LA
IMPORTANCIA DE LA IGLESIA DE CONGREGARNOS COMO CUERPO DE CRISTO.
Hebreos
10:25: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
¿Sabe lo que
está pasando en el país actualmente? Las personas que se dicen ser creyentes no
se involucran, ni llegan a ser fieles miembros de una iglesia: el compañerismo
local de creyentes. Tal cosa era inaudita en tiempos bíblicos. Si usted era
creyente, era fiel a su congregación. Usted asistía cuando todos se reunían. Si
dejaba de ir, su iglesia asumía que usted era un apóstata. ¿Qué es más
importante que la expresión visible local del cuerpo de Cristo? Esta es la
manera en que nos “conectamos” a las necesidades del cuerpo de Cristo. La forma
en que mostramos honor al Señor es al congregarnos.
¿Qué tiene
usted en su agenda esta semana que es más importante que el cuerpo de Cristo
comprado con la preciosa sangre del Cordero de Dios?
“No dejando
de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto
más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).
Exhortar es
confrontar y motivar. Nos necesitamos unos a otros. Debemos exhortarnos los
unos a los otros al decir: “¿No es Dios maravilloso? ¿Dónde estaríamos si no
tuviésemos al Espíritu Santo? ¿No desearía tan sólo ser más como Jesús? ¡Seamos
fieles a Cristo!” Vivimos en un clima que mantiene nuestros corazones
sensibles. Si nos apartamos de ese clima al dejar de asistir a los cultos y
oportunidades de compañerismo, nos apartamos del pueblo de Dios y nuestros
corazones se endurecerán. Cuando nos exhortamos unos a otros, estamos
compartiendo a Cristo. Existe algo que sucede en nuestros corazones cuando
compartimos con otros acerca de Jesús. Mantiene nuestros corazones compasivos.
Por favor
lea Proverbios 27:17. Hierro con hierro se aguza;
Y así el
hombre aguza el rostro de su amigo.
¿Es usted este tipo de amigo? ¿Tiene usted
este tipo de amigos? Si no, entonces pídale a Dios que le mande este tipo de
amigo hoy.
DIOS HACE
GRANDES COSAS.
“Él hace
grandes cosas, que nosotros no entendemos” (Job. 37:5).
Dios es
grande y su obrar es también grande. El versículo afirma esta verdad. Cuando
actúa manifiesta Su grandeza, de manera que lo que hace escapa generalmente de
la comprensión del hombre, al ser infinita. Pero, además, las cosas que Dios
hace son también incomprensibles. La Biblia nos enseña a alabarle porque”
su grandeza es inescrutable” (Sal.
145:2).
El versículo
nos invita a considerar primeramente la grandeza de Dios a la luz de las
grandes cosas que hace. La primera mirada tiene que ser a la grandeza de la
creación. El impacto que el universo produce en quien lo observa es asombroso.
Millones de
estrellas formando enormes galaxias que se sustentan y funcionan con una
precisión matemática, es la manifestación de la grandeza de Dios. Todo esto
vino a la existencia por Su palabra. Tan sólo fue suficiente que la
omnipotencia se hiciera oír en un mandato: Sea, para que la creación fluyese
como un juego de los dedos divinos. Pero, no solo hace grandes cosas en la
dimensión cósmica del universo, sino en el pequeño mundo del hombre. La tierra
es una exhibición de la grandeza divina. Nosotros mismos somos una admirable
referencia de la infinita sabiduría de Dios. Los miembros de nuestro cuerpo, la
compleja estructura de la mente, la admirable grandeza de nuestros ojos, la
actividad del corazón y de cada órgano sorprende por su precisión. De ahí que
no podamos por menos que decir “Él hace grandes cosas”. Pero la grandeza de
Dios tiene que ver también con cada situación de la vida del creyente. En
ocasiones el permiso divino trae a nuestra experiencia, las dificultades de una
prueba, la tristeza de una situación, los dolores de una enfermedad, el
abandono de alguien a quien amamos, o la crítica y murmuración que lastiman
profundamente. Cualquier circunstancia, por compleja que nos parezca, no escapa
al conocimiento de Dios. En aquello que a nosotros nos parece incomprensible y
nos cuesta entender que sea permitido, Él está haciendo grandes cosas, que no
entendemos. Está consolidando nuestra fe, animándonos para que nos acerquemos
más a Él, enseñándonos el camino conforme a Su propósito, y despertando en
nosotros una nueva visión orientada, no hacia lo que estamos pasando, sino al
glorioso futuro que prepara para nosotros.
El versículo
que nos hace ver a Dios, nos lleva a conocer que muchas de las cosas que Él
hace nosotros no las entendemos. Su pensamiento es grande, infinitamente más
grande que el nuestro. Sus caminos nos parecen estrechos, dificultosos,
resbaladizos y complejos, pero son mucho más altos que nos nuestros. Todo lo
que permite es bueno, porque Él es bueno. En ocasiones procuramos hacer lo que
nos parece mejor, pero es Dios quien hace aquello que no entendemos y que sin
embargo es lo mejor para nosotros.
Quiero
conocer esta verdad: “Él hace grandes cosas que yo no entiendo”. No quiero
resistirme a la admirable experiencia de sentir que está conduciendo mi camino.
Quiero mirar el futuro como una etapa llena de Su gracia, porque sé que “Dios
cumplirá siempre su propósito en mí”.
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