San Pablo nos instruye:
Rom 13:14 … vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Es decir:
1Pe 1:14 como hijos obedientes, no os conforméis (no se amolden) a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia.
1Pe 2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.
La versión PDT (Palabra de Dios para Todos) de este texto dice:
1Pe 2:11 Queridos hermanos, ustedes son como extranjeros y forasteros en esta sociedad. Por eso les ruego que luchen para no complacer aquellos deseos humanos que van en contra de su nueva vida.
El apóstol Juan lo dice de esta manera en la versión PDT:
1Jn 2:15-17. No sigan amando al mundo ni a lo que hay en él. Si alguno ama al mundo es porque no tiene el amor del Padre. Esto es lo malo del mundo:
desear cosas sólo por complacer nuestras malas pasiones; dejarnos atraer por lo malo que vemos y sentirnos orgullosos de las cosas que tenemos. Pero nada de eso viene del Padre, sino del mundo. El mundo está llegando a su fin junto con los deseos que hay en él; pero el que hace lo que Dios quiere, vive para siempre.
Nuestro corazón nos puede engañar haciéndonos desear impuramente cosas que no son malas en sí mismas. En otras palabras, se pueden desear cosas de buen nombre y de noble estima pero con motivaciones equivocadas como la satisfacción del ego, la carne y el orgullo. Por poner un ejemplo, un pastor puede desear tener una iglesia grande, lo cual en sí mismo no es malo, pero si este deseo tiene como objetivo satisfacer su ambición, obtener reconocimiento, ensanchar su orgullo, adquirir prestigio y fama, su visión es pecaminosa delante de Dios.
La tentación del aplauso…Un ejemplo de ello es el llamado G12, organización que motivó –sedujo- a muchos líderes a enfrascarse en la búsqueda de un crecimiento explosivo que sólo les condujo a la ruina, producto de la mente carnal de un solo hombre. Lo mismo sucede cuando un líder ama más “la visión que Dios le dio” o “su” ministerio que al Señor mismo. Tristemente no son pocos los que tratan a toda costa de que su trabajo entre los cristianos sea próspero y exitoso para su gloria personal, “convenientemente” disfrazada de trabajo “para la gloria de Dios”.
Otro ejemplo es el del falso evangelio de la prosperidad, que ha despertado deseos malsanos y lujuriosos en la vida de muchos creyentes que llegan a afirmar, incluso, que Cristo murió en la cruz para prosperarles en todo, para hacerles ricos, para procurarles comodidades. Incluso citan repetidamente esta palabra:
3Jn 1:2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Revisar esta misma enseñanza en diferentes versiones de la Biblia deja muy claro su verdadero significado, claramente lejano a la mera prosperidad financiera:
3Jn 1:2
(BAD) Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.
(BLS) Amado hermano, le ruego a Dios que te encuentres muy bien, y también le pido que te vaya bien en todo lo que hagas, y que tengas buena salud.
(BJ) Pido, querido, en mis oraciones que vayas bien en todo como va bien tu alma y que goces de salud.
(Versión Jünemann) Amado, en todo oro que avances y bien estés, tal como avanza tu alma.
(LBLA) Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud.
(NVI) Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente.
(PDT) Querido hermano: le pido a Dios que te vaya bien en todo y que tengas buena salud física, así como la tienes espiritualmente.
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