GRACIAS
SEÑOR POR LOS PAPÁS QUE TENEMOS Y SUS BENDICIONES.
CINCO
CONSEJOS PARA SER MEJOR PADRE
"No
tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad." 3
Juan 4
Los botones
de la camisa amenazan con saltar del pecho del joven padre, por el orgullo al
ver a su hijo. Este observa a su pequeño que comienza a dar sus primeros pasos
sin ayuda. Anhela que su hijo aprenda a leer, andar en bicicleta, desea que
llegue a aceptar a Cristo como su Salvador. Desea enseñarle a conducir un
automóvil y mucho más; pero ninguno de estos planes se lograrán sin ayuda. Este
comienzo hacia la independencia, lo anima y desafía con la responsabilidad de
preparar a esta pequeña criatura, para vivir una vida que agrade a Dios. Hay
muchas metas para alcanzar en los preciosos años de crecimiento de los hijos,
tanto en lo espiritual como en su desarrollo físico. Permítenos ayudarte en ese
proceso con estos sencillos consejos:
1. Exponlos a la Palabra de Dios diariamente.
2. Sé un ejemplo de aquello que enseñas.
3. Elimina del hogar las influencias malas y
negativas.
4. Permite que tus hijos se expresen.
Motívelos a tener conversaciones abiertas, llenas de alegría, y préstales
siempre atención.
5. Establece siempre límites razonables y
alcanzables.
Te pregunto,
¿estás invirtiendo el tiempo necesario en la vida de tus hijos? Reflexiona que
cuando tus pequeños(as) tengan sus propios hijos, ellos seguirán tu ejemplo y
se gozarán al formar una familia cristiana. No hay mayor bendición para el
corazón de un padre piadoso que el saber que sus hijos aman y sirven a Dios.
¡Honremos a
nuestro Padre celestial buscando imitar la vida de su hijo Jesucristo!
EL REY
SALOMÓN ENSEÑABA HONRAR Y OBEDECER A LOS PADRES.
El hijo
sabio atiende a la corrección...
Pero el
insolente no hace caso...
Escucha,
hijo mío...
Aférrate a
la instrucción, no la dejes escapar....
No... Vayas
por el camino de los malvados....
Su pan es la
maldad;
Su vino, la
violencia....
Porque al
final acabarás por llorar...
Y dirás:
«¡Cómo pude aborrecer la corrección!»2.
2 Pr 13:1; 4:13,14,17; 5:11,12.
APRENDER A
AMAR Y A PERDONAR SIEMPRE.
"Fuiste
perdonado, ahora hazlo tú"
“Antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32.
Necesitamos
tanto el perdón para nuestras almas como alimento para nuestros cuerpos.
Como humanos
somos sensibles a las ofensas ya sea en acción, omisión o palabras, nos
sentimos tan afectados que lo creemos imperdonable. Pero por qué no pensamos en
aquellas cosas con las que agraviamos a Dios. Lo deshonramos tanto que eso nos
impide gozar de su amor.
Nuestra
culpa, aun cuando procuramos rechazarla nos pesa y es la fuente de muchos
sufrimientos e incluso enfermedades.
El mensaje
esencial de las escrituras consiste en que Jesucristo pagó las deudas por
nuestras ofensas.
Sin embargo cuando
fallamos el perdón de Dios es evidente, nosotros también debemos perdonar a
quienes nos han ofendido. Pero ¿Cómo responder a una ofensa? No podemos negar
el hecho, ni aun reconciliarnos teniendo en poco el asunto sin tratarlo a
fondo, es decir perdonar solo en palabras o ignorarlo.
¿Qué hacer?
Con humildad y dispuesto a reconocer nuestras propias faltas, aunque acercarnos
a quienes nos ofendieron no es una tarea fácil, Dios te dará el valor para
perdonar y eso permitirá no solo tu curación y liberación sino también la de la
otra persona.
Otorgar el
perdón es imitar a Jesús y sobre todo recordar que nosotros mismos fuimos
perdonados.
“Pues para
esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente.” 1 Pedro 2:21-23.
Autor(a)
Telma Céspedes.
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