viernes, 31 de agosto de 2018

LOS PEREGRINOS DIFERENTES A LOS TURISTAS Y MUNDANOS.


LOS PEREGRINOS DIFERENTES A LOS TURISTAS Y MUNDANOS.
EL LIBRO DE LOS PEREGRINOS ES LA PALABRA DE DIOS.
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19:17).
Un creyente en una ocasión dijo: “No tengo mayor placer que el de estar en un rincón con el Libro.” ¿Piensa usted de la misma manera? La Biblia es el libro que los mártires sujetaron contra sus pechos, mientras las llamas quemaban sus cuerpos. Este es el libro en el cual los santos reposaron sus cabezas al pasar de aquí a la eternidad. Este es el libro que da pan al hambriento, agua al sediento, dirección al peregrino, fortaleza al débil, vida al moribundo, y es arma en las manos del guerrero. El Libro de Dios da gozo al corazón. Es completamente fidedigno, existen más de 6.000 promesas en la Biblia y ni una sola de ellas jamás ha sido quebrantada.
Encuentre siete promesas en la Palabra de Dios. Escríbalas y trate de memorizarlas: una cada día de esta semana.
LAS INSTRUCCIONES PARA EL PEREGRINO.
“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11).
Dios le salvó en este mundo y lo mantiene en este mundo para que le diga al mundo que Jesús salva.
 1.Él lo derrama a usted como preciosa semilla.
2. Usted es un embajador del Rey de reyes en tierra extraña.
3. Usted no sólo es derramado como preciosa semilla, sino que también es derramado como un santo que persevera.
4. Usted es un extranjero en la tierra donde marcha a un ritmo de vida diferente. Usted no se “radica” en este mundo, porque este mundo no es su hogar.
5. Sólo somos peregrinos aquí. Usted debería orar: “Señor, si estoy construyendo un nido, pon una espina en él.” Si usted se entretiene y deleita en este mundo, aunque su ciudadanía está en el cielo, usted tendrá un pie en el mundo y el otro en el cielo. O sea, tendrá suficiente religión para sentirse miserable en el mundo, y tendrá lo suficiente del mundo como para sentirse miserable en su vida espiritual.
¿Alguna vez se ha sentido como un nómada? Tal vez usted está en el ejército, o en ventas, o trabaja en la industria del transporte. A lo mejor ha tenido que cambiar de lugar muchas veces por razones financieras o familiares. Dios quiere que sepa que usted siempre tendrá un hogar con Él, dondequiera que esté. Lea 1 Pedro 1:12-21.
PEREGRINOS SOMOS.
Por Carlos Rey.
La batalla rugía con todo su furor. Los soldados avanzaban contra el enemigo. Al ponerse el sol, la oscuridad los obligó a descansar hasta el día siguiente. Era peligroso tratar de ganar más territorio de noche, así que el comandante de la tropa ordenó que todos cavaran una trinchera. Cuando ya los demás habían terminado, quedó un solo soldado que seguía cavando cada vez más hondo.
El comandante pensó que el joven soldado tal vez hubiera dado contra una piedra o que le hubiera tocado un terreno más duro que el de sus compañeros. Pero cuando vio que sacaba tierra suave y fresca, le preguntó:
—¿Acaso no ha llegado a la profundidad necesaria?
—Sí —le contestó el soldado—, pero prefiero que la trinchera quede bien honda y segura.
A lo que el comandante replicó:
—Recuerde, soldado, que no vamos a estar aquí más que una sola noche.
Esta anécdota nos hace reflexionar sobre la tendencia que muchos tienen a profundizarse en las cosas de esta vida. Tanto es así que pareciera que fueran a pasar toda una eternidad en esta tierra. No les cruza por la mente el que seamos peregrinos. Se afianzan a todo lo que ofrece este mundo. Se aferran a las cosas materiales. Se sujetan a esta tierra con ligaduras tan fuertes que algunos, al tener que soltarlas por alguna tragedia o por alguna adversidad económica, no soportan el cambio y deciden ponerle fin a su vida.
A los que tienen este sentir, y aun a los que no hemos llegado hasta ese extremo de desesperación, nos conviene atender a estas sabias palabras de Jesucristo: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.... Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.»1.
Lo cierto es que sólo estamos de paso en esta tierra. Vamos rumbo a nuestro destino final. La muerte no es un cese de actividades sino una transición. Ni constituye el fin de la vida sino sólo un traslado a otra esfera. Si durante esta vida hemos pensado únicamente en lo terrenal y no nos hemos reconciliado con Dios por el único medio que Él ha provisto, que es su Hijo Jesucristo, entonces, cuando pasemos a la otra vida, Cristo tendrá que decirnos: «Yo di mi vida por ti en la lucha que libré por tu alma, pero tú no me reconociste. Por eso ahora no puedo reconocerte a ti ante mi Padre aquí en el cielo.»2.
En cambio, si hemos reconocido a Cristo como nuestro único Salvador y hemos vivido como peregrinos que anhelan una patria mejor, entonces Cristo nos reconocerá ante su Padre y nos dará la bienvenida a la patria celestial que nos ha preparado.3.
1         Mt 6:19-21,33. 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
2         Mt 10:3233. A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
10:33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
3         He 11:1316. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
11:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
11:15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
PREPARANDONOS PARA EL DÍA FINAL ANUNCIADO POR EL SEÑOR.
“Más el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro 4:7).
G. Campwell Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca recuesto mi cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi mañana final haya llegado. Nunca comienzo a trabajar sin pensar que Él puede interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”
Cada noche, al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada día al ir a nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día pudiera ser el último día de trabajo para nosotros. Debemos estar apercibidos para Su regreso.
¿Está usted orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su regreso y orando: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Si éste fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo invertiría su tiempo? ¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir cualquier momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!
TODO ES POR LA OBRA DE JESUCRISTO EL SEÑOR.
SOMOS HECHOS JUSTICIA DE DIOS EN JESUCRISTO.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
ES LA OBRA DE JESUCRISTO Y NO NUESTRA RELIGIOSIDAD.
¿Alguna vez se ha acostado al final de un largo día y satisfecho se dice: “Bien, hoy fui una buena persona, así que si muero esta noche iré al cielo?” Si lo ha hecho, no está solo. Me atrevo a afirmar que la mayoría de personas creen que si van a la iglesia, diezman su dinero y hacen bien a otros, que Dios les permitirá entrar al cielo. Con todo, si ser religioso nos puede llevar al cielo, por qué fue un hombre tan religioso como Pablo confrontado cuando viajaba camino a Damasco y el Señor le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:4b). Aún más importante, si pudiésemos salvarnos a nosotros mismos realizando buenas obras Dios no tenía necesidad de enviar a su Unigénito al mundo como sacrificio substituto por usted y por mí. No, es la justicia de Jesús lo que nos salva.
No es hasta que admitamos nuestro pecado que vamos a conocer la misericordia y el perdón del Rey. Póstrese ante Él hoy y admita que está perdido sin Él y que su salvación fue comprada exclusivamente con la sangre de Cristo.
TODA LENGUA CONFIESE QUE JESUCRISTO ES EL SEÑOR, PARA GLORIA DE DIOS PADRE.
“ ¡TODO SUCEDE PARA LA GLORIA DE DIOS!”
“Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud” (Colosenses 1:19).
¿Sabe usted por qué suceden todas las cosas? Es para traer gloria a Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. De hecho, la Palabra de Dios nos dice que Jesucristo debe tener preeminencia en toda la historia. El todo de la historia culmina exclusivamente en eso. ¿Sabe la razón por qué el mundo fue creado? ¡Jesús! ¿Sabe por qué ministra el Espíritu Santo? ¡Jesús! ¿Sabe para qué habrá un día de juicio final? Para que “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11). Hitler y Hemingway lo confesarán. Buda y Mahoma lo confesarán. Ningún ser humano puede cambiar ese certísimo futuro: toda la creación reconocerá que Jesús es el Señor.
La próxima vez que alguien le pegunte por qué suceden ciertas cosas, dígales: “¡Para la gloria de Dios!”

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