PREPARANDONOS
PARA EL DÍA FINAL ANUNCIADO POR EL SEÑOR.
“Más el fin
de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1 Pedro
4:7).
G. Campwell
Morgan fue un gran expositor de la Palabra de Dios, y alguna vez dijo: “Nunca
recuesto mi cabeza en la almohada sin pensar que tal vez antes de despertar, mi
mañana final haya llegado. Nunca comienzo a trabajar sin pensar que Él puede
interrumpir mi trabajo para hacer el Suyo.”
Cada noche,
al irnos a acostar, deberíamos decir: “Jesús puede venir esta noche.” Y cada
día al ir a nuestros respectivos trabajos, deberíamos pensar que ese día
pudiera ser el último día de trabajo para nosotros. Debemos estar apercibidos
para Su regreso.
¿Está usted
orando por el retorno de Jesús? Si usted le ama, debería estar anhelando Su
regreso y orando: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).
Si éste
fuera su último día sobre la tierra, ¿qué es lo que haría diferente? ¿Cómo
invertiría su tiempo? ¡Piénselo! Luego viva como si Jesús fuera a venir
cualquier momento. ¿Y sabe qué? ¡A lo mejor lo hace!
SOMOS HECHOS
JUSTICIA DE DIOS EN JESUCRISTO.
“Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
ES LA OBRA
DE JESUCRISTO Y NO NUESTRA RELIGIOSIDAD.
¿Alguna vez
se ha acostado al final de un largo día y satisfecho se dice: “Bien, hoy fui
una buena persona, así que si muero esta noche iré al cielo?” Si lo ha hecho,
no está solo. Me atrevo a afirmar que la mayoría de personas creen que si van a
la iglesia, diezman su dinero y hacen bien a otros, que Dios les permitirá
entrar al cielo. Con todo, si ser religioso nos puede llevar al cielo, por qué
fue un hombre tan religioso como Pablo confrontado cuando viajaba camino a
Damasco y el Señor le preguntó: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos
9:4b). Aún más importante, si pudiésemos salvarnos a nosotros mismos realizando
buenas obras Dios no tenía necesidad de enviar a su Unigénito al mundo como
sacrificio substituto por usted y por mí. No, es la justicia de Jesús lo que
nos salva.
No es hasta
que admitamos nuestro pecado que vamos a conocer la misericordia y el perdón
del Rey. Póstrese ante Él hoy y admita que está perdido sin Él y que su
salvación fue comprada exclusivamente con la sangre de Cristo.
TODA LENGUA
CONFIESE QUE JESUCRISTO ES EL SEÑOR, PARA GLORIA DE DIOS PADRE.
“ ¡TODO
SUCEDE PARA LA GLORIA DE DIOS!”
“Por cuanto
agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud” (Colosenses 1:19).
¿Sabe usted
por qué suceden todas las cosas? Es para traer gloria a Dios el Padre, Dios el
Hijo, y Dios el Espíritu Santo. De hecho, la Palabra de Dios nos dice que
Jesucristo debe tener preeminencia en toda la historia. El todo de la historia
culmina exclusivamente en eso. ¿Sabe la razón por qué el mundo fue creado?
¡Jesús! ¿Sabe por qué ministra el Espíritu Santo? ¡Jesús! ¿Sabe para qué habrá
un día de juicio final? Para que “toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11). Hitler y Hemingway lo
confesarán. Buda y Mahoma lo confesarán. Ningún ser humano puede cambiar ese
certísimo futuro: toda la creación reconocerá que Jesús es el Señor.
La próxima
vez que alguien le pegunte por qué suceden ciertas cosas, dígales: “¡Para la
gloria de Dios!”
LOS OJOS DEL
SEÑOR CONTEMPLAN TODA LA TIERRA.
“Todas las
cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada les
es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas” (Tito 1:15).
¿Alguna vez
ha escuchado a alguien decir: “Deje que su conciencia sea su guía”? Bueno, eso
no siempre es lo más recomendable, porque la conciencia puede estar
contaminada. Un indígena norteamericano, creyente, dijo lo siguiente
relacionado con nuestra conciencia: “En mi corazón hay una flecha que tiene
tres afiladas puntas. Si hago lo malo, la flecha se mueve, y me corta. Si hago
lo malo muchas veces, las puntas se desgastan y ya no me duele tanto. Pero
cuando desaparece el dolor, ¡cuídese!”
Una persona
puede estar adormecida o ciega a lo que ha hecho, y volverse insensible a sus
malas acciones. Si tal ocurre, una persona puede llegar a tener “una conciencia
cauterizada”. La única forma en que su conciencia puede ser su guía, es cuando
Dios guía su conciencia.
2 Crónicas
16:9 dice: “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar
su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él [...].”
DIOS SABE LO
QUE HABLAMOS, LO QUE HACEMOS Y A LOS LUGARES QUE VAMOS.
Viva hoy
sabiendo que los ojos del Señor están sobre usted, y al final del día
pregúntese: “¿He encontrado gracia a los ojos del Señor por la forma en que he
hablado, por lo que he hecho, y a donde he ido?”
LO QUE
HACEMOS EN ESTA VIDA TIENE ECO EN LA ETERNIDAD.
Eco en la
eternidad. Mateo 6:19-21.
© Copyright
2010 Más de la Vida con Jorge Cota.
Mateo 6: 19-
21.6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
6:20 sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan.
6:21 Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
LA RAZÓN DE
ADMINISTRAR BIEN EL TIEMPO.
Imagínese un
banco que todos los días por la mañana le acredita a su cuenta personal $86,400
dólares pero el saldo no se transfiere al día siguiente. En otras palabras, al final del día se le
termina ese dinero. Cualquier cantidad de los $86,400 dólares que no gastó
durante el día; los perdió. ¿Usted qué haría? Yo estoy seguro que la mayoría de
nosotros gastaríamos cada centavo todos los días. Por lo menos transferiríamos
el saldo a otra cuenta.
La realidad
de las cosas es que sí hay un banco así y se llama el banco del tiempo. Todas
las mañanas, usted y yo somos acreditados con 86,400 segundos y todas las
noches el banco del tiempo cancela todo lo que no logró gastar, invertir o
transferir. No le ofrece protección de ningún tipo, y su cuenta puede cerrarse
en cualquier momento y sin previo aviso. Si usted falla en usar el deposito del
día; la pérdida es suya.
En Planet
Hollywood (una cadena de restaurantes) de Fort Lauderdale en Florida. Hay una
nota escrita a mano por Bruce Lee que se llama.
Mi Objetivo
Principal Definido. La nota dice lo siguiente:
"Yo,
Bruce Lee, seré la primera superestrella oriental mejor pagada de los Estados
Unidos. A cambio daré las actuaciones más excitantes y rendiré al máximo de
calidad en la capacidad de actor. Comenzando en 1970, alcanzaré fama mundial y
desde ahí en adelante hasta el final de 1980, tendré en mi posesión
$10,000,000. Luego viviré de la forma que deseo y alcanzaré armonía y felicidad
interior".
--Firmado,
Bruce Lee (Enero 1969).
Cuatro años
y medio más tarde Bruce Lee estaba muerto. Bruce Lee estaba radicalmente
comprometido a una causa sin trascendencia y sin importancia. Yo le garantizo
que hoy está eternamente arrepentido. La pregunta para todos nosotros el día de
hoy es la siguiente: ¿Estaremos algún día eternamente arrepentidos?
Cuando usted
esté delante de su Creador, estará avergonzado por su "Objetivo
Principal" y por todo aquello que
consumió su tiempo, su talento y su tesoro. Espero que no.
De manera
que yo lo desafío a que busque un lugar donde pueda impactar a la eternidad. Un
lugar donde pueda decir: "Sabes, valió la pena mi existencia".
¿Cómo lo
encuentra? Haciéndose cuatro preguntas…
1. ¿Qué sé
hacer bien?
2. ¿Qué me
gusta hacer tanto, que lo haría gratis?
3. ¿Qué
puedo hacer que aún no está hecho?
4. ¿Qué
puedo hacer que tendrá ramificaciones eternas?
Cuando
encuentre una cosa que conteste esas cuatro preguntas estará listo para
trascender.
Como puede
ver, "Lo que hacemos en esta vida, tiene su eco en la eternidad".
La Palabra
nos dice claramente en Proverbios 27: 21.
27:21.No te
jactes del día de mañana, porque no sabes qué traerá el día.
El Apóstol
Santigo nos advierte en Santiago 4:13- 15.
4:13 ¡Vamos
ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un
año, y traficaremos, y ganaremos;
4:14 cuando
no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es
neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
4:15 En
lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto
o aquello.
SANTOS Y
LIMPIOS DELANTE DE DIOS.
“Lávame más
y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:2).
Antes de que
el sacerdote pudiera entrar en el lugar Santísimo, tenía que detenerse en el
lavabo y lavarse las manos y los pies. Él ya se había bañado desde la cabeza
hasta los pies, pero el piso del tabernáculo era de tierra. Tampoco había
utensilios, así que sus manos estaban sucias. Esta preparación final antes de
entrar en la presencia de Dios, era el despojarse de la contaminación del
mundo, lavándose las manos y los pies. Cuando estamos en contacto con el mundo,
estamos contaminados. No necesitamos bañarnos completamente. Ya somos salvos.
Pero cada día debemos pedir a Dios que mire nuestros corazones y nos limpie de
nuestros pecados. ¿No sería maravilloso si cada uno de nosotros viniera a la
presencia del Señor con la seriedad con que lo hacían los sacerdotes en el
Antiguo Testamento? ¡Deberíamos!
¿Se ha
acercado usted al lavabo esta mañana? Si no lo ha hecho, arrodíllese delante de
Dios ahora mismo, y haga del Salmo 139:23 y 24 su oración. Dios está esperando
para perdonarle: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce
mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el
camino eterno.”
PEREGRINOS
SOMOS.
Por Carlos
Rey.
La batalla
rugía con todo su furor. Los soldados avanzaban contra el enemigo. Al ponerse
el sol, la oscuridad los obligó a descansar hasta el día siguiente. Era
peligroso tratar de ganar más territorio de noche, así que el comandante de la
tropa ordenó que todos cavaran una trinchera. Cuando ya los demás habían
terminado, quedó un solo soldado que seguía cavando cada vez más hondo.
El
comandante pensó que el joven soldado tal vez hubiera dado contra una piedra o
que le hubiera tocado un terreno más duro que el de sus compañeros. Pero cuando
vio que sacaba tierra suave y fresca, le preguntó:
—¿Acaso no
ha llegado a la profundidad necesaria?
—Sí —le
contestó el soldado—, pero prefiero que la trinchera quede bien honda y segura.
A lo que el
comandante replicó:
—Recuerde,
soldado, que no vamos a estar aquí más que una sola noche.
Esta
anécdota nos hace reflexionar sobre la tendencia que muchos tienen a
profundizarse en las cosas de esta vida. Tanto es así que pareciera que fueran
a pasar toda una eternidad en esta tierra. No les cruza por la mente el que
seamos peregrinos. Se afianzan a todo lo que ofrece este mundo. Se aferran a
las cosas materiales. Se sujetan a esta tierra con ligaduras tan fuertes que
algunos, al tener que soltarlas por alguna tragedia o por alguna adversidad
económica, no soportan el cambio y deciden ponerle fin a su vida.
A los que
tienen este sentir, y aun a los que no hemos llegado hasta ese extremo de
desesperación, nos conviene atender a estas sabias palabras de Jesucristo: «No
acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y
donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a
robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.... Busquen
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán
añadidas.»1.
Lo cierto es
que sólo estamos de paso en esta tierra. Vamos rumbo a nuestro destino final.
La muerte no es un cese de actividades sino una transición. Ni constituye el
fin de la vida sino sólo un traslado a otra esfera. Si durante esta vida hemos
pensado únicamente en lo terrenal y no nos hemos reconciliado con Dios por el
único medio que Él ha provisto, que es su Hijo Jesucristo, entonces, cuando
pasemos a la otra vida, Cristo tendrá que decirnos: «Yo di mi vida por ti en la
lucha que libré por tu alma, pero tú no me reconociste. Por eso ahora no puedo
reconocerte a ti ante mi Padre aquí en el cielo.»2.
En cambio,
si hemos reconocido a Cristo como nuestro único Salvador y hemos vivido como
peregrinos que anhelan una patria mejor, entonces Cristo nos reconocerá ante su
Padre y nos dará la bienvenida a la patria celestial que nos ha preparado.3.
1 Mt 6:19-21,33. 6:19 No os hagáis tesoros en la
tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
6:20 sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan.
6:21 Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
6:33 Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.
2 Mt 10:32‑33. A
cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
10:33 Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos.
3 He 11:13‑16.
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino
mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran
extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
11:14 Porque
los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
11:15 pues
si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver.
11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es,
celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque
les ha preparado una
ciudad.
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