USTED ESCOGE
LA ACTITUD QUE ASUME HUMILDAD U ORGULLO.
UNA BUENA
ACTITUD ES LA HUMILDAD.
Santiago
4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará.”
¿Alguna vez
se ha preguntado qué es la humildad? La verdadera humildad no es pensar
negativamente acerca de sí mismo. Es estar de acuerdo con lo que Dios dice
acerca de usted. La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y
humilla a una persona sin rebajarla. Somos lo que somos por Cristo.
En esta
vida, usted no estará sin pecado, más cuando se encargue de éste, usted se
acercará a poder liberarse del pecado. Sin pecado no vivirá, pero sí sin culpa.
Si usted confiesa su pecado y ora a Dios pidiendo perdón, vivirá libre de
culpa.
¿Posee una
Biblia con concordancia? Haga un estudio acerca del tema de la humildad. Comience
con Filipenses 2:5-11.
Haya, pues,
en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse,
2:7 sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.
2:9 Por lo
cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre,
2:10 para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos,
y en la tierra, y debajo de la tierra;
2:11 y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
A COMERSE EL
ORGULLO.
A comerse el
orgullo. 1 Corintios 4:7 Porque
¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste,
¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
(c)
Copyright 2010 Más de la Vida con Jorge Cota.
Había una
vez un león que se despertó y comenzó a pavonearse a través de la selva.
Decidió asegurarse que todos los animales supieran quién era rey. Pasó por alto
a los animales más chicos. Se le acercó al oso y con un rugir le preguntó:
"¿Quién es el rey de la selva?" "Tú, señor León, tú eres el rey
de la selva". Llegó con la jirafa y con un rugir le preguntó: "¿Quién
es el rey de la selva?" "Todo mundo sabe que tú señor León eres el
rey de la selva". Llegó con el elefante, y con un rugir le preguntó:
"¿Quién es el rey de la selva?" El elefante lo enroscó con su trompa,
le dio seis vueltas en el aire, lo azotó cuatro veces contra un árbol, lo azotó
siete veces contra el suelo, lo hundió en el lago por tres minutos y lo aventó
a la orilla... El león todo moribundo y moreteado, como pudo se puso de pie y
con los ojos llenos de sangre le dij "Mira elefante, solamente porque no
sabes la respuesta no tienes porque enojarte".
El orgullo
es la adoración del YO; Lo que yo soy,
lo que yo tengo, lo que yo hago. Es creer que uno es autosuficiente. El
problema con el orgullo es que es un cáncer espiritual que se come el
contentamiento y se roba la alegría.
Cuando
estamos lleno de orgullo aniquilamos la alegría, ya que la alegría y el orgullo
no son compatibles. Como puede ver, el orgullo siempre hace comparaciones
superficiales y es por eso que es destructivo.
El orgullo
está en el núcleo de cada pelea, de cada discusión, de cada desacuerdo, y de
cada división.
El orgullo
destruye su capacidad para amar.
El orgullo
propicia ideas de exclusividad en vez de aceptar a los demás.
El orgullo
lo lleva a criticar en vez de servir.
El orgullo
le roba la alegría y la felicidad.
El orgullo
envenena nuestra perspectiva.
El orgullo
ciega nuestra objetividad.
Cuando somos
orgullosos no podemos pensar bien. No podemos evaluar objetivamente lo que nos
rodea. El orgullo no nos deja ver las cosas claramente para tomar buenas decisiones.
El poeta
Italiano, Antonio Porchia dijo "Si no alzas la vista creerás que eres el
punto más alto". La realidad de las cosas es que el orgullo tiende a
tocarnos a todos: Al rico, al humilde,
al culto, al fuerte, al vigoroso, al atractivo, al exitoso, al poderoso, al
afamado, y al religioso. Todos podemos llegar a creer que somos
autosuficientes.
Es por eso
que es imprescindible comernos el orgullo y recordar que al terminar el juego,
el rey y el peón, vuelven a la misma caja.
LA MEJOR
ACTITUD ES ALEGRARSE SIEMPRE.
“Estén
siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!” - Filipenses 4:4
NTV.
Científicamente,
se ha comprobado que la risa, aporta múltiples beneficios: rejuvenece, elimina
el estrés, tensiones, depresión, dolores, insomnio, y mucho más. También
recientes estudios indican que mientras reímos liberamos gran cantidad de
endorfinas (responsables en gran parte de la sensación de bienestar). Médicos
están aplicando esta terapia con personas que tienen distintas enfermedades,
viendo excelentes resultados.
El corazón
alegre hermosea el rostro dice Proverbios 15:13, la alegría cambia nuestro
estado de ánimo y la manera de ver la vida. La alegría (gozo) tiene que ser
característico de la persona que ha experimentado el amor Dios pues tenemos
razones suficientes: él nos ama, perdona, ayuda, fortalece, provee, etc. Está
presente aunque no lo veamos y aunque no lo sentimos.
Aunque
cuando uno está pasando por pruebas y por situaciones difíciles lo menos que
uno quiere es gozarse pero no deberíamos renunciar al regocijo que Dios ha
puesto en nuestro corazón, no lo apaguemos y refugiémonos en él como dice el
Salmo 5:11 (NTV) dice: “Pero que se alegren todos los que en ti se
refugian; que canten alegres alabanzas
por siempre. Cúbrelos con tu protección,
para que todos los que aman tu nombre estén llenos de alegría.” Hay algo
que Dios está haciendo que quizás no podemos entender y eso para bien.
Entonces el
que ha puesto su confianza en Dios debe mantener su corazón alegre, y decir
“Aunque estoy pasando por dificultades, puedo regocijarme porque tengo la
seguridad de que Dios va responder a mi necesidad y va traer nuevamente su
bendición en esta situación”.
¡Vamos,
dibujemos una sonrisa en nuestro rostro!
Sofonías
3:17 (NTV) “Pues el Señor tu Dios vive
en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se deleitará en ti con alegría. Con
su amor calmará todos tus temores. Se gozará por ti con cantos de alegría».”
Autora(o)
Soraida Fuentes.
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