor y respeto para los hebreos, y los griegos lo consideraban un término de humildad. Como siervo de Cristo, por tanto, Pablo paradójicamente se considera exaltado y envilecido. Esa es la ambivalencia que afrontará todo representante de Jesucristo.
Cuando pienso en el honor que se me ha dado de predicar el evangelio de Jesucristo, me siento a veces abrumado. No hay más alto llamamiento en la vida que proclamar el evangelio desde el púlpito y poder enseñar la Palabra de Dios bajo el poder del Espíritu Santo. Pero hay también una paradoja que exige que un ministro de Cristo comprenda que no merece servir. Debe tener la debida perspectiva de ser un esclavo indigno que tiene el privilegio incomprensible de proclamar el evangelio.
“Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad” (Salmo 97:12).
Años atrás, la revista Selecciones publicó un artículo en el que se decía que para que una persona sea feliz y tenga satisfacción, tres cosas eran necesarias. Primero, necesitaban algo en qué creer. Segundo, necesitaban alguien a quien amar y, tercero, necesitaban algo que valga la pena realizar. Eso es verdad, no porque la revista lo haya mencionado, sino porque la Palabra de Dios lo afirma. Debe haber algo más en la vida que el siguiente aliento o el próximo paso. Y su nombre es Jesucristo. Él es, por cierto, el cumplimiento de esas tres necesidades. Jesús es el único en quien creer, Él es a quien debemos amar, y a quien vale la pena servir. ¿Usted anhela la felicidad? Jesucristo satisface toda necesidad en su vida.
¿En qué gastó sus energías la semana pasada, tratando de ser feliz? ¿En los centros comerciales? ¿En el estadio de fútbol? ¿En la playa o en las montañas? No hay nada de malo en estas cosas si están balanceadas por una vida de oración, de estudio de la Palabra de Dios y de servicio a otros menos afortunados que usted, o evangelizando a los perdidos. Haga un compromiso hoy de re-dedicar su vida a Dios.
“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número” (1 Corintios 9:19).
Existen tres razones para la obediencia: un esclavo obedece  porque tiene que hacerlo. Un empleado obedece porque necesita hacerlo. Pero un hijo amoroso obedece porque quiere hacerlo. Muchos de nosotros vivimos como esclavos, a pesar de que Jesús dijo: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15).
“Yo no trabajo para alcanzar mi salvación. Ese trabajo ya fue hecho por mi Señor. Pero trabajaré como un esclavo por el amor a Dios.”
¿Qué es lo que usted está tratando de hacer hoy para “ganar” la salvación de Dios para su alma? El sacrificio expiatorio de Jesús, por su pecado, fue completado en la cruz hace más de 2.000 años. Pase este día alabando a Dios por haber enviado a su Hijo para que muera en lugar suyo.
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).
¡Emancipación! ¿Qué cuadro le trae a la mente esa palabra? Muchos piensan en los esclavos. Pero, ¿sabía que la cruz de Jesucristo ha emancipado a cada creyente? En 1 Pedro 1:18 la palabra rescatados es la misma palabra usada para emancipar a un esclavo. Jesucristo le ha redimido y le ha “rescatado de vuestra vana manera de vivir”, eso significa “de su vida vacía”: respirar y ganar un salario, sin interesarse seriamente en esto que se llama “la vida cristiana”. Mi amigo, es hora de que usted experimente la emocionante vida a la cual Dios le ha llamado. La abundante vida por lo cual murió Jesús para dársela. Es extraordinario el servir a Aquel que nos ha redimido con la plata de sus lágrimas y el oro de su sangre.
¿Está usted sirviendo a Dios hoy? Usted es un ministro, un sacerdote. Usted es las manos, los pies y la boca de Jesús en un mundo que necesita de un Salvador. Pídale a Dios que le use hoy, y marche, en fe, hacia las maravillas que Él haga.
Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y sí hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
¿Es usted salvo? Entonces usted es un santo. Sabemos lo que está pensando: “Pero yo no puedo decir eso, puesto que Cristo quiere que sea humilde.” Déjenos explicarle lo que es la verdadera humildad: es aceptar lo que Dios dice acerca de usted. Y Dios asegura que usted es un santo. Ahora bien, eso no lo convierte en una persona sin pecado, sino que lo hace una persona justificada, perdonada. Ante los ojos de Dios (y eso es lo único que cuenta) usted es un santo. Dios lo ve como una persona perfecta porque Él lo ve cubierto con la justicia de su Hijo. ¡Gloria a Dios por su inefable amor hacia nosotros!
Párese frente a un espejo y diga en voz alta: “Yo soy un santo.” Disperse las Buenas Nuevas a su familiares y amigos creyentes, que ellos también son santos


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